Hablar, no hablar, dejarse enajenar.
Vivimos inmersos en una era donde la comunicación es la red global que trabaja de fondo y se acopla a nuestras conciencias. Se dice que los excesos son malignos, y de eso no hay duda: apegarse a un extremo o a un punto de vista, produce malestar. ¿Pero cómo escapar de estos pensamientos y de esta nueva comodidad de comunicación? la respuesta es sencilla y es una palabra formada por cinco letras: H A B L A R.
Hablar es una acción que demanda energía, tanto para que el que lo hace como para el que recibe y escucha esa información. ¿Qué sucede con la expresión "hablar de más"? que cuando "hablamos de más" corremos el riesgo de herir, incomodar, desatar una polémica y hasta poner en peligro nuestra cordialidad con nuestro interlocutor ¿por qué? porque cuando todo se habla y nada se calla, hay un extremo.
Se ha comprobado que los pensamientos son impulsos eléctricos, transmiten energía y vibra, por eso cuando hablamos mucho podemos agotar a nuestros oyentes, o peor: llenarlos de una energía que
Los teléfonos son un arma de doble filo.
Tal cual, tergiversan lo que pensamos con lo que sentimos!