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El día de ayer decidí volver a mis andadas en la cocina. Motivado por la reciprocidad y la gratitud, decidí preparar una pequeña receta económica y simple, pero a la vez muy deliciosa.

Estaba un poco flojo entonces, así que no lo pensé demasiado. La receta que me pareció conveniente fue un dulce de guayaba, que solo requiere de dos ingredientes y agua. Le añadí algunos ingredientes extra, para darle color y esencia.

• 4 Guayabas
• 300 gr de azúcar
• Canela
• Vainilla
• Caramelina

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El proceso fue sumamente sencillo. Mientras le quitaba la piel a las guayabas reflexionaba sobre las interacciones humanas y como el beneficio propio motiva por encima de los valores filantrópicos. Sin embargo, siempre hay personas que se desprenden de sus bienes solo con la intención de ayudar.

Pelamos las guayabas y las cortamos en trocitos

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La gratitud debería ser un valor que dicte un código moral en las relaciones humanas. Compartir un dulce con alguien que te ha beneficiado de buena fe es un acto de calidad humana... Aunque sea un gesto mínimo es una forma de demostrar aprecio.

Ponemos las guayabas a hervir en agua con el azúcar, canela en polvo, un toque de vainilla y caramelina

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Es importante darle el reconocimiento merecido a esas personas que actúan con altruismo; con preocupación por el prójimo, y retribuirles parte de lo que nos han brindado por iniciativa propia. Así creamos un mundo mejor y, como yo lo he hecho, podemos tomarnos un cafecito mientras ese gesto de reciprocidad se cocina, teniendo una sensación de paz interior...

Esperamos a que se reduzca el azúcar creando una jalea que envuelva los trocitos de guayaba. Dejamos Reposar, servimos, y sonreímos mientras disfrutamos del dulce...

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