Cuento popular: La posadera astuta
Ésta es la vez de unos jóvenes viajeros, que cansados de tanto caminar, decidieron reponer fuerzas en una humilde posada al borde del camino. Desafortunadamente, la posada se encontraba repleta, y la señora a cargo solo pudo brindarles una habitación para los tres.
Como no confiaban entre ellos, cada joven le entregó su dinero a la posadera, y le indicaron que nunca devolviera el dinero a uno solo de ellos, sino cuando fueran a pedirlo los tres a la misma vez.
La posadera así lo hizo, y los viajeros se fueron a dormir. En la madrugada, sintieron tanto frío, que uno de ellos tuvo que salir en busca de la posadera para solicitarle un cobertor.
– Mis amigos me han pedido que me devuelvas nuestro dinero.
– Sólo cuando estén los tres juntos – contestó la noble mujer inteligentemente.
Entonces, el bribón acompañó a la posadera hasta su habitación, y al acercarse a los otros dos viajeros les susurró:
– La posadera insiste en que vayamos los tres a pedirle el cobertor.
– Dáselo, mujer – exclamaron a coro los dos jóvenes.
Y así lo hizo la posadera, le entregó el dinero al jovenzuelo y este escapó a toda velocidad. A la mañana siguiente y al enterarse de lo sucedido, los otros dos viajeros enviaron a la mujer ante el juez, y el juez le exigió a la posadera que devolviera todo el dinero que debía. Como no tenía suficiente suma para pagar, y al darse cuenta que tendría que vender su posada para no ir a la cárcel, la astuta mujer exclamó: “Pues así lo haré, pero sólo cuando se encuentren los tres juntos, pues el acuerdo era que no debía entregar el dinero por separado”.
De esta manera los jóvenes se marcharon sin su dinero, y la posadera pudo salir de aquel terrible apuro.