DE RETUMBA COMO UN SÓTANO DEL CIELO
DE RETUMBA COMO UN SÓTANO DEL CIELO
“Retumba como un sótano del cielo” de Vicente Gerbasi ha tenido para mí un gran significado y trascendencia, como para una generación que se congregó a escucharlo a viva voz, en la Secretaría de Cultura del Estado Zulia, en una de las inolvidables visitas que hizo a nuestros espacios cálidos.
Aprendimos mucho de la exquisita musicalidad de sus textos, de la ya maestría y trayectoria del autor de páginas poéticas importantes y sobresalientes de nuestro idioma.
La obra poética de Vicente Gerbasi se ha caracterizado por ser una de invocaciones del mundo , de su naturaleza y sus enigmas y de la necesidad del hombre de aprehenderla a través de sutiles y bellas revelaciones, de asombros y conjuros como en su tiempo lo hicieron Virgilio, Andrés Bello.
Sigue siendo Canoabo un universo necesario que ordene su sensibilidad y traiga a la memoria, esos imborrables instantes de la vida, de la casa, de sus puertas, cuyo entorno de neblinas, nubes, frutas y animales amados en su niñez, expresen un sentimiento, una arraigo del ser de su poesía a la tierra que trasciende la soledad, la tristeza, la muerte: “Pero en la infancia la tristeza pasa pronto. | Y así se elevan cometas a los cielos | y se se piensa que el mundo | termina en las cumbres de la montañas”.
Jorge Luis Borges en una de sus frases enigmáticas decía que el escritor debe volverse anacrónico, es decir contra el tiempo. Hay algo o mucha verdad en ello, y en “Retumba como un sótano del cielo” encontramos elementos, ecos, imágenes que así lo sugieran.
La poesía de Gerbasi se proyecta hacia el pasado, pero no como mera invocación de la memoria o como simple expresión onírica, busca lo inefable, el alfabeto de la inocencia, el canto que los niños heredan del origen acuoso de su devenir, donde la tristeza, la alegría y la percepción de la muerte conviven de manera natural, como una sola unidad en la metáfora, en la belleza; y aunque parta del presente, éste se disgrega, o se atomiza, entonces se hace alma o va en pos de ella, se hace golondrina, garza, palmera, mariposa azul, presencia de la madre en los naranjos oscuros: “Mi nieta de dos años | se acerca a la cayena roja. | Comienza en su alma un día de golondrinas | Cada hoja es distinta en la brisa. Todo vuela. | Un oso se mueve lento en las nubes. | Nieta, te regalo una garza | volando sobre el agua de las palmeras. | Para mí las palmeras en el agua son tristes. | Te regalo la mariposa azul | que vuela alrededor de la lámpara | de mi infancia. | Te regalo las telas | que bordaba mi madre. | Mi madre bordaba los naranjos oscuros”.
Cómo no recordar su figura de patriarca, danzando en su cuarto de hotel bajo un manto guajiro con figuras de mariposas. Ya ausente ahora es su poesía la que danza para nosotros.