El mar, esa masa líquida de avasallantes presiones, me asusta con su inmensidad, siento que me engulle, a mi un organismo de pequeñas proporciones, que solo puede gritar en su singular forma; sudo, tiemblo y la taquicardia se siente cada vez más fuerte.

Mi propia boca es un mar de saliva incomparable con lo que está frente mío, y dentro de mi pesadilla, entre las olas están mis hijos mi esposa.

Ella siempre tan majestuosa, meciéndose en su nueva forma, tan colosal entona con el mar, pero ya no conmigo, yo tan minúsculo, ella tan grande, yo siempre he sido feliz en nuestra pequeña cueva, protegidos de todo por la madre tierra, ahora nos toca correr hacia nuestro padre el mar, un ser temperamental, que va de aquí a allá, en este momento tan tranquilo, mañana quien sabe.

-¿Ya estás nervioso? - pregunta mi hermano.

Cómo no estarlo, ayer estaba cómodo en mi morada, hoy estoy obligado a correr con los brazos abiertos al frío océano. -

El apoya su mano en mi hombro.

-Concéntrate en esos veleros Jerry, tan tranquilos, ingenuos de la muerte que les acecha. -

-Ellos no saben... -

Sí que saben, se jactan de saber más que todos, siempre hablando de su inminente extinción, sin embargo pocos son los que verdaderamente hacen algo al respecto, ayer eramos como ellos, pero hoy sabemos que hacer para sobrevivir. -

-Quiero hacerlo, de verdad que si, pero mis piernas no se mueven. Si tan solo el aire me llevase, como las velas llevan a los botes -

-Deshazte de ellas, a donde vamos nadie las necesita. -

-Jajaja, como dicen, si tus manos son un obstáculo para entrar al cielo, es mejor cortarlas, no obstante, cortar mi terror al mar no es tan fácil. -

-Entonces te ayudare a enfrentarlo. -

Y así camine, titubeando, con mi hermano guiándome, sintiendo el alma zigzagueando dentro de mi cuerpo, queriendo escapar, mientras este perdía forma para convertirse en otra. Mi corazón comenzó a dar bailes más fuertes y lentos, mi piel ya no sudaba más, y el mar me recibió en un abrazo.

Mi visión cambió, y sentí inefables sensaciones, nos sumergimos, lejos de todo el mal que se iba a liberar en la superficie.

Han pasado 149 años de aquello, he visto el mar de colores, imponente pero siempre protector, pero mi mas grande recuerdo es aquella imagen, donde, frente a esos veleros, vencí mi mas grande miedo.