Los años antiguos y los venideros pasean dispersos por la gran sala del tiempo. En el centro, sobre un trono dorado, se encuentra 2017. Está llorando, sabe que falta poco para pasar al olvido. Uno de los años se acerca al trono, es 2018.

—Sabes bien que yo debo estar allí, tú estas viejo para el puesto—dijo.

—Aún no es el momento—respondió 2017.

—Que más pides, sólo has traído desgracias a este mundo—dijo 2018.

El rostro envejecido de 2017 se inundó en lágrimas. 2018 lo tomó por los ropajes y lo tiró con fuerza.

—Quiero que me des el puesto de una buena vez—dijo.

2017 no cedió y mientras más lo forzaba, más altos se hacían sus sollozos. Los años antiguos se acercaron al trono al ver lo que estaba pasando. 2001 es el primero en llegar, le gritó a 2018.

—Déjalo tranquilo joven insolente ¿no respetas?

2018 se detuvo y miró con ojos de furia a 2001. Pensó durante un rato y contestó.

—Tú que puedes opinar, si sólo trajiste desgracia al mundo, por tu culpa miles de personas murieron en esas famosas torres—dijo.

2001 se encolerizó al escuchar estas palabras y se abalanzó sobre 2018. La pelea hizo que los antiguos se acercaran y ayudaran a 2001. Los años venideros llegaron para ayudar a 2018. La reunión se transformó en una batalla.

Una voz repentina resonó en la sala. Era la voz de Morgan Freeman y todos supieron que se trataba de Dios.

—¡Silencio!—exclamó.

Quedaron petrificados y en silencio absoluto. Entonces Dios comenzó a hablar.

—Tú 2018, porqué crees que serás mejor. Piensas que puedes controlar a los hombres. Contrario a lo que piensas, el 2017 fue un gran año y te aseguro que muchas personas lo recordaran. Dejen de pelear por quién es mejor, al final es el hombre que hace que sus años sean buenos—dijo.

La batalla concluyó y los años comprendieron que siempre en la oscuridad hay luz. Que un año puede tener momentos de tristeza, pero el hombre lo recordará por los buenos momentos.