La Familia: Cuando en la crianza de nuestros hijos menos es más…

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        Por un lado, nos agobia tener que lidiar entre la vida laboral y la familiar generando en nosotros preocupación por la falta de tiempo y niveles de stress que hacen sentirnos culpables. Lamentablemente no podemos compartir con nuestros hijos tanto como nos gustaría y mucho menos como lo hicieron nuestros padres con nosotros (sobretodo nuestra mamá). Así que vamos dando paso a un modelo de familia imperante donde estamos ausentes, pero intentamos cubrir esa falta con cosas materiales, actividades extraescolares, personas desvinculadas a nuestro rol o peor aún le damos la llave de la casa y permitimos que estén solos por largos periodos de tiempo donde el único que le transmite valores es: el televisor, los videojuegos y el internet, todo, para que nuestros chamos no se percaten de que simplemente, no estamos.

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       Por otro lado, vivimos en la sociedad de la competencia y creemos que tenemos que preparar a nuestros hijos para que tengan “éxito en la vida”. Hijo (a), tienes que ser el primero en todo, en la escuela, el béisbol, el fútbol, el karate, la música… Confundimos el rol de padres con la fábrica de hacer niños perfectos. Por eso, nos esmeramos en que aprendan las cosas lo antes posible incluso fuera de ritmo y no dejamos que quemen sus etapas (matamos su inocencia): En las guarderías aprenden inglés, a usar los útiles e instrumentos escolares, manejar las tecnologías, automatizar sus necesidades.

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¿Y EL RESULTADO?

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Niños estresados, deprimidos, con trastornos alimentarios, con baja autoestima y padres que en el fondo se sienten culpables, cansados, frustrados e inconformes con su rol parental.

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¿QUÉ HACER ANTE TAL SITUACIÓN?

       Claro que podemos evitar y revertir la situación anteriormente planteada, para ello es necesario apostar por un estilo de crianza más consciente y más tranquilo, un estilo de vida que supone brindarle a nuestros hijos una infancia sin prisas, para que se desarrollen plenamente, es decir, creer que menos es más y que más rápido y primero que todos no es necesariamente la mejor opción. Aquí, te dejo dos de los tantos elementos fundamentales que a mi criterio pueden poner en práctica y verán cómo empieza a mejorar nuestro rol en la crianza:

Amarles tal como son

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       El amor debe ser nuestro punto de partida y la base fundamental para el desarrollo y crianza de nuestros hijos y esa debe ser nuestra tarea principal: amarles incondicionalmente tal como son, por encima de las expectativas que tengamos con ellos. Si los niños sienten el amor de sus padres estarán más seguros para desenvolverse sin temor a probar y a equivocarse; nadie ni los abuelos pueden sustituirnos en esta tarea así que no podemos delegarla en nadie.

Reconocer y aceptar como son realmente

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       Con sus cualidades y defectos, con sus capacidades y limitaciones, con sus aciertos y desaciertos; dejando de lado la aspiración a que sean perfectos sino dándole valor a su esencia como seres humanos y a cada una de sus etapas: cuando están alegres, tristes, cuando son generosos o completamente egoístas. Pero para reconocerles, debemos observarlos, conocerlos y en consecuencia pasar tiempo con ellos, dejando de lado las referencias y comparaciones, ayudándolos a descubrirse como personas únicas y con características propias y particulares.

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REFLEXIÓN FINAL

       La madre o el padre perfecto no existen, así como tampoco existe un manual para criar a nuestros hijos porque todos somos únicos. En resumen, ser padres solo requiere de amor, presencia y tiempo de calidad (más no cantidad) con nuestros hijos. Un tiempo en el que no haya obligaciones ni cosas por hacer, ni metas por alcanzar, un tiempo juntos en familia donde podamos conectarnos y compenetrarnos, sentir que nos queremos y aceptamos, es decir, disfrutar de esa experiencia sin ninguna distracción. Espero les haya gustado y Feliz día de la Familia...