RELATO: Prestando ayuda a un enemigo

Alicia volvió al salón de clase durante el recreo e hizo un dibujo divertido en el pizarrón.

Cuando sonó el timbre para volver al salón, los demás alumnos y también la profesora, quedaron sorprendido al ver el dibujo.

No es correcto hacer eso, dijo la profesora, no debemos reírnos de los demás, especialmente de los adultos, saben quién lo hizo dijo la profesora.

Fue Rina, informó Alicia.

Rina se quedó boquiabierta, se puso colorada y movió la cabeza.

Rina tendrás que permanecer en la escuela al final de las clases, dijo la maestra.

Como resultado, Rina quedó castigada durante veinte minutos, cuando salió vio que varios se habían congregado alrededor de Alicia y su bicicleta que tenia un caucho desinflado.

Que voy a hacer ahora, se lamentaba Alicia, tengo que distribuir los periódicos, ahora llegaré tarde y a lo mejor pierdo el trabajo, porque Alicia, trabajaba repartiendo periódico en las horas libres de la mañana.

Bien merecido se lo tiene esta chica mentirosa, pensó Rina, pero luego tuvo otro pensamiento:

Jesús dijo que debemos hacer el bien a nuestros enemigos, creo que debo ayudarla.

Puedes usar mi bicicleta Alicia, dijo Rina sorprendida de sentirse tan bien al decirlo, solo ten cuidado y devuélvemela cuando ya no la necesites.

De veras, estas segura dijo Alicia muy sorprendida.

Seguro que sí contestó Rina, llévatela puedo caminar hasta mi casa.

Alicia pensó mucho mientras repartía los periódicos, al día siguiente fue a hablar con la profesora y le dijo lo que había sucedido.

Alicia y Rina llegaron a ser buenas amigas y mejor aún Alicia se hizo amiga de Jesús gracias a la acción de Rina.

Sí alguien comete una mala acción contra ti, trata de encontrar una forma de amontonar carbones encendidos sobre tu cabeza, el perdón suele convertir a los enemigos en amigos, por difícil que parezca, es lo que Jesús desea que hagamos.

Debemos ser una persona con la voluntad de expresar perdón en pensamiento o palabra, viviendo de ese modo en la luz de tu amor que bien nos sentimos al dejar que el perdón esparza la luz del amor y de la comprensión en nuestra alma y nuestras relaciones.

Cuando perdonamos permitimos que Dios ame a través de nosotros, y nada puede resistir el poder sanador de su amor.

Cuando examinamos detenidamente, comprendemos que en realidad no somos victimas de nuestros enemigos, sino de su forma distorsionada de ver las cosas, por tanto, no existe justificación para odiarlos o para no desear su bienestar, aunque parezca mentira, al orar por nuestros enemigos estamos orando por nosotros mismos, por alcanzar la luz a través de la compasión. Cuanto más compasivo te muestres con el alma de quién te ha ofendido, mayor será tu conexión con el poder del amor para sanar, y para elevar la dignidad de las personas.