Había transcurrido un año desde la última vez que lo había visto, un año del día que lo abrazó y el le juro que pronto la llevaría con él. Un año desde la despedida.

Cuándo anunciaron el descenso de la aeronave su corazón latió muy fuerte, sabía que pronto no solo estaría viviendo en un nuevo país, estaría junto a él una vez más, suspiró y pensó en lo bella que sería la vida ahora, pensó en lo feliz que iba a ser, al fin anunciaron el momento de descender del avión. Mientras bajaba de aquél aparato sabia que él la observaba de alguna de aquéllas ventanas, aquél aeropuerto era enorme.

La espera de las maletas le pareció eterna, no lograba verlo desde allí, al fin llegó la maleta y salió de esa sala, allí estaba, corrió a sus brazos y el la recibió con un beso. Al fin estaban juntos otra vez.

Fueron a la residencia, así empezaba la nueva vida que juntos emprenderían en aquel país, estaba feliz pero a la vez triste, su familia no estaba, ese frío que sintió en su alegría congelo muchas de sus ilusiones. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de volver a abrazar a su madre? ¿Cuánto crecerían sus sobrinos sin que ella los viera? ¿Y su perro?

Luego recordó que había venido a trabajar duro para poder ayudar a sus familiares, se lleno de valor para enfrentar la nueva vida.

Con los días encontró trabajo, y dio todo de sí misma, al volver a casa se abrazaban para disminuir el frío y el vacío que dejaba la ausencia de esas familias que con su trabajo mantenían.