El Enano de la Catedral
Grillos y otros bichos raros tocaban su melodía nocturna mientras los fríos vientos apagaban los pocos candelabros que quedaban, las calles de Caracas se hallaban solas y a medias luces. apenas se empezaban a instalar los nuevos sistemas eléctricos de alumbrado público, en fin, una noche más en la Caracas de los andinos mandados por Juan Vicente Gómez.
El chasqueo de unos zapatos de tacón rompían el silencio de aquellas calles; un hombre alto, con paltó largo y sombrero de copa dirigía sus pasos para encontrarse a escondidas con una de sus tantas enamoradas. Al pasar por el cabildo, fue interrumpido por las campanadas de la Catedral que anunciaban las doce de la noche, para él, la hora de los espantos y aparecidos. Y es que su abuela le llenaba de tantas historias y cuentos; la Sayona, el carretón de Caracas, el loco que momificaba personas en la montaña del Ávila... pero de todas esas historias, la que más le asustaba era la de un demonio que rondaba por la Catedral de Caracas.
—Ah vaina pues, le vas a estar teniendo miedo a cuentos de viejas a estas alturas, bien bueno pues... —, se reprochaba Camilo, el joven de buen vestir. Sacó un tabaco, lo prendió para entrar en calor y continuó su camino, cruzando la Plaza Bolívar.
Justo al pasar frente a la Catedral, se persignó. En ese momento, un frío espectral recorrió su cuerpo, vio hacia los lados engañando a su mente, tratando de no ver a sus espaldas. alguien se encontraba allí.
—Buenas noches buen hombre, ¿sería tan amable de alcanzarme candela para prender este cigarro? —Preguntó una voz suave y gentil. Camilo se armó de valor y giró su vista, encontrándose con un hombre enano, con atuendos poco apropiados para una noche con tanto frío, de tez cálida e inocente y sus manos metidas en los bolsillos del pequeño pantalón. Confiado, Camilo sacó su caja de cerillos y prendió el fuego al tabaco del enano.
Repentinamente, las llamas empezaron a rodear la calle, los ojos del enano se convirtieron en dos brasas ardientes y una risa diabólica empezó a ensordecer al pobre Camilo, quien se orinaba los pantalones del miedo, el enano crecía y crecía hasta alcanzar el tamaño de la torre.
—Le has dado candela al mismísimo infierno. —decía el enano mientras reía.
En la mañana siguiente, la bella Lorena Monsalve caminaba un poco molesta, su amado la había dejado con los arapos puestos, vio un tumulto en frente de la entrada de la Catedral, entre murmullos y chismes, la bella dama se mezclaba entre la muchedumbre, al llegar al epicentro, vio la silueta de un hombre en el piso, yacía muerto. Los guardias lo levantaban, al ver su rostro, la bella Lorena no pudo aguantar el dolor y se abalanzó encima del cadáver, era el buen Camilo, infartado en situaciones muy sospechosas la noche anterior.
—Ese fue el diablo de la Catedral, seguro ese enano demoníaco le pidió candela. —Dijo una anciana en tono de chisme.
Juan Carlos Díaz Quilen
Mitos y leyendas de Venezuela: El Enano de la Catedral.
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Notas del autor:
1.-Según el relato oral, este espanto data del período colonial. Se dice que en la Catedral de Caracas vivió un hombre con características similares y que trabajaba con el párroco ayudandole en las tareas de mantenimiento. Aunque no hay documento que lo compruebe, salvo los comentarios de algunos cronistas. ¿Leyenda o realidad?
2.-Oscar Yañez comentaba que estos cuentos de espantos eran inventados y regados a voces por los esbirros de Gómez, con el fin de evitar que los hombres borrachos caminaran por las calles de noche, pues esto no era caballeros y faltaba al decoro y las buenas costumbres.
3.-Otro dato curioso y muy chistoso era que los copeyanos y uredistas comentaban que al espanto no le gustaban los adecos y menos quería a Rómulo Betancourt, esto debido a que después que Betancourt ganara las elecciones del 58, el espanto se había espantado. Pues, más nunca se volvió a escuchar de alguna aparición.
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Mi abuela hace mucho tiempo me contó sobre El Enano de la Catedral, forma parte de nuestros mitos y leyendas... Me gusto mucho tu post!
muchas gracias Luiyi.