In Christ we obtain, through the merits of His passion and His sacrificial blood, the forgiveness of our sins (Ephesians 1, 7), but it must be said that in order to enjoy this gift of life granted by God's grace, it is necessary turn our gaze to Him and, repentant, take the straight and narrow path that leads to salvation, holiness, God (Acts 3:19).

  Christ's mercy is a gift that God has poured out on all of us out of love and so that we can be reconciled to Him through the Son (2 Corinthians 5:19). Repent of our sins, by accepting Jesus as our Lord and Savior, we are restored by the grace of God (Rm 10, 9), that is, we return to communion with the Lord, but to remain in that state of grace and of purity, it is necessary not to sin, it is necessary to remain firm in the purpose of achieving holiness in Christ Jesus.

  As good children of God, Christians, redeemed in Christ, are called to imitate and to practice with our brothers, the constant merciful attitude that our Lord maintains towards us (Ephesians 4:32).

  May the Holy Spirit inspire in us all the good that can come from Him. Amen.

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SPANISH VERSION

  En Cristo obtenemos, por los méritos de Su pasión y por Su sangre sacrificial, el perdón de nuestras culpas (Efesios 1, 7), pero hay que decir que para poder gozar de este don de vida otorgado por la gracia de Dios, es necesario volver la mirada a Él y, arrepentidos, tomar el camino recto y estrecho que conduce a la salvación, a la santidad, a Dios (Hechos 3, 19).

  La misericordia de Cristo es don que Dios ha derramado sobre todos nosotros por amor y para que podamos reconciliarnos con Él por medio del Hijo (2 Corintios 5, 19). Arrepentidos de nuestros pecados, al aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, somos restaurados por la gracia de Dios (Rm 10, 9), es decir, volvemos a estar en comunión con el Señor, pero para permanecer en ese estado de gracia y de pureza, necesario es no pecar, necesario es mantenerse firme en el propósito de alcanzar la santidad en Cristo Jesús.

  Como buenos hijos de Dios, los cristianos, redimidos en Cristo, somos llamados a imitar y a practicar con nuestros hermanos, la constante actitud misericordiosa que nuestro Señor mantiene hacia nosotros (Efesios 4, 32).

  Que el Espíritu Santo inspire en nosotros todo lo bueno que de Él puede proceder. Amén.

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