Viajando por la Patagonia (IV)
Como dije en el post anterior, el cuarto día nos separamos temporarlmente de nuestras esposas, Horacio y yo planificamos ir hasta el lago Quillén y las mujeres hacer un paseo de compras y caminata por el pueblo.
El camino hasta el Quillén es casi todo de ripio y previendo posibles complicaciones como nos ocurrió en la excursión del día anterior decidimos ir solo es su camioneta y les dejamos mi automóvil a las chicas para que pasearan libremente.
Cargamos el bote inflable y el motor de 3,5 HP que Horacio tiene para recorrer los diferentes lugares de pesca de Esquel y que previsoramente trajo a Aluminé. Partimos temprano por un lido camino que bordea todo el río del mismo nombre que el lago, tiene algunos hermosos paisajes que trasladan la paz del lugar a todo aquel que lo transita y se toma unos minutos para detener el vehículo y disfrutar solo del silencio y ocasionalmente del ruido de las hojas de los árboles que se mecen al ritmo del viento y por supuesto de las aves que por allí abundan en todos los colores, tamaños y cantos.
El mapa del trayecto puede verse a continuación.
También detuvimos nuestra marcha en varias oportunidades para observar el río y tratar de ubicar los mejores lugares de pesca pensando en la vuelta o si las condiciones del lago por el viento no nos dejara pescarlo.
Parada a mitad de camino para contemplar la naturaleza en todo su esplendor
Luego de un poco más de una hora llegamos a la cabecera norte del lago y observamos un camping “agreste” con mucha sombra de añosos árboles y algunas mesas y bancos prolijamente construidos con madera de la zona. El lugar era hermoso pero el viento que entraba desde el sur molestaba demasiado así que decidimos tomar un camino lateral que nos depositó en otro camping, este del tipo “organizado” donde nos cobraron una entrada no demasiado onerosa con derecho al uso de todas las instalaciones. Nuestro objetivo no era utilizarlas sino encontrar un lugar reparado del viento que nos posibilitara armar y bajar el bote y pescar sin su molesta presencia.
Mientras mi amigo revisaba la costa en busca del lugar ideal tuve tiempo para tomar algunas fotografías que muestran la extraordinaria belleza del lugar, por ejemplo al fondo del lago se podía observar la imponente mole del volcán Lanin siempre con su blanco manto de nieves eternas.
Otra gran atracción del lugar es la fauna autóctona, pude ver un hermoso zorro rojo pero fue tan rápido que no me dio tiempo a fotografiarlo aunque luego me desquité con unos lentos pero bellos cauquenes.
Un párrafo adicional a los términos agreste y organizado, se define como camping agreste a aquel que no tiene comodidades construidas como baños, mesas, parrillas. Se caracteriza principalmente por ser un lugar limpio en el cual no se cobra entrada. En cambio organizado es otro tipo de campings donde hay comodidades creadas por el hombre y donde se cobra entrada y se tiene entre otras cosas baños, asientos, luz, parrillas, en algunos casos hasta wifi y proveeduría.
Estuvimos un largo rato recorriendo el lugar hasta que mi amigo encontró lo que buscábamos, una linda playa de grava donde bajar sencillamente el bote y muy cerca una ensenada al reparo del viento donde podríamos pescar sin mayores inconvenientes. Inflamos la embarcación con la ayuda de un pequeño compresor que funciona con la batería del vehículo y luego terminamos de dar presión con un inflador especial que viene provisto con el bote para lograr la tensión suficiente. Agregamos el motor y salimos en busca de la bahía protegida. Una señora que estaba tomando sol se nos quejó un momento por el ruido del motor y sinceramente tenía razón, es un tanto molesto como todo motor de dos tiempos.
Pese a que estuvimos varias horas y recorrimos toda la costa en busca de las esquivas truchas, la pesca no fue buena, solo una arco iris de bellos colores pudo ser engañada por mi mosca y nada más. Si vimos saltar algunos gordos y grandes salmónidos pero fui imposible pescarlos. Bueno, como dice un gran pescador norteamericano del que aprendí mucho: “a veces gana el pez”.
Salimos muy temprano por la tarde, desarmamos y nos volvimos hacia el río para ver si la suerte cambiaba.
Tal parece ser que no era nuestro día, el río también estuvo bastante esquivo y pese a que obtuvimos algunos ejemplares más bien pequeños, el trofeo que uno siempre sueña obtener no es hizo presente.
Al atardecer volvimos para Aluminé e invitamos a nuestras señoras a cenar en un restaurante, un poco en compensación por habernos ausentado durante casi todo el día.
Todas las fotografías son de mi propiedad y los mapas extraídos de mis itinerarios de Google Maps.
Héctor Gugliermo
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