Sigue pasando el tiempo, las cosas siguen igual o peor.
En la actualidad en el mundo (A menos sea de un país latino americano que este gobernado por un dictadorcito o algunos que deseen serlo) la cuestión en DDHH y su protección han avanzado, de mano con la legalidad y el debido proceso, sin embargo, en otros países o latitudes (No solamente en Latinoamérica) parece no importar a las personas en el poder y basándose en religión, ideas arcaicas o simples deseos de enriquecimiento las cosas no parecen ser de este siglo.
Ahora si vemos que en los grupos “vulnerables” históricamente son los que siguen afectados por este tipo de conductas nos pone a pensar en varias cuestiones, cómo el que un país externo deba interferir, en los castigos y regulaciones internacionales que deben tener una mayor penalización este tipo de conductas, porque afrontémoslo, vivimos en una época donde la globalización en muchas actividades (Comerciales, intelectuales, artísticas) dependen de esta “codependencia” actual global, quien lo nieguen pues no sé en que actualidad vive, ahora traigo una cuestión con ya dos años que solamente sigue empeorando, y no se ve una soluciona corto plazo.
Desde el 15 de agosto de 2021, cuando los talibanes se hicieron de nuevo con el poder en Afganistán, Maryam una estudiante de Medicina de 22 años ha visto cómo su lugar en la sociedad y sus libertades se reducían cada día. “Durante años escuché a mi madre contar cómo los talibanes le habían impedido estudiar cuando gobernaron de 1996 a 2001 y ahora a mí me pasa lo mismo. Siento que estoy en una tumba.
Maryam acepto dar esta entrevista (Tomada de internet) con la promesa de que su verdadero nombre no será publicado. “Si no, no podré expresarme libremente”, explica desde Herat, en el oeste del país, donde vive con su madre y sus dos hermanos, aún menores de edad. La joven dejó de ir a la universidad en diciembre de 2022, “Intento encontrar clases Online de Medicina y de Literatura y paso el día en casa leyendo, revisando viejos apuntes y libros de la universidad porque aspiro a terminar la carrera en algún lugar. La única manera de hacerlo será marcharme, porque ellos ni se van a ir ni van a cambiar”.
Los talibanes han publicado unos 100 edictos que restringen la libertad de movimiento de las mujeres, limitan al máximo su derecho a la atención sanitaria y a la educación, les cierran las puertas del mercado laboral y las privan del ocio, desde hacer deporte hasta acudir a un salón de belleza.
Las restricciones han ido en aumento y los libros no religiosos, sobre todos los de autores extranjeros, son vistos como amenazas por los fundamentalistas, Maryam intercambia ejemplares con amigos y profesores y lee por internet.
La ONU considera que los talibanes han instaurado un apartheid de género, un término que define el acoso y la progresiva reducción de los derechos más elementales por el simple hecho de ser mujer, y recomendó de nuevo en junio que se reconozca este delito como un crimen de lesa humanidad para que haya responsables que un día puedan rendir cuentas ante la justicia por estos abusos.
“Éramos un grupo de 10 amigas: cinco se han ido, dos se marcharán en los próximos meses y quedamos tres buscando la manera de salir de aquí. Es un buen reflejo de mi país hoy”.
Según cifras de la ONU, en Irán y Pakistán hay unos 7,7 millones de refugiados afganos, de los cuales al menos 1,6 millones llegaron después de agosto de 2021, aunque los números reales podrían ser mayores.
Otro de los muchos casos seria el de Faizah, tiene 35 años y llegó a Pakistán hace un mes. “He pasado tres años encerrada en casa, sin ningún plan más allá de seguir con vida. Metí mis sueños en un cajón y esperé. Decenas de miles de mujeres como yo, con formación y trabajos buenos hasta 2021, se han convertido en amas de casa, presas e invisibles en sus hogares”.
Esta mujer era fiscal hasta el retorno de los talibanes otro delito de Faizah es haberse casado con un tayiko, siendo ella hazara, una minoría muy discriminada y perseguida por los talibanes. “Soy chií y mi marido es suní. Para los talibanes, nuestro matrimonio no es bueno. Un día, mi esposo quiso invitarme a tomar un helado, no siempre tenemos dinero para estos lujos y estábamos contentos. Lo compramos y nos sentamos en un banco a comerlo, pero llegaron dos policías. Le dijeron que tenía que divorciarse de mí, que no podíamos seguir viviendo juntos”.
La organización humanitaria afgana Rawadari ha publicado esta semana un informe basado en testimonios obtenidos en prácticamente todas las provincias del país, en el que alerta de un aumento de la privación de derechos fundamentales para las mujeres debido a la “discriminación sistemática” por parte de los talibanes y de un incremento de los malos tratos y el acoso, más de 1,4 millones de niñas están privadas de educación en este momento, y desde enero de este año se han cerrado varias escuelas clandestinas para chicas, hay mujeres detenidas tan solo negociar el precio de un producto en un mercado, y afganas que no son admitidas en un hospital aunque estén muriéndose si no llevan un acompañante masculino.
Dos casos solamente, que si nos ponemos a investigar encontraremos miles mas, y obviamente aquellos que jamás sabremos por X situación, una situación lamentable, mientras en otros países se es permisivo con nuestros gobernantes (Aunque aún no lleguen a estos extremos) la realidad no puede disimularse, filosóficamente los partidos políticos, las religiones, tiene cuestiones o bases del deber ser, de lo bueno, pero, al ser manejadas o ser sus representantes humanos, pues, vemos loes resultados.
Y recuerden, todos los políticos de todos los colores (Partidos) son iguales, cuando un partido no les otorga una retribución u puesto, simplemente buscan otro partido o crean el suyo y sus lame botas, merecen un trato preferencial.
Tal vez sea al contrario, claro esta es mi humilde forma de pensar ¿Y la de ustedes?
Héctor E. V. Villanueva.
Twitter: @abogadojalisco