¡Rodeate de gigantes!
Un día miré mi reflejo en un charco y me di cuenta que los golpes de la vida habían modificado mi molde original y de fábrica... Recordé que todos estamos hechos para las alturas, pero a veces nos quedamos escuchando a los que se arrastran y todo por la pena de que nos llamen: ¡LOCOS! Ahí comprendí que lo único breve somos nosotros y que a veces el momento indicado llega cuando ya no estamos. Aprendí que para ser un gigante primero debía doblar mis rodillas y entregarle mi vida al gigante del cosmos, el tomó lo roto y desgarrado, lo pulió en el fuego y en el desierto, me hizo capitán en la tormenta, curó mis heridas, peinó mis alas y me mandó a matar gigantes y a hacer temblar el mal con su armadura.
Acepto que tuve miedo pero jamás me mantengo asustado, he peleado con los JUDAS pero ellos solitos se ahorcan.
Hoy te digo: ¡AFÉRRATE! Aférrate con acento, aférrate a la vida y a la fe, mañana el sol saldrá con fulgor y esplendor o es posible que salga detrás de las nubes o la lluvia, pero querido, de que saldrá, saldrá. Cuando encuentras a Dios, la búsqueda termina pero la travesía comienza. Tu discapacidad emocional se quita con capacidad espiritual.