Desde la otra orilla

Me desperté a eso de las 3.00 a.m. estaba sediento, sentía la garganta reseca. Caminé hacia la cocina, agarre un vaso, se escuchó el sonido de la presión que ejerce el agua al pasar por las tuberías al abrir el grifo. Cuando el vaso estuvo medio lleno, cerré el grifo y saboree el líquido que pasaba a través de mi garganta. Dejé el vaso sobre le mesón y regresé a mi habitación. El silencio imperaba, solo se escuchaba a lo lejos el ladrar de algunos caninos. Mi cabeza volvió a posarse sobre la almohada, me cubrí con las mantas, pero después de varios intentos de contar ovejas, no puede conciliar el sueño. Entonces me dí cuenta que era una de esas madrugadas en las que te invade el espíritu del filósofo y empiezas a reflexionar sobres cosas, que quizás para los mas cuerdos no tienen sentido. Era una de esas madrugadas en las que te preguntas sobre las cosas que has hecho, sobre las cosas que has dejado de hacer, sobre las personas que has conocido, las que has amado, las que has soñado. Las horas pasaban y Morfeo no se manifestaba, seguía pensando en todo lo que pudo ser, todo lo que puede alcanzar durante los años anteriores y solo el remordimiento me acompañaba. No sé si fue un sueño, no sé si fue una fantasía, una de esas que irrumpen en tu mente de vez en cuando y te llevan a otro espacio, solo sé que estaba despierto y que hacía frío.

Jaider.