La cita

Puntuales llegamos a la cita que el destino en su ruleta nos tenía reservada, sin agenda, sin planearlo, un segundo de distracción habría bastado para que nada sucediera, tú y yo, de nuevo, de frente, después de tanto tiempo, después de un breve instante, ya ni sé, solo se que tú sonrisa tiene el místico poder de desarmar mis defensas mucho antes del combate, solo se que mi mirada se pierde en los riscos de tu divina humanidad, tu mirada desalmada se hace placida y el fuego brota, la charla de dos segundos trae consigo la necesidad de tomarnos un momento más amplio, quizá una vida al compás de una taza de vino o de una copa de café, o de lo que sea, flagrante y abyecto rompo el protocolo como desde siempre lo esperabas y un beso de mis labios cae como un trueno sobre el jardín prohibido de los tuyos, el universo ya no existe, las galaxias se han mudado hasta tu boca y tus manos con la fuerza de los dioses me toman a la fuerza y me recorren primitivas, el deseo apremia, el placer invita a pagar la cuenta y largarnos de allí, a saciar el hambre y la sed, con la consciente premura evocamos nuestro espacio, solos y con el mundo al rededor nuestras bocas y esos besos infinitos que duran un segundo, la ropa que en un torbellino se despide y se convierte en testigo desde el piso del volver a conocerse de dos cuerpos que para nada se han olvidado, mi boca en tu cuello, tus manos en mis nalgas, el espacio entre nosotros y la nada, susurros incontestables que aparecen, latidos que retumban con la noche y con el día, suaves misterios conocidos que afloran de tu piel al contacto con mi barba, de tus uñas que rasgan mi pecho, de la dureza de mi miembro golpeando tu vientre, del deseo que nos desboca, nos acelera incluso torpemente, entre risas, entre el deseo encumbrado de reconocer lugares en la piel, sensaciones que danzan en gemidos cuando mi boca aprieta tus pechos suaves y turgentes, muerdes mi oreja y me pides que no pare que prosiga y te devore, que no deje de beber de ti cómo tanto lo disfrutas, y obediente feligres peregrino hasta tu sexo, el infernal paraíso donde convergen el placer y la humedad que secan mi boca, que avivan una sed que no se apaga, mi lengua juega, tu cuerpo vibra, mis manos danzan sobre ti que sujetas mi cabeza con tus manos y tus piernas mientras con locura hago de tu placer mi única razón de vida en este instante, danzas entregada a este sinuoso suplicio, danzas con la música de tenerme entre tus piernas, totalmente a tu merced, totalmente dedicado a tus designios, explotas en mi, la supernova del placer que deja huella, que me bautiza y atiza las llamas mucho más, te miro en tus ojos el fuego sigue intacto, sigue ardiendo y sin más, sin esperas, ni protocolos me adentro en ti, lenta y firme, sientes como tú humedad absoluta me recibe, sientes cada paso que doy dentro de ti, lo sientes como yo que me elevó al infinito del Olimpo ante la bendita sensación, me abrazas, me besas, me muerdes, me atrapas mientras la cadencia va en aumento, mientras como olas en la costa voy golpeando suave y firme mientras te penetro, mientras la vida sigue el cualquier lado y aquí solo estamos tú y yo para vivrnos, el tiempo pasa y el tornado arrecia, el caos nos domina, el placer es evangelio, gemidos y jadeos, sudor y sexo los envuelve hasta que el silencio de un gutural grito nos arropa, la explosión y su onda nos destruye y de sus llamas renacemos, el placer nos ha encontrado rindiendo le tributo, sin casi respirar, que no hace falta, el oxígeno en el sexo está sobrevalorado jajaja, risas y complicidad en el viaje de regreso, que esto solo acaba de empezar...