La Voz Bautista (mayo de 1953, Chile), Viajando Por tierras hermanas, Día del pastor, ¡Joven deténgase… y piense!, Pablo encadenado pero libre, Comportandonos como cristianos, Mi iglesia, Oración frecuente, Retrato de un verdadero cristiano

La Voz Bautista 45:5 (mayo de 1953), publicación bautista chilena, Honorio E. Espinoza, Director. Temas claves:
Pág. 3–4: “Viajando Por tierras hermanas” (H. Espinoza)
Pág. 5–6: “Día del pastor” (Anibal Giordano C)
Pág. 8: “¡Joven deténgase… y piense!” (Luis Mussiett C.)
Lecciones de Escuela Dominical (a cargo del Pastor A. Olmedo)
Pág. 9–10: “Pablo encadenado; pero libre”
Pág. 10–12: “Comportandonos como cristianos”
Pág. 12–13: “Problemas relacionados a la conciencia cristiana”
Pág. 13–14, 24: “Retrato de un verdadero cristiano”
Pág. 24: “Mi iglesia” (J. Vallette Richard)
Pág. 24: “Oración frecuente”

Páginas 3-4 describe detalles del viaje de H. Espinoza a Costa Rica y Cuba para visitar con hermanos.

Páginas 5-6 habla de los roles de pastor e iglesia.

"En el calendario de actividades, de nuestra Convención, aparece señalada la fecha 3 de mayo como Día del Pastor. Esta fecha tiene en la actualidad, un amplio significado para las iglesias que han alcanzado mejor desarrollo doctrinal y mayor comprensión de sus responsabilidades.
Cabe destacar, en esta nota, la importancia que la labor del pastor tiene en la vida contemporánea. Este ministerio, creado por Cristo, resume en si los otros ministerios que en la Biblia están indicados: Efesios 4:11, todos los cuales fueron circunstanciales y respondieron a las necesidades de cada período histórico de la iglesia. El pastorado llegó a ser el único ministerio permanente y su misión terminará con la segunda venida de Cristo; día en que entregará su mayordomía y rendirá estricta cuenta.
En los primeros siglos del cristianismo el ministerio pastoral guió a la iglesia en su lucha contra el paganismo, cruel y poderoso; durante la edad media guió a la iglesia, cautiva al desierto. Apocalipsis 12:6, en su lucha contra el paganismo triunfante, entronizado en Roma y disfrazado de cristianismo; durante la época de la Reforma y período moderno, guió a la iglesia en su lucha gloriosa de liberación y extensión del evangelio; y en la actualidad guía a la iglesia en su misión de predicar el evangelio por todos los confines de la tierra y preparar el camino de la segunda venida de Cristo.
Dura es ella época en que vivimos y contradictoria; fascinante por el desarrollo de la ciencia y terrible por el choque de pasiones que se transforman en conflictos sangrientos, Mateo 24:6-14. Por esto, la labor del pastor, es cada vez más importante e indispensable; las iglesias así lo entienden y el clamor por más pastores se oye en cada asociación y convención: “orad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”.
Las Iglesias que saben justipreciar el ministerio pastoral, saben también dignificarlo y cumplen preceptos de la Palabra de Dios, 1 Pedro 5:1-10; Hebreos 13:17. En estos sencillos y hermosos pasajes está perfectamente equilibrada la relación entre pastor e iglesia: el pastor debe apacentar la grey cuidadosamente; como un dechado, humillándose bajo la mano poderosa de Dios, siendo solicito en El; templado y velar resistiendo firme en la fe para ser perfeccionado, confirmado, corroborado y establecido por Dios. A su vez, la iglesia debe estar sujeta a sus pastores, revestida de humildad, porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes; obedecer a sus pastores y sujetarse a ellos, porque ellos velan por sus almas, como aquellos que han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría y no gimiendo; esto es útil a la iglesia. La iglesia que anhela cumplir con su deber y obediencia a la “gran comisión”, sabe cumplir con su responsabilidad en lo económico, 2 Corintios 8, Romanos 12:13; Filip. 4:14-15; Gálat. 6 :6 y Hechos 16:15. Sabrá cooperar ofreciendo con amor su comunicación financiera para que los pastores puedan cumplir su ministerio sin amargura ni restricciones; sabrán comunicar siguiendo la hospitalidad con aquellos que predican el evangelio; comunicarán en razón de dar y recibir para el evangelio sea extendido a otras ciudades y regiones; comunicarán con sus bienes a los que la instruyen, de modo que lo hagan con eficiencia y dedicación.
Algunos cristianos se basan en la experiencia del apóstol Pablo que, para organizar la iglesia de Corinto, trabajó con sus manos para ganarse el pan. Pero no toman en cuenta lo que el apóstol dice a esa iglesia, en forma enérgica: “¿Quién jamás peleó a sus expensas?… Si nosotros os sembramos lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos lo vuestro carnal? I Corintios 9:7-11”. “¿Pequé yo humillándome a mi mismo para que vosotros fueseis ensalzados porque os prediqué el evangelio de balde? He despojado las otras iglesias, recibiendo salario para ministraros a vosotros. Y estando con vosotros y teniendo necesidad, a ninguno fui carga; porque lo que me faltaba, suplieron los hermanos de Macedonia: y en todo me guardé de seros gravoso y me guardaré. Es la verdad de Cristo en mí, que esta gloria no me será cerrada en las partes de Acaya. ¿Por qué? ¿por que no os amo? Dios lo sabe. 2 Corintios 11:7-11”. “Porque, ¿qué hay en que habéis sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? Perdonadme esta injuria. 2 Cor. 12:13”. De tal modo, que para el apóstol, el no haber recibido dinero ni otra ayuda de la iglesia de Corinto fué una gloria; pero, para la iglesia fue un oprobio y un motivo de injuria". (páginas 5-6)

Páginas 5 y 24 menciona la necesidad de dar y traer contribuciones nuestras a la iglesia.

ORACION FRECUENTE
Un cristiano que no ora diariamente, no puede prosperar ni en sus negocios temporales ni en su vida espiritual. Y aun no basta orar mañana y noche. No es necesario ponerse en presencia del Señor tan a menudo como es posible durante toda la jornada en su habitación o por medio de momentos de recogimiento interior. El Alfarero que maneja todo el día la arcilla, debe lavarse más de una o dos veces al día. Nosotros somo como alfareros, que hemos de manejar tosa clase de cosas terrestres y temporales que podrían perjudicar la salud de nuestras vidas y de nuestras almas. Es menester, pues, que a menudo, vayamos a purificarnos en la comunión de Aquel que vertió su sangre para lavarnos de toda impureza, colocándonos bajos la unción del Espíritu que santifica. (página 24)