In The Dragon's Hold

in #fiction7 years ago (edited)

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Desde días atrás había odiado todo, no quería que aquello sucediera. Cuando su pequeña Ywen remontara el vuelo de apareamiento, todo terminaría definitivamente para ella. Este iba ser su segundo vuelo en tres largo años, en los que ella había tenido paz. La primera vez, se había encerrado en su habitación y no con todos los demás en un cuarto, y la tortura de ese día aun le daba pesadillas, aquella quemazón en su interior que rozaba la locura, y los deseos prohibidos que dominaban su cuerpo, pero ella había logrado contenerse. Dominarse a sí misma y mantener un mínimo de cordura, mientras los demás prácticamente se tiraban unos encima de otros y tenían sexo desenfrenado con otros debido al apareamiento de sus dragones en el cuarto que había sido destinado para ellos. Había sido un milagro no haber quedado atrapada en aquel endemoniado lugar, aunque luego de esa experiencia ella quedó con secuelas psicológicas y un tremendo desagrado por ello.

Desde ese día hace tres años atrás, había jurado que se mantendría lejos de ello, veía con desconfianza a todos los Dragoneros de su mismo escuadrón, sobre todo después de algunas conversaciones que había tenido con sus compañeras quienes habían estado encerradas en el cuarto compartido, sobre cómo después de ello y algunas durante el apareamiento se habían sentido doloridas y maltratadas, por la violencia del acto. Algunas otras habían llorado por días, y a sus veintiún otoños, eso quedo gravado negativamente. Ahora, con veinticuatro años, estaba más que dispuesta a evitar aquella monstruosidad de situación.

—Bien, todos presten atención— Dijo Dominik sin alzar la voz llamando la atención de todos, el líder de escuadrón. En la sala común, estaban reunidos todos los jinetes de los Dragones, blancos, negros y grises. —Pronto se acerca la fecha en la que nuestros compañeros entraran en el apareamiento, más que todo esto va para los nuevos.

Los jóvenes, chicos y chicas se miraron nerviosos, y Sarantha los observo desde el fondo con lastima y empatía. Ellos dieron varios pasos adelante parándose enfrente del grupo reunido.

—Se los serán llevados a un cuarto en donde permanecerán dentro por varios días, los jóvenes entrarán una semana antes, luego se reunirán con ellos las jóvenes jinetes una semana después, y permanecerán allí por su propia seguridad— la seriedad en su voz los hizo palidecer, Domink nunca cambio su semblante inexpresivo, y permaneció firme y recto como una estatua, fijando su mirada de ojos violetas en cada uno. —Los demás, iremos al balcón de los acantilados. Cada uno, sin falta.

Sarantha ya llevaba seis años en el escuadrón liderado por Domink, quien era dos años mayor que ella misma. Y la verdad en un principio le desagrado, debido a su severa actitud y lo que en un principio creyó era arrogancia. Pero la verdad es que, con el tiempo, habían comprendido que se tomaba sus responsabilidades seriamente, debido a su muy estricto cogido moral. Ahora, aunque se llevaban mejor, tenían sus desacuerdos de vez en cuando. Él era como una especie de amigo para ella, aunque no del todo, siempre que tenía algún problema acudía en su ayuda y la de sus amigos, Rayner y Amy, debido a que él era uno de los pocos superiores en que el trió podía confiar.

Sarantha salió de sus profundos pensamientos cuando los jóvenes se estaban retirando, y cuando ella misma se iba a marchar, uno de sus compañeros, Noorke se acercó a ella con una mirada lujuriosa en su rostro, que la hizo tener escalofríos del asco.

—Posiblemente esta vez sí logre emparejarme contigo— su mirada la recorrió de arriba abajo, con descaro.

—El cielo va a helarse en verano cuando eso suceda— dijo ella con desprecio y una mirada de pura frialdad. Era bien sabido que él se había aprovechado de algunas jóvenes en la habitación, hacía tres años. —Me das asco, jamás dejare que me toque alguien como tú.

Cuando este intento agarrarla, ella se escabullo rápidamente fuera de su alcance y directo por uno de los túneles, donde se chocó con Domink quien iba caminando, este la miro con una expresión de interrogación, pero ella estaba muy ocupada intentando alejarse de Noorke y sus sucias intenciones, así que prácticamente corrió pasillo abajo a todo lo que le dio sus piernas, pensaba tener un largo paseo con Ywen hasta que él se fuera a hacer sus tareas fuera del Dracal, no quería ser abordada de sorpresa. No noto que Dominik vio a Noorke intentar ir tras ella, y lo detuvo.

Por los siguientes días se mantuvo fuera del radar de Noorke, aunque la verdad es que Sarantha no lo vio casi, hasta que inicio la nefasta fecha de apareamiento. Durante la primera fase, las mujeres no querían nada con los hombres, ellos por otro lado estaban en un constante desenfreno hormonal, que solo los que ya habían pasado de la primera vez, podían manejar. Pero cuando empezaba la segunda semana, el infierno se desataba.


Sarantha abrió los ojos alarmada cuando aquella sensación de ardor se arrastró por todo su cuerpo, y lo retorció de dolor, haciéndola jadear en busca de aire. Cuando empezaba realmente el emparejamiento de las hembras, todo se reducía a ello, un ardor del infierno, y un ansia casi incontrolable, solo que en esa ocasión no era tan fuerte y sorpresiva como lo fue hacia tres años atrás. Se encogió en su cama, oyendo mentalmente a Ywen quejarse, junto a otros Dragones; en esos momentos odiaba tener la habilidad de poder escucharlos. Estuvo en ese estado aproximadamente dos horas, cuando al fin paso, y la ola de sensaciones se redujo, pudo respirar con más calma. observo el techo de la caverna que conformaban sus habitaciones, y decidió ir a por algo de comer antes de que aquella cosa infernal volviera al ataque, tuvo extremo cuidado de no encontrarse a nadie del sexo masculino por los pasillos, volvió con unas buenas provisiones para dos días y bastante agua para beber y se encerró de nuevo en su cuarto.

Dos días después repitió la acción, de nuevo siendo muy cuidadosa, igual que al ir a bañarse. No había visto a ninguno de sus compañeros masculinos de escuadrón, y eso en sí mismo era un alivio, aunque Ywen se quejara tanto y tan constantemente. Solo había visto a otras mujeres, gracias al Dragón. Una vez de vuelta en sus aposentos, camino por el pasadizo que conectaba su alcoba a la de Ywen y procedió a darle algunos masajes y mimos, su Dragona Negra era bastante mimosa y algo consentida, y en ese momento estaba pidiendo atención.

—Por supuesto, aunque quisiera a un buen Dragon macho que me frotara en estos momentos— proyecto sus pensamientos a su jinete, mientas se recostaba boca arriba para que ella le frotara un delicioso aceite de hierbas en la panza.

—Había olvidado que estabas en esa época— murmuro Sarantha por lo bajo, continuando con lo suyo, no atreviéndose a pensar realmente en que sucedería si Ywen se emparejaba con alguien.

—No es tan malo.

—Y tu como lo sabes? Hasta donde yo sé no te has emparejado aun— refunfuño de mal humor deteniéndose para mirarla.

Ywen se volvió sobre la pansa, y se acomodó en un rincón de la caverna, ignorando a su jinete por completo. En algunas ocasiones, se ponía algo rebelde.

—He oído eso— dijo con voz divertida.

—Y ya tienes a alguien en mente, pequeña sinvergüenza?— interrogo con curiosidad, y algo asustada de quien podían ser los escogidos.

—La verdad, hay algunos candidatos bastante tentadores, pero nada fijo por los momentos— Ywen bostezo con su gran mandíbula abierta desde donde podían verse unos dientes blancos y afilados, antes de abrir un gran ojo gris, y mirarla fijamente— Te agradara Saran, no te preocupes tanto.

—Que no me preocupe? Debes estar bromeando— susurro por lo bajo hablando sola, aunque sabía que ya Ywen estaba dormida.


Al día siguiente aproximadamente a las cinco cuarenta de la tarde, Sarantha abrió desmesuradamente los ojos, sorprendida por aquella dolorosa sensación, pero esta vez era más aguda que las anteriores, tenía la necesidad intensa de moverse, aunque su mente no quería porque presentía lo que se acercaba, sus pies se movieron por voluntad propia y al momento siguiente se encontraba reunida en el mirador, junto a muchos otros. Sus ojos oscuros buscaron entre los peñascos a su preciosa Ywen, hasta que la diviso en una de las saleras más altas, estaba lista para remontar el vuelo podía sentir sus ansias y el ardor recorriendo su cuerpo, mientras ella preparaba sus alas a su alrededor para lanzarse al cielo.

Sarantha oía su propia respiración en los oídos, trabajosa y pesada, su cuerpo parecía plomo y por dentro un volcán a punto de entrar en erupción. Asustada giro y barrio el mirador por completo tratando de ver quienes estaban allí, y uno de los que encontró fue a Noorke quien parecía querer ir a por ella, pero estaba igual de inmerso en su propio dragon. Ella cerró los ojos, rogándole mentalmente a Ywen que no escogiera a Yoork, el dragon de Noorke.

Pero Ywen estaba demasiado inmersa en su preparación y no pareció oírla. Abrió los ojos de golpe cuando la sintió alzar el vuelo, inmediatamente más dragones blancos la siguieron, intentando alcanzarla, pero ella era muy veloz y ágil, esquivándolos con bastante facilidad, sus maniobras aéreas parecían una danza que se burlaba de ellos a la vez que los incitaba, Yoork era uno de los que más cerca estaba de ella, aunque no el único. El vuelo parecía durar horas, aunque Sarantha no sabía cuánto tiempo había transcurrido ya, cuando en una de las laderas apareció otro Dragon blanco, un macho de gran tamaño, y ella lo reconoció de inmediato.

Era Nanook, el gran blanco de Dominik.

Sus ojos oscuros se despegaron del vuelo de su dragona, para volviere a recorrer la multitud, y ahí justo observándola estaba él. Dominik, con sus ojos violeta clavado en ella. Sarantha jadeo en sorpresa cuando se dio cuenta del porque estaba allí, Nanook pensaba remontar el vuelo con Ywen. Ella giro de nuevo su mirada a su Dragona Negra, que también se había percatado de la llegada del nuevo pretendiente y parecía encantada con ello. Nanook se posiciono en la roca como evaluando la situación, estaba inmóvil con la mirada fija en Ywen y los otros dragones; por unos minutos más, permaneció en esa posición, cuando Ywen hizo una maniobra en el aire para esquivar a otro pretendiente, Nanook desplego sus alas de un solo tirón y alzo el vuelo, moviéndose a gran velocidad hacia ella.

Ywen se vio bastante sorprendida por esa acción, pero inmediatamente se recuperó y se elevó aún más ganando velocidad y dejando a los otros atrás, solo Nanook y otro Blanco se mantenían detrás a una distancia prudente. Emocionada Ywen maniobro entre ellos, contorneando su gran cuerpo entre ambos machos, sin llegar a tocarlos voló más cerca de los espectadores del mirador, cuando Yoork se le apareció de repente, ella le gruño y se alejó rápidamente, él no estaba entre sus favoritos. Cuando alzo de nuevo el vuelo y se contorneo en un giro, se vio sorprendida cuando Nanook incremento la velocidad y se puso a su lado, su gran tamaño la cubría, y con la escasa luz del atardecer Ywen por fin cedió, complacida de que fuere este Blanco capaz el que la hubiera alcanzado por fin luego de su juego previo. Cuando la última gota de luz se extinguió, Nanook cubrió por completo a Ywen, entrelazándose ambos en un baile especial, donde comenzaron a unirse como pareja.

Sarantha, sintió como la respiración abandono sus pulmones, y sus piernas se debilitaron, su vista se oscureció mientras sus parpados se cerraban, ella se sentía caer a un vacío negro, con el terror de lo que vendría a continuación.


Cuando parpadeo se encontró mirando a un amplio techo, al cual observo por unos minutos mientras se ubicaba. Confundida intento alcanzar a Ywen, solo para descubrir que ella estaba apareándose en esos momentos; totalmente en shock, se levantó de sopetón a una forma sentada, y noto que estaba sobre una cama de suaves colchas y que la claridad de la habitación se debía a las velas esparcidas por todos lados, sus llamas bailaban y lanzaban sombras por todo el lugar, sin embargo, ella no reconoció la alcoba. Su corazón palpito cada vez más rápido, al ir recordando los acontecimientos pasados antes de perder el sentido, cerró los ojos sintiendo como la sangre se drenaba de su rostro, Ywen se había emparejado, pero lo último que recordaba era a Yoork interceptándola.

¡No! Grito su mente, no podía estar emparejada con Noorke, eso era imposible, pero en medio de su desespero recordó que había un dragón blanco enorme, que había alcanzado a Ywen al último minuto, y no era Yoork. La revelación le vino al instante, Nanook el gran blanco de Dominik. Al instante abrió los ojos de par en par, y justo en frente de ella recostado contra el marco de la entrada a esos aposentos estaba Dominik, observándola con una mirada calma, igual que su rostro.

—Así que ya has despertado… — incluso su tono de voz era calmo, amable.

Sarantha se le quedo viendo fijamente con los ojos abiertos de par en par, y el rostro pálido. Estaba paralizada, sin saber qué hacer, por las leyes que los gobernaban, ella era ahora legalmente su esposa y compañera. Aunque estaba en cierta forma aliviada de que no fuera Noorke con quien se hubiera unido, tampoco sabía qué hacer con él. Dominik era un misterio andante, aunque era uno de los pocos hombres que ella admiraba y respetaba. Su código de honor era inquebrantable, y siempre era justo con los demás, ella no podía haber pedido un compañero mejor, pero eso no aliviaba la situación del todo.

—Me sorprende que este ahí de pie— su voz parecía un susurro ronco, que apenas era audible, el pánico la recorrió por entero.

—Porque no iba a estarlo? Aunque no es eso lo que realmente te estás preguntando, ¿no? — inquirió con voz pausada, sus magníficos ojos violeta entrecerrados, un mecho de cabello rubio platino descansaba en su frente igual de inmóvil que él.

Sarantha trago en seco, mientras el miedo se acumulaba en su estómago.

—Porque te elegí de entre todas las demás? cuando podría haber tenido a cualquiera si así lo hubiera querido— murmuro él, dando voz a sus más oscuros y desconcertados pensamientos que ella mantenía bajo la superficie.
Ella permaneció en silencio, incluso cuando él se enderezo y camino hasta detenerse a los pies de la cama, observándola. No llevaba el chaleco de cuero que usaba normalmente, su pecho estaba expuesto a la luz de las velas, resaltando su piel blanca y la impresionante musculatura que poseían los jinetes dragoneros masculinos, solo tenía puestos los pantalones de cuero y las botas.

—¿Porque yo?— al fin se las arregló para preguntar, aunque un nudo se atoraba en su garganta.

—Porque es a ti a quien deseo, y no a otra mujer— respondió llanamente, sin endulzarlo, sin mentiras.

Sarantha se mordió el labio con fuerza, no solo por su declaración, si no por los efectos del apareamiento que empezaban a resurgir con fuerza en su cuerpo, aquel dolor-ardor que la atormentaba y que iba desde sus senos hasta el lugar entre sus piernas; sintió como sus mejillas se calentaban, y supo que estaba sonrojada. Sintió un líquido metálico y salado en su boca, testimonio de que se había roto el labio, y era sangre lo que saboreaba, pero ni eso lograba distraerla de aquella ansia monstruosa que la recorría entera. No pudo evitar dejar salir un pequeño jadeo debido al deseo contenido que le provocaba el maldito emparejamiento, aunque estaba muriendo de vergüenza porque él la estaba viendo.

Ella se tumbó en la cama, encogiéndose en una pequeña bola para intentar disminuir las sensaciones al igual que el dolor, sentía que las ropas le pesaban y estaba acalorada, pero no podía sacarse las prendas frente a él. Sintió sus ojos anegarse en lágrimas de humillación y frustración, mientras se retorcía con la onda de sensaciones.

—¿Cómo puedes andar tan normal?— acuso ella con la respiración algo entrecortada, mirándolo entre las pestañas húmedas.

Él se había desplazado y ahora estaba sentado en la cama a su lado. Con una mano aparto tiernamente unos mechones de su largo cabello castaño oscuro fuera de su rostro, y con el pulgar retiro una lágrima que caía por la mejilla.

—Es porque tienes miedo, que puedo contenerme— respondió calmado, su voz suave hizo brotar más lágrimas de sus ojos oscuros que lo miraban confundidos. —Porque estas asustada de mí, y lo que va a pasar más adelante, por eso Sarantha, es que he podido contenerme tanto tiempo a pesar de que los efectos del emparejamiento me impulsan a tomarte, y hacerte mía.

—Pero aun así… — susurro ella, pero él la interrumpió con brusquedad.

—No voy a hacerlo por la fuerza. Si tú no estás dispuesta no puedo hacerlo, no voy a forzarte aun sabiendo que temes nuestra unión sobre todas las cosas, eso no es correcto— su expresión mostro total sinceridad, que el corazón de Sarantha se conmovió, sus ojos nunca abandonaron los de ella. —Pero tampoco estaba dispuesto a entregarte a otro, que no entendiera tus miedos y temores y aun así te forzara a yacer con él, como Noorke estaba dispuesto a hacer.

—Lo sabías… — jadeo sorprendida, sus labios temblaban igual que su cuerpo entero, soportando las sensaciones contenidas dentro de sí.

—Sí, y me encargue de que estuviera lejos de ti todo el tiempo, incluso cuando empezó la segunda semana de apareamiento— su expresión se volvió fría al rememorar esos días oscuros. —Pensé que podía dejarte ir si la persona era aceptable, pero al final fui egoísta. A Nanook ya le interesaba Ywen desde hacía mucho tiempo, y él estaba dispuesto a reclamarla en lo que entrara en la semana de apareamiento, pero debido a mí él se contuvo; no obstante, yo te quería para mí, el solo pensar que otro te tocara… ¡Por los Dragones, me volvía loco…! así que al final él me hizo entrar en razón. La única manera de mantenerte a salvo, era si yo estaba a tu lado, aunque me terminaras odiando por ello.

Después de todo lo que él había hecho por ella, y su sincera declaración, Sarantha quería devolverle algo a cambio por su bondad, a pesar de que sabía que Dominik la deseaba con fervor, tal vez con él las cosas fueran diferentes. Trago con dificultad, antes de atreverse a hablar.

—Tengo miedo… estoy tan asustada de lo que pueda pasar— susurro por lo bajo, mientras tomaba su mano entre la suya, consiguiendo que Domink la mirara con fijeza. —La última vez vi los resultados del emparejamiento, y fue horrible… eso cambia a las personas, una chica incluso lloro días enteros después de la unión… ¿Va… Va a dolerme?— pregunto vacilante, y con los ojos llenos de miedos e inseguridades. Su instinto era huir y correr lo más lejos posible, pero por alguna razón no podía alejarse de él.

—No voy a mentirte y decirte que no, solo para que accedas— dijo seriamente, sosteniendo su mirada con la suya propia. —Va a haber un grado de dolor, incluso con los efectos del emparejamiento de nuestros dragones, sentirás todo, dolor, placer, ansiedad, todo estará incrementado por cuatro.

—¿Es así para todas?— susurro perdiendo el valor poco a poco.

—No siempre, todo depende de si el compañero es considerado y sabe controlarse y medir su fuerza— comento acariciando sus largo cabellos oscuros, dándole un masaje para calmarla sin que ella se diera cuenta. —Pero, siempre dolerá si una de las parejas en virgen. No importa si el compañero la toma con cuidado, dejar esa condición siempre causa un grado de dolor.

Sarantha oculto sus ojos bajo las pestañas, analizando sus palabras y la información dada, estaba segura de que él estaba siendo sincero con respecto a ello. Dominik no mentía, ni siquiera para beneficiarse.

—Yo... aun no he estado con nadie... nunca me ha tocado un hombre de esa forma— dijo en voz baja, haciéndole saber la verdad de su situación. El temblor de su cuerpo junto con las sensaciones iba incrementándose por momentos, haciéndola jadear en busca de aire y de un alivio para aquella cosa que la dominaba. Pero su mente necesitaba tranquilidad antes de que ella pudiera acceder a lo que vendría, no importaba si moría en el intento.

—Lo sé. Siempre lo supe... desde el primer día en que te vi, supe que eras diferente de las demás.

—Yo... está bien... — Sarantha desvelo sus ojos oscuros, clavando la mirada en los violetas. Había estado deliberando, y llego a la conclusión de él era el mejor compañero que podía haberle tocado, y si era él, seguramente no sería tan horrible, aunque no se detuvo a pensar demasiado en eso. No quería perder el poco valor reunido. —Yo... Confió en ti.

Dominik cerró los ojos y tomo una onda respiración, tratando de calmarse a sí mismo, ya desde hacía tiempo que su control había empezado a disminuir, debido a su cercanía con ella y a su tentadora figura reposando en su propia cama donde la había imaginado montones de veces. No iba a arruinar el momento por las ansias de poseerla; abrió sus ojos y la observo, sus largo cabellos oscuros estaban esparcidos por la cama, su piel del color de la miel resplandecía por las llamas de las velas haciéndola aun mas tentadora, y mientras, se preguntaba si ella sería igual de suave por todos lados. Sus vestimentas consistían en un vestido blanco que se adaptaba perfectamente a su figura delgada y preciosa, dejando los hombros al descubierto junto a su cuello que se moría por saborear; ella era única para él, su figura lo volvía loco de deseo, de pequeños pechos, cintura estrecha y redondeadas caderas, no se parecía a ninguna mujer que hubiera conocido antes.

Con sumo cuidado Dominik se recostó a su lado, sacándose las botas antes de hacerlo. Se apoyo en el antebrazo para no aplastarla y poder verla en su totalidad. Para él ella era la criatura más hermosa que hubiera existido nunca, y ser el primero y único hombre en convertirla en mujer lo llenaba de orgullo y posesividad. Con su otra mano, tomo un mecho de cabello y lo llevo a su rostro, inhalando la fragancia única de ella, a naranja y melocotones; saboreo la suavidad de su cabello contra sus labios solo deleitándose en ese pequeño placer, sin darse cuenta de que ella lo observaba con curiosidad y nerviosismo a la par.

Sarantha estaba desconcertada por las acciones de Domink, ella había supuesto que el iría directo al grano y la poseería, haciéndolo algo agradable para ella. Pero él no parecía interesado del todo por su cuerpo, ni por sacarle las ropas de una sentada como había escuchado había sucedido a otras, más bien parecía encontrar sus cabellos más interesantes. Se removió inquieta en la cama, y al hacerlo noto que su cuerpo musculoso estaba pegado al suyo, y que, por supuesto el estaba sin camisa, su piel era cálida al tacto, tenía la tentación de estirar la mano y tocar su pecho para ver que textura tendría, pero no se atrevió, así que simplemente se quedo tendida allí con las manos a cada lado de la cabeza esperando por su próximo movimiento.

Dominik lentamente dejo ir su cabello al notar su sutil movimiento, ella inconscientemente se había ido relajando un poco aunque seguía nerviosa, su temor ya no era la principal emoción que la dominaba, la curiosidad brillaba patente en su mirada, como si no supiera que hacer o cómo reaccionar, pero eso era entendible desde que ella era virgen en todos los sentidos; el bulto de sus pantalones ya hacía rato que estaba presionando la tela, queriendo salir a la luz, pero si lo hacia ella se asustaría mortalmente y seguramente se echaría para atrás, no queriendo que eso sucediera, él se inclino lentamente hacia su cuello expuesto y con sus labios lo rozo con ligereza y ella jadeo involuntariamente, cuando su lengua toco su piel ella se estremeció. Pero no de rechazo.

Ella sinceramente estaba muy sorprendida, jamás se imagino que semejantes sensaciones la recorrieran con ese simple acercamiento. Sentía su cuerpo pesado y al mismo tiempo quería pegarse a él todo lo posible, y restregarse como un gato en busca de carisias; cuando su lengua húmeda volvió a pasar por su cuello miles de escalofríos la recorrieron entera, sus pechos le pesaban y querían una atención que no sabía pedir, un calor liquido bajo desde ellos pasando por su estomago hasta instalarse en el lugar secreto entre sus piernas semi separadas, que hizo que las cerrara en un intento por contener la sensación estremecedora. Cerro fuertemente sus ojos cuando el volvió a repetir el mismo movimiento, sus manos desesperadas de agarrarse a algo, tomaron la sabana bajo ella, apretada en dos puños fuertemente cerrados.

—Dominik... —Jadeo ella, desesperada, su cuerpo era demasiado sensible y no pudo evitar retorcerse a su lado.

El se detuvo, enterrando la cara contra su cuello e inhalando su escancia, para controlase un poco, no había esperado aquella monstruosa ansia por devorarla entera, ni que ella estuviera tan receptiva a su toque, aunque realmente solo sus labios y lengua habían entrado en contacto con su piel, que tenía un sabor único a miel y especias le provocaba probarla entera. Una vez logro controlarse de nuevo, se elevo y la observo detenidamente, su rostro estaba sonrojado y los labios entreabiertos, su pecho subía y bajaba desacompasadamente, signo de su agitación, con los ojos fuertemente cerrados, mientras su cuerpo contra su voluntad se removía inquieto, anhelante de sus atenciones. Era una imagen condenadamente sensual.

—Mírame, Sarantha— su voz firme y ronca consiguió su atención, sus ojos medio cerrados estaban nublados. —Voy a besarte.

Dominik no le dio tiempo para pensarlo mucho, bajo su cabeza y conecto sus labios con los de ella, al instante su sabor los inundo a ambos, los de ella dulce y especiados, los de él fuerte y varonil, aunque al principio solo empezó como un rose, pronto se convirtió en un apasionado encuentro, aunque Sarantha era algo torpe en ello, su entusiasmo y pasión igualaban a los suyos propios; por más que lo intento no pudo dejar sus manos quietas, y pronto se encontró sosteniéndola entre sus brazos y contra su pecho, sintiendo sus curvas femeninas contra las suyas masculinas. Ambos estaban enfrascados el uno en el otro, así que ella no se dio cuenta cuando Dominik tomo el borde de su vestido y se lo levanto hasta quitárselo por la cabeza, luego lo tiro descuidadamente a un lado, y contuvo la respiración audiblemente ante la imagen de ella desnuda frente a sus ojos.

—Soy... soy pequeña... — susurro avergonzada velando sus ojos bajo las pestañas, no queriendo ver decepción en su mirada violeta.

El la tomo con cuidado, pero firmeza de la barbilla, haciéndola elevar su rostro hacia sí, encontrando sus miradas con intensidad y verdadera sinceridad, quemándola al igual que sus palabras.

—No quiero ni necesito a una mujer mas voluptuosa, para mi eres perfecta— declaró.

Su mirada barrio su cuerpo con intensidad, encendiéndola de nuevo en la pasión, con sumo cuidado extendió su pulgar y acaricio la punta de su pecho derecho, ella hizo un ruidito y elevo su torso para que su seno llenara su palma y poder sentir su toque entero, su mano callosa por el trabajo y el entrenamiento se sentía algo áspera contra su suave y tierna piel, pero al mismo tiempo le provocaba placer. La reacción de ella a su toque, lo sorprendió, pero también le encanto hacerla reaccionar de esa forma, solo para él. Sarantha hacía tiempo que había olvidado sus temores sobre el acto de emparejamiento, en su lugar estaba solo maravillosas sensaciones y un ansia tremenda de que él la tocara por todas partes.

Dominik la acerco más a su cuerpo, haciendo que estos entraran en contacto, sus suaves senos de botones canela presionados contra su duro pecho, y su plano estomago contra el suyo, sus piernas entrelazadas mientras sus pequeñas manos estaban ancladas en sus hombros, y sus labios unidos en un desenfreno de pasión. Hacía algún tiempo que él se había quitado los pantalones, y ambos estaban solo piel contra piel, su miembro excitado anidaba entre los suaves muslos de ella, mientras Sarantha se retorcía y frotaba contra su masculinidad, ansiando lo desconocido del placer de la unión entre un hombre y una mujer.

Sus suaves jadeos y gemidos de placer, lo volvían loco, pero aun conservaba algo de sentido común como para contenerse y no penetrarla y zambullirse en aquel rincón cálido que lo esperaba y llamaba constantemente. Porque debía tratar su inocencia con cuidado para no provocarle demasiado dolor, ya que él estaba más potente de lo normal y ella seguramente sería muy estrecha a pesar de lo resbaladiza que pudiera estar, y sería insoportable para su pequeño cuerpo. No, el debía contenerse e iniciarla con cuidado.

Sus dedos descendieron de su cintura, hasta la unión de sus piernas, internándose entre el bello del monte de Venus, hasta encontrar el botón que buscaba, cuando sus dedos la tocaron en una caricia tentativa, ella salto y lloriqueo, empujándose contra su mano en busca de más. La acarició con cuidado, elevando su placer muy alto, bajo su cabeza hacia su pecho y tomo un pezón en su boca, tirando con suavidad, pero insistencia, hasta que la oyó gritar su nombre a voz en cuello y sacudirse con violencia. Verla le daba placer.

Sarantha estaba inmersa en maravillosas sensaciones que habían sido desconocidas por completo para ella, no sentía ningún dolor, solo placer, la calidez del peso del cuerpo de Dominik, las caricias en lugares inexplorados de su cuerpo la estaban volviendo loca, y no podía parar de retorcerse, cuando sintió repentinamente como este tomaba la punta de su pecho en la cavernosa calidez de su boca húmeda, eso la envió por encima del borde, haciendo que su cuerpo inocente se convulsionara en espasmos de placer descontrolado, mientras gritaba su nombre.

Por lo que le pareció horas, pero fueron minutos, permaneció laxa y perdida en la oleada de sensaciones que recorrían su cuerpo relajado, hasta que estas fueron desapareciendo. Vagamente se pregunto si aquello había sido lo que llamaban orgasmo, y si así era, ella se preguntaba porque en el apareamiento anterior, las mujeres habían salido tan lastimadas, cuando las sensaciones eran tan diferentes y deliciosas. Al sentir como los dedos de Dominik volvían a tantear entre sus piernas el botón súper sensibilizado, se sorprendió al instante de que su cuerpo reacciono llenándose de placer.

—¿Cómo...?— susurro asombrada de que pudiera responder tan rápido luego de su increíble orgasmo previo.

—No hemos terminado, Sarantha... aun hay mucho mas placer que puedo proporcionarte— murmuro él con voz ronca, mirando su rostro sonrojado mientras la volvía a excitar.

—No... no creo que pueda aguantar... — comento entre jadeos y gemidos, retorciéndose bajo él.

—Sí, puedes— aseguro con voz ronca y grave.

Capturo su mirada con la suya, mientras con suavidad y lentitud sus dedos sondeaban más allá del botón y encontraban la abertura a su entrada; salto cuando él deslizo un dedo dentro, abriendo los ojos de par en par, sus labios rojos e hinchados por sus besos estaban entre abierto en jadeos irregulares. Domink apretó los dientes y su mandíbula se puso rígida, ella era demasiado estrecha y caliente, lo más seguro era que la lastimara bastante durante su unión, pero maldición ya no podía echarse atrás, estaba en el punto de no retorno, aun así, intentaría hacerlo lo más placentero para ella. Con cuidado deslizo un segundo dedo dentro.

—Eres bastante estrecha.

Su rostro adquirió el color de las fresas maduras.

—No... no digas eso... — tartamudeo, sintiendo como sus dedos la masajeaban por dentro de su cuerpo, haciendo que su vientre se contrajera alrededor de ellos, sujetándolos allí. Era sumamente vergonzoso.

Sarantha sentía el placer regresando a medida que el incrementaba las caricias entre sus piernas, hasta que Dominik no supo que ella estaba lo suficientemente excitada, no retiro sus dedos de ella; cuando protesto él la silencio con un beso, mientras se posicionaba sobre ella cubriéndola por completo con su cuerpo musculoso, separo sus muslos con las rodillas para hacerse un sitio, y poso la cabeza de su miembro excitado en la entrada de su abertura. Los jugos de su orgasmo anterior bañaron la cabeza de este, haciéndola resbalar entre sus piernas. Y eso aumento su propio placer al igual que el de ella.

—Mírame, quiero que entiendas lo que sucederá ahora... —dijo con voz ronca, no queriendo ocultarle nada.

Confundida Sarantha observo el lugar al cual indicaba Dominik, y vio su miembro erecto, sus ojos se abrieron asustados, el estado de embotamiento en el que se encontraba se disipo, su tamaño la intimido bastante, no podía creer que aquello fuera a entrar en ella. Era imposible.

—Es demasiado... nunca entrara... — el miedo se destilaba en su voz, igual que se reflejaba en su cara.

—Sí, tu cuerpo es más flexible de lo que crees, podrás acogerme en tu interior, sin embargo, no sin un costo de tu parte— le explico con toda la calma que pudo reunir, los músculos de sus brazos estaban abultados por sostener su peso sobre ella. Su mirada quemo la suya. —En el momento en que entre en ti, sentirás dolor y yo no puedo evitarlo, pero después pasara.

—Yo... — tartamudeo ella, temerosa.

—¿Confías en mi?— la interrumpió, totalmente serio manteniendo su vista en sus ojos oscuros y llenos de terror.

—Si— susurro con voz ronca.

Dejo que él tomara sus manos con las suyas y las llevara por encima de su cabeza, sosteniéndolas allí con las propias. Sus ojos nunca abandonaron los de ella cuando empezó a penetrarla con lentitud hasta que la cabeza de su miembro toco la barrera que proclamaba su inocencia, si a él le hubiera quedado alguna duda respecto a eso, ya no la tendría. Ella era tan ajustada, como seda caliente apretada en contra de él, su respiración era agitada y en su frente se podían apreciar gotas de sudor, por el esfuerzo de contenerse a sí mismo de enterrarse profundamente en ella una y otra vez y terminar.

—¿Confías en mi?— volvió a preguntarle, porque de lo contrario las cosas podían salir mal, y ella terminaría con verdaderos motivos para odiarlo y temerlo el resto de sus vidas.

—Con mi vida.

Dominik cerró los ojos por un momento tomando fuerza de flaqueza, luego los abrió capturando su mirada, y con un impulso de sus caderas forzó su entrada en ella, atravesando su barrera hasta el fondo. Sarantha grito por el dolor, que la dejo sin respiración, las lágrimas bajaron de sus ojos mientras sollozaba, inconscientemente intento alejarse para disminuir la dolorosa invasión, pero eso solo ocasiono que entrara aun más en ella.

—Dominik... — lloriqueo removiéndose bajo el.

—Mírame— dijo entre los dientes apretados, tratando de mantenerse inmóvil para no seguir lastimándola, sus lagrimas lo mataban por dentro, saber que él las había provocado. —Sarantha mírame... Debes quedarte quieta, deja que tu cuerpo se acostumbre al mío... solo confía en mí.

A través del dolor, fijo su mirada borrosa por las lágrimas en sus ojos violetas, concentrándose poco a poco, logro dejar su cuerpo inmóvil bajo el más grande de él, tomo bocanas de aire para llenar sus pulmones, cada mínimo movimiento por más pequeño que sea, enviaba un coletazo de dolor por su cuerpo.

—Concéntrate en mi, solo en mi voz— susurro bajo, besando su frente, su nariz, sus mejillas, hasta tomar sus labios.

Con sus manos comenzó a acariciar su cuerpo, sus pechos, su vientre, piernas, volvió a subir por estas hasta que encontró el botón entre sus muslos, que acarició suavemente hasta que sintió su cuerpo relajarse poco a poco, y lo provoco para responder al suyo.

—Eso es... concéntrate, siente el placer recorrerte, siénteme dentro de ti... llenándote, esto es el emparejamiento— la pasión se traslucía por su voz ronca.

—Dominik... —susurro, entrecortadamente.

Las sensaciones de su cuerpo eran increíbles, el dolor había dado paso a un placer aun más profundo, su invasión ahora era bien aceptada, lo sentía dentro duro, como terciopelo sobre hierro, y cuando él comenzó a moverse creyó morir del placer, con cada arremetida de sus caderas más profundo llegaba, y más placer sentía ella. Los gemidos y jadeos de ambos se entremezclaban igual que sus respiraciones, Sarantha no pudo evitar arquearse contra él, en un intento de llevarlo más adentro de ella.

—No es suficiente... Dominik... — lloriqueo, abrazándolo contra si, mientras se sentía ir al precipicio por el placer.

—Nunca lo será, no entre nosotros... — declaro entre los dientes apretados, él también estaba en el borde, pero no se lanzaría hasta que ella lo alcanzará primero.

Con una última embestida, Sarantha y Dominik alcanzaron el orgasmo juntos. Ella grito a todo pulmón, mientras se convulsionaba bajo él, y se desasía en pedazos en sus poderosos brazos. Él por otro lado, termino con un ronco gruñido casi bestial, vaciando su simiente dentro de ella, hasta que quedo sin fuerzas y se desplomo sobre su pequeño cuerpo, exhausto. Cuando recupero el sentido algunos minutos despues, se aparto de ella rodando no queriendo aplastarla, se levanto de la cama y se acerco a una palangana que tenia agua y mojo un trapo en ella, para a continuación limpiarse.

Aun estaba sorprendido por lo explosivo de su unión, y lo que había sentido al yacer con ella. Justo en ese momento se sentía sumamente orgulloso por haberla convencido para arriesgarse a pesar del miedo de ella, y demostrarle que no todo era malo. Él deseaba protegerla y mantenerla junto a él todo el tiempo que pudiera antes de tener que enfrentar al mundo de nuevo. Nanook estaba en esos momentos descansando junto a Ywen, ambos estaban sanos y bien, y eso lo alegro. Mojo otra tela en el agua y se volvió hacia la cama donde aún permanecía Sarantha tumbada desnuda boca arriba, con los ojos cerrados y su respiración pausada, por un momento creyó que se había dormido, pero algo le decía que solo estaba exhausta.

Se acerco a la cama, sentándose a su lado, e inmediatamente ella abrió los ojos, medio entrecerrados lo observo soñolienta y algo cansada. Sentía su cuerpo pesado, y gratamente dolorido, no tenía fuerzas ni para moverse, su mente aun intentaba procesar lo que había ocurrido, sin éxito.

Dominik la observo con posesividad, ella ahora era legalmente suya, le pertenecía en todos los sentidos; su mirada viajo por su cuerpo, su esbelto cuello, sus frágiles hombros, sus pequeños pero perfectos pechos con sus botones que solo él ha saboreado, su cintura pequeña, y redondeadas caderas, y piernas preciosas. Su mirada se detuvo en sus muslos, que estaban manchado con la sangre de su virginidad y su propia muestra de virilidad. Los jugos de su pasión. Respiro profundo sintiendo como se endurecía de nuevo, la deseaba una vez mas... pero para ella era muy pronto. Se estiro y puso la tela mojada por la cara interna de sus muslos, al instante ella puso su mano en su muñeca deteniéndolo.

—¿Qué haces...? —interrogo, parpadeando.

—Pensé que te gustaría limpiarte un poco— la miro con fijeza, una pequeña sonrisa asomaba a sus labios masculinos cuando continuo. —Aunque a mí me gusta más verlo en ti, porque es un recordatorio de lo que hemos compartido.

Su cara se torno roja, muerta de vergüenza cuando se dio cuenta de que estaba completamente desnuda y expuesta ante él. Busco con la mirada algo con lo que taparse, pero su vestido estaba demasiado lejos, cuando hizo un movimiento para alcanzar la sabana y cubrirse, los brazos de Dominik la alzaron y se encontró sentada entre sus fuertes piernas masculinas.

—¿Porque te avergüenzas, luego de lo que hemos hecho?— pregunto con curiosidad, sintiendo sus curvas contra él; pero ella mantenía oculto su rostro en su hombro. —He conocido tu cuerpo íntimamente, tocado y besado casi todo de él, he estado dentro de ti...

—Dominik... por favor... no sigas... — su voz sonó amortiguada.

—¿Que te mortifica, Sarantha...? ahora somos compañeros, háblame— ahora el estaba preocupado por ella. —¿Te hice mucho daño? ¿Es eso...?

—¡No!— reclamo de inmediato, elevando su rostro sonrojado hasta dar con su mirada. —Yo... es que no sé cómo debería reaccionar... fuiste bueno conmigo, a pesar de que me dolió en un principio, yo no esperaba que fuera así... — suspiro rememorando las horas pasadas, el placer delicioso que le había proporcionado, su cuidado para con ella.

—Dime que te molesta, y podremos solucionarlo juntos— comento acariciando su larga cabellera. Le encantaba poder tocarla de cualquier manera.

—Aun no comprendo porque me elegiste a mí, soy solo una campesina que tuvo suerte de impresionar a un Dragon... en cambio tu provienes de una line sanguínea de Dragoneros, y eres el líder de mi escuadrón... — ella no supo como continuar y dar voz a sus inseguridades.

Dominik la tumbo en la cama de nuevo sin darle tiempo a protestar, se coloco sobre ella y tomo su boca con ardiente deseo, sus hábiles manos la incitaron, haciéndola excitarse de nuevo. Poco después él la tomo de nuevo dos veces más, dejándola totalmente extenuada y sin fuerzas. Solo entonces le respondió.

—A mi no me preocupa ni mi rango ni mi procesión familiar, solo tu Sarantha— estaban acostados juntos en la cama, ella lo miraba desconcertada por su repentina pasión y sus palabras. Sus ojos violetas la miraron con intensidad. —Eres mía ahora, soy el único que puede tocarte con libertad... el único en haber estado dentro de ti, y haberte hecho gritar de placer, gritar mi nombre.

—¡Dominik!— exclamo ella, escandalizada y con el rostro de nuevo arrebolado. Pero extrañamente complacida por sus palabras.

—Que quieres que diga? Así es como lo siento— dijo encogiéndose de hombros, mientras acariciaba sus cabellos, aquello parecía fascinarlo. —Ya desde el primer apareamiento te quería para mí, pero eras muy joven e inexperta, y no sabrías controlarte, si hubiera intentado emparejarme contigo esa vez, seguramente que no hubiera salido tan bien.
Habrías acabado odiándote y yo a mi mismo también.

—No lo entiendo...

—Por el hecho de no poder controlarte a ti misma, hubieras sentido que lo que paso hoy no era correcto debido a la violencia del primer apareamiento, eventualmente tu trauma hubiera sido peor— explico con calma, dándole masajes en el cuello mientras hablaba. —Por mi parte, no sería diferente de lo que hizo Noorke esa vez, al aprovecharse de la situación...

—¡No! — exclamo ella, enfadada. —Tú no te pareces a él, de ninguna manera. Noorke nunca hubiera podido hacerme sentir de la manera en que lo hiciste tu... fue especial, no una violación o algo incorrecto, o así lo sentí yo... nadie más que tu puede provocar esta reacción en mi. Además... no podría soportar que cualquier otro me tocara de esa manera... no es correcto— susurro mortificada.

Dominik se sonrió, mientras la estrechaba mas contra sí.

—¿Porque sonríes?— reclamo Sarantha, sintiéndose sumamente ofendida y dolida.

—Porque yo mataría a cualquiera que intentara poner un solo dedo sobre ti— gruño pegándola contra su cuerpo de nuevo excitado. Noto como su rostro se sonrojo, adoraba cuando el provocaba esa reacción en ella, porque sabía que no era inmune a su presencia. —Soy un hombre celoso.

—No... no podemos hacerlo de nuevo... — murmuro, aunque estaba empezando a excitarse, sin embargo ella no podría hacerlo aunque quisiera.

—Lo se... ¿Crees que no note que estaba dolorida cuando te penetre la ultima vez?—comento suspirando, los arropo con la sabana sin dejarla marchar de su abrazo. Cuando vio su cara de sorpresa sonrió tiernamente. —Sí, me di cuenta de que te tensaste cuando entré en ti... — su tono se volvió serio, cuando volvió a hablar. —Para mi... eres la persona más importante, y tu bienestar es primordial.

Sarantha intentaba mantenerse despierta por todos los medios, pero el cansancio era demasiado, así que se quedo dormida en los brazos de Dominik, con la cabeza recostada en su hombro y la mano izquierda sobre su corazón.

Los siguientes dos días, Dominik no le permitió salir de la cama, nada más que para refrescarse y estirar un poco las piernas. Nanook e Ywen, por fin ese día habían acabado con su apareamiento, y la sobrecarga sensorial que ambos sentían, había desaparecido. Y Sarantha pudo respirar de alivio, ya no sentía la necesidad de saltar sobre Dominik en cualquier momento, aunque cada vez que lo veía su corazón se aceleraba y sus mejillas adquirían color. Aun ahora tres días después, ella se sentía dolorida, y físicamente exhausta. pero de otra forma que no entendía, muy aliviada. Él la hacía feliz, no solo en el dormitorio, si no los pequeños pero significativos detalles que tenia con ella, su ternura a la hora de tratarla, aunque en ningún momento sintió que la degradaba ni la menospreciaba. Siempre la trataba como a su igual, desechando sus inseguridades sobre todo lo demás.

Él la hacía feliz.

El contenido de este post es de mi autoría @zoteria
gracias por pasar

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