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Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia. 2 Corintios 9:10

Si alguien que no teme a Dios ni obedece sus mandamientos le toca vivir episodios tristes y desagradables, se entiende que está cosechandolo que ha sembrado. Peo cuando tal situación la está experimentando un seguidor de Jesús que se esmera por vivir en santidad y en obediencia, aparentemente no hay explicación alguna que lo justifique. Sin embargo, los planes divinos generalmente presentan caminos con espinas que sirven para probar hasta qué punto hay fidelidad incondicional a Dios.

Los judíos y los samaritanos eran enemigos y preferían hacer largas traveías con tal de no pasar por el territorio del otro. Las pocas veces que alguno de ellos incumplían este codigo de guerra, recibía como replesalia desprecios, insultos y humillaciones. Sin embargo, pasar por samaria lo cual hizo y llevo libertad a sus habitantes quienes, contra todo pronóstico, terminaron recibiéndolo como el salvador del mundo.

Todo seguidor de Jesús sabe que algún capítulo desagradable que esté viviendo le es necesario, porque está dentro del diseño de Dios, y a la larga será para su beneficio. es decir, es un mal necesario.

Planten las buenas semillas de justicia y entonces segarán una cosecha de amor; aren el suelo duro de sus corazones para que estén listos a recibir la instrucción de Dios, porque ahora es el tiempo de buscar al Señor, para que él venga y les de una vida próspera y tranquila.

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