Aprender a vivir y servir
APRENDER A VIVIR Y SERVIR
Por: Antonio Pérez Esclarín ([email protected])
@pesclarin www.antonioperezesclarin.com
En estos días tan confusos, quiero insistir en que el verdadero objetivo de la educación, y en consecuencia la principal tarea de padres y educadores, es enseñar a vivir con autenticidad, a ser dueños de la propia vida, para convertirla en don y servicio a los demás.
La vida es un don maravilloso que nos fue dado graciosamente, como el más sublime de los regalos. Nadie pudo elegir nacer o no nacer, ni tuvo la posibilidad de escoger su forma física, el color de sus ojos, los tipos de su inteligencia. Tampoco pudo seleccionar a sus padres, ni el país donde nacer, ni el tiempo o contexto histórico. Todos nacimos en una matriz cultural que marca lo que somos y hacemos, lo que pensamos y creemos. Somos hijos de una familia y de un país que debemos conocer, querer y servir. Somos únicos e irrepetibles y debemos asumir la vida con asombro, agradecimiento y humildad.
Nos dieron la vida, pero no nos la dieron hecha. Los seres humanos somos creadores de nosotros mismos. La vida es un viaje y cada uno decide su destino. Podemos ir a la cumbre o al abismo. Podemos vivir dando vida o asfixiando la vida. Por ello coexisten los santos y los criminales, personas dispuestas a matar y personas dispuestas a dar la vida por salvar a otros.
Enseñar a vivir plenamente es enseñar a ser libres. La tarea más importante de la vida debe ser la conquista de la libertad. Pero la libertad que es autonomía responsable y superación de caprichos y ataduras, se confunde cada vez más con su contrario: la total dependencia, la esclavitud al mercado, los caprichos, las seducciones o las órdenes. Hoy hace falta mucho valor para ser libre, para salirse del rebaño y levantarse del egoísmo y la sumisión al vuelo valiente de la autonomía y el servicio. De ahí la necesidad de una educación que forme la voluntad y enseñe el coraje, la constancia, el vencimiento, valores esenciales para ser libres.
En un mundo que cada vez más nos llena de cadenas, la libertad debe traducirse en liberación, en lucha tenaz contra todas las formas de opresión y dominación. Sólo los libres podrán liberar pues donde hay libertad hay disponibilidad para el servicio. Somos libres, en definitiva, para amar, para servir. Toda auténtica vida humana es vida con los otros, es convivencia. La persona humana es imposible e impensable sin el otro. Como decía Albert Camus, “es imposible la felicidad a solas”. Debemos pasar de los otros al nosotros. Lo que nos define como personas, es la capacidad de amar, es decir, de relacionarnos con los otros buscando su bien, su felicidad. Por ello, sólo será posible convivir, es decir, vivir con los demás, si aprendemos a vivir para los demás. Vivir como un regalo para los otros, vivir sirviendo siempre, vivir combatiendo todo tipo de dominación, manipulación, y explotación, es el medio privilegiado para encontrar la plenitud y la felicidad.