Después de tanto tiempo, vuelvo vencedor, como lo dijo mi nombre...

Vuelvo con nuevas perspectivas de vida, tanto aprendizaje, tanto sufrimiento. Pero aún así, sonrío, porque estoy hoy más sobrio del mundo que nunca. He aprendido a verlo con compasión, y cómo no, con pasión. Ahora me siento como un viejo tonto (de menos de treinta) que después de tanto aprender, aprendió a olvidar, reciclar, y reutilizar. Siento a veces que me vine por el camino del tonto, pero las personas que me aman me hicieron recordar, que lo que estoy es lleno de ideas. Que quiero ir más rápido de lo que puedo ir, sin miedo a lo que pueda pasar. Ya descubrí que mi niño interior no tiene miedo, que está listo para el mundo, y que tiene un hambre insaciable. Pero llegué aquí roto. Y es por eso que vuelvo. Volví a recoger las piezas de mi ser que dejé atrás; pacientemente y una por una.

Víctor.