SIN DIVISION

in #fe6 years ago

*Antonio Pernía

Quien se divide contra si mismo no permanece y termina asolado, y esta es uno de los temas que trataremos en este escrito, al expresar que la Biblia revela claramente la esencia de esta frase, sobre todo cuando los fariseos señalaban a Nuestro Señor Jesús de estar poseído por el príncipe de los demonios, por el simple hecho de sanar a un endemoniado, ciego y mudo.
“…todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá” (Mateo 12:25), fue la respuesta de El Maestro a quienes quisieron humillarlo, lo cual nos remite como ejemplo a las situaciones que diariamente viven las familias, las ciudades, las naciones, incluso los gobiernos, las comunidades y hasta las organizaciones políticas y las iglesias.
Por tal razón, debemos mantenernos unidos para vencer, para conquistar y obtener la victoria en nuestra lucha diaria, pues quien se divide no permanece, y bien claro lo cita como ejemplo Nuestro Señor Jesucristo al señalar que “…si Satanás echa afuera a Satanás, contra sí mismo esta dividido; ¿cómo pues permanecerá su reino? (Mateo 12:26).
Cualquier palabra que el hombre exprese contra el hombre y esta contenga maldad, de seguro lo afectará en su futuro, pues surge la ruptura y como consecuencia una gran división, que en muchos casos le será difícil enmendar, pues quien contiene amargura en su corazón, ira, rabia injuria, falso testimonio y resentimiento sobre algo o contra alguien, solo atesora maldad, y como tesoro al fin, es su riqueza, y solo podrá ofrecer eso, porque eso fue lo que atesoró en su corazón, tal como lo explica nuevamente Nuestro Señor Jesucristo en la Santas Escrituras, al revelarnos que “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12: 35).
Debemos estar firmes ante nuestro reconocimiento de amor a Dios y al prójimo, de lo contrario, estaremos dividiendo el reino, sobre todo cuando pasamos por una aflicción o tribulación, y nos atrevemos a decir ¿Porqué Señor me ocurre esto a mí? Yo que te lo he entregado todo, que te sirvo ¿Porqué a mí?. Sin duda alguna con estas palabras y con otras similares estaríamos blasfemando contra el Señor, pues estamos diciendo que es malo, y encausamos con estas afirmaciones una división. Dividimos el reino y como tal, nos hacemos vulnerables a la iniquidad.
El reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo y no somos quienes para destruir la obra de Dios, porque sin duda alguna nos estaríamos condenando al hablar de esta manera y blasfemar contra el Señor. Sin embargo, Dios perdona toda ofensa, incluyendo la hecha contra los hombres, pero no así la expresada al Espíritu Santo.
“Por tanto os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”; “A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero” (Mateo 12: 31-32).
Pidamos entonces queridos hermanos y lectores, que el Espíritu de Dios nos guie en las pronunciaciones, y al pasar por cualquier dolencia, aflicción o tribulación, solo digamos: “Dios es grande, bondadoso y misericordioso y yo se que de esta pena me va a sacar, pues en muchas ocasiones me ha salvado de muchas cosas peores, porque grande es su poder y gloria”.
Asi de esta manera, activamos inmediatamente una comunicación con Dios, y fortalecemos indudablemente nuestra fe, porque no debemos dejar vencernos de lo malo, sino vencer con el bien el mal.
Oremos diariamente, para que el Señor nos fortalezca en la fe y desparrame su gloria en nosotros para su honra, porque nuestras cargas y necesidades podemos entregárselas a Él, sin criticas, sin juzgar, y aliviando nuestro corazón al clamar por su auxilio y socorro. No seamos débiles en la fe, porque si estamos comiendo de la bondad inmerecida del Señor, no debemos menospreciar a quienes no comen de ella. Atendamos al prójimo, advirtiéndole que no juzgue al que come, porque Dios le ha recibido.
Mantengamos firme el reino de Dios, con bendiciones hacia nuestros hermanos, sin poner tropiezos, y bendiciendo a Dios por todo lo dado.

                                    *Lic. Comunicación Social/Obed del Señor  

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