EN SU CASA Y CON SU GENTE… ¡RAYADOS, 4 VECES CAMPEÓN DE CONCACAF!
Una final Regia por la supremacía de la zona, dos equipos cuyo impacto –aunque al grueso de aficiones del fútbol mexicano les cueste aceptarlo- ha dejado de ser local hace ya varios años, un par de aficiones espectaculares, dos plantillas amplísimas y repletas de calidad. Tigres y Rayados lo volvieron a hacer, se plantaron en otra final, y claro, eso no deja indiferente a nadie.
Un clásico siempre está plagado de esos ingredientes que lo hacen especial, pero este clásico por el campeonato de la CONCACAF reunía un par de fantasmas colosales que hacen sombra a estos dos Colosos no reconocidos del fútbol mexicano.
Para Rayados el fantasma era doble, el no poder quedar Campeón en tu propio Estadio pesa y pesa mucho, y si ello le añades el haber perdido una final contra el acérrimo rival, en tu casa el peso se puede multiplicar exponencialmente; la paranoia puede crecer cuando la siguiente final que te toca jugar en casa es nuevamente contra el rival que te dejó marcada a fuego una afrenta que difícilmente olvidarás.
Para la Autónoma de Nuevo León, el fantasma pesa también, un fantasma que consiste en la imposibilidad de trascender a nivel internacional, tres finales internacionales perdidas; la Libertadores de 2015 contra River Plate, y dos de CONCACAF, la de 2016 contra el América y la de 2017 contra Pachuca, en Tigres existe un hambre tremenda por conquistar algo fuera del ámbito local.
El partido de ida lo ganó Rayados, Nico, siempre Nico, se levantó para rematar un córner que silenciaría el Volcán y los estragos de aquellos 90’ minutos en San Nicolás fueron más que un simple gol, porque en la vuelta Tigres cambio la idea, abandonó la esencia de su circulación de pelota porque Rayados y su “pressing” lo provocaron así.
Sin Gignac, Tigres pierde y pierde mucho en la cancha, el francés es determinante para el accionar ofensivo del equipo y quedó más que probado en el Gigante de Acero, y en un acto de ilusionismo Pizarro le escondió la pelota al “Chaka” provocó un penlati de libro, y de libro la definición de Nico para firmar su doblete en la serie final y abrir la puerta al tan ansiado campeonato en casa.
Con la entrada de Gignac a posteriori y el marcador con 2-0 a favor, Alonso fue cediendo la iniciativa a Ferreti con el nada desdeñable matiz de tener a Dorlan, Funes Mori y Avilés para jugar al contragolpe. Al 85’ el genio francés frotó la lámpara y sacó de la chistera un gol de bestial manufactura, con toda su rúbrica, pero fue insuficiente, al final se coronaba campeón quien fue mejor durante 180 minutos.
Una cita con dos fantasmas en la que uno habría de caer y uno se habría de recrudecer; la Raya Norteña no sufre más por la sequía en su nuevo Estadio y encima ha podido quitarse el estigma de aquella final en que Tigres le superó por la Liga; hoy Monterrey suma su cuarto título de campeón de la zona, mientras que Tigres, por su parte, suma su cuarto descalabro internacional consecutivo.
En su casa y con su gente, Rayados se ha reivindicado, y agudiza la crisis internacional de su vecino.
Francisco Andújar.
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