La corrupción no es un asunto de maldad
La corrupción es en gran medida producto de la desigualdad de poder, no de si alguien es bueno o malo. Si hay quienes acumulen tanto poder como para saltarse las reglas, es casi seguro que se van a saltar las reglas.
Ese poder extra puede provenir de la centralización del poder económico (desigualdad económica) o político (autoritarismo-existencia de élites). Las burocracias y las élites pueden actuar con ventaja al tener acceso a información que se le niega al resto de la ciudadanía.
La mejor garantía contra esa corrupción es que no haya diferencias de poder tan excesivas. Es decir, igualdad económica, gobierno transparente, democrático y horizontal. En un contexto así no habría nadie con capacidad de tomar ventaja alguna o de librar el castigo en caso de hacerlo.