Título: Martín sin sus dulces

Graciela, la joven tía de Martín, salió entusiasmada con él al parque.

Entre risas y muchos mimos pasaron aquella tarde. Graciela estaba muy feliz de compartir de nuevo con su querido sobrino. Por la cuarentena había pasado unos meses sin verlo, pero para ella fueron años. Estaba tan entusiasmada que hasta decidió comprarle unos dulces por ahí, sin importarle la advertencia de su hermana:

A Martín cuando consume dulce, no hay quien lo pare.

Martín pareció brillar cuando vio el chupetón que su tía le traía. Aún más, mientras lo mordisqueaba, empezó a bailar como loco.

Él de aquí a allá, y ella sin saber cómo frenarlo. Varias vueltas en la grama dio Graciela sin tino alguno.

Y por su fuera poco, surgió un galgo de la nada. Relinchón y muy ágil, se unió al desorden familiar.

Llevado ya no tanto por el juego, el galgo lambeteo el chupetón un par de veces. Graciela quiso espantarlo, pero ya el galgo, astuto, sabía quería su dulce más que Martín.

Y como se iba el galgo como unaflecha con chupetón en boca, Martín echó a llorar sin remedio.