Cuídame por favor…de no perder la sensibilidad, que no deje de emocionarme la sonrisa de mi familia y mirarme en los ojos de mis amigos. Consiente que no cesen de brotar lágrimas con un poema que lea o una canción al escucharla…te lo pido. No quiero que la “vida” me endurezca…a eso le temo.

Custódiame te ruego, de dejar de buscar siempre la razón a través de mi corazón y no de mi mente que siempre genera engaños, ya crecí pero quien llega a ponerse de rodillas ante ti es mi niña interior que tiene mejores cosas que mostrar que la adulta, no tiene culpas, ni resentimientos, llega serena y sin miedos.

Permíteme ser brazo acogedor, palabra acertada para calmar ira o dolor, mirada de aprobación para quien la requiera, aplauso oportuno, concédeme perder la capacidad de enjuiciar y criticar es el mejor regalo de lo que te pido….poder decir la verdad a toda prueba.

…no solo llegó a pedirte, también vengo agradecida por tantas cosas pequeñas que al unirse forman mi vida: las mariposas que podía ver al amanecer, aquella vez que descubrí las olas del mar, el beso de mi madre, la estrella fugaz que concedió el deseo de mi primer amor. Cuando me levante de aquí regresaré a mi cuerpo de mujer…de manera que lo último que te pido es que cada noche vuelva esa niña ante ti.