Discurso y método dialéctico en la ciencia social / Parte uno (de dos)

in #ciencia3 years ago

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En los días de hoy, ya las décadas del siglo XXI se escriben (y viven) en plural, por lo tanto asuntos como los resultados de las investigaciones científico-sociales no solo sobreviven sino que resultan imprescindibles para la vida (en presente, pasado y futuro). Viven y sobreviven como la sociedad misma: ¡dialécticamente! Sin embargo hay gente que, como dijo traviesamente en el siglo pasado, un jeque y ministro saudita, "se terminó la edad de piedra, pero no se acabaron las piedras". Sabemos que la URSS se vino abajo y sabemos que ésta usó mucho el término "dialéctica" en sus libros y piezas de oratoria, pero tal término se viene tratando desde antes (¡muchísimo antes!) de los llamados "clásicos griegos". De seguido presentamos un escrito sobre ese tema del cuño dialéctico que lleva consigo la ciencia social, tanto en la labor indagatoria como en la labor expositiva (discursiva). Ahí va, pues, para el debate...


PARTE PRIMERA DEL PRESENTE TRABAJO


Aún persisten textos de epistemología que cuando se refieren a los objetos que la ciencia hace suyos, no consideran el asunto "lenguaje". El lenguaje está ausente. Estos miopes libros se limitan a tomar en cuenta, la realidad y el pensamiento. Hay otros más avanzados que asumen el lenguaje como un asunto de harto legítima competencia para el hacer de la ciencia . Bien. Ahora, cuando desde el flanco filosófico-científico se intenta estudiar el lenguaje como factor actuante en el recién descrito espectro de temas, resulta una verdadera necesidad la atenta consideración a la obra de Benjamín Lee Whorf. La obra de Whorf fue construida entre 1925 y 1941. Los aportes que viene proporcionando desde hace ya un buen tiempo, al estudio y comprensión de lenguaje, son crecientemente significativos.

• BENJAMIN LEE WHORF...

Benjamín Lee Whorf nace en 1897 en Winthrop, Massachusetts, Estados Unidos. La formación académica formal que acusó hasta 1920, poco sugiere entender las razones conforme a las cuales alcanzó notabilidad en el campo de la lingüística, la semiología... Sí; en 1918 se gradúa en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en la especialidad de ingeniería química. Ejerce su profesión de ingeniero químico, en la línea de prevención de incendios, a instancias de la Hartford Fire Insurance Company, prácticamente hasta su muerte. Su dedicación a esta actividad técnica fue ostensible, según indican diversos testimonios confiables . Sin embargo el tiempo, el esfuerzo y los logros vinculados por su parte a la investigación en las teorías del lenguaje no son menos importantes. En varias ocasiones estuvo frente a calificadas ofertas de trabajo en el medio académico, a las cuales jamás preponderó a despecho de su ocupación de ingeniero. El espectro de su obra en el campo de las disciplinas del lenguaje es realmente amplio, muy amplio; no obstante, los estudios que hizo acerca de un buen número de lenguas indo-americanas de uso minoritario, fue lo que lo ha colocado en la posición actual de inexcusable referencia para el tratamiento teórico del tema-objeto arriba aludido. Sus trabajos en torno a las lenguas azteca y maya, y particularmente los referentes a la lengua hopi, representan sin duda alguna el vehículo a través del cual se expresa transparentemente el fondo de sus concepciones.

• WHORF, SAPIR Y LA INVESTIGACIÓN CON LOS HOPI...

En 1938, Whorf convive una temporada con los hopi (una pequeña reserva indígena enclavada en Arizona). Tal experiencia asienta todo un alud de motivaciones teóricas las cuales ya se habían plasmado en trabajos construidos años atrás). Ese trabajo acerca de la lengua hopi estuvo muy vinculado a la obra investigativa del célebre lingüista Edward Sapir, toda vez que hizo equipo vivencial con él a principios de la década de los años 30 a instancias de una labor académica formal efectuada en la Universidad de Yale coordinada por éste y la cual, a decir del propio Whorf, resultó asaz nutritiva para su producción teórica. Whorf realiza en algunos renglones un cuidadoso análisis comparativo entre varias lenguas amerindias y entre éstas y las “europeas medias” (o SAE, como las denominó normalmente, sugerido por el acrónimo en inglés de Standard Average European). En tal estudio advierte, entre mil aspectos, que existen algunas lenguas indoamericanas (como la hopi) que llevan consigo una riqueza con respecto a sus recursos significantes la cual en alguna medida deja atrás a las lenguas SAE.

En el ensayo “Los Aspectos Preciso y Segmentativo en los Verbos de la Lengua Hopi”, Whorf establece que los verbos de esta estructura lingüística indo-americana poseen una muy alta variedad de expresiones y voces. El texto titulado "Lenguaje, Pensamiento y Realidad" (Barral. Barcelona, 71) nos abre sus compuertas para la respectiva información (y otras) en plan de inmersión cognitiva... Bien; continuando con el tema de la variedad expresiva de la lengua hopi... Afirma este pensador estadounidense, que tal lengua registra nueve voces; a saber, intransitiva, transitiva, reflexiva, pasiva, semipasiva, resultativa, pasiva diferida, posesiva y cesativa; asimismo, nueve aspectos (preciso, durativo, segmentativo, preciso-segmentativo, inceptivo, progresional, espacial, proyectivo y continuativo). Tal versatilidad lingüística para significar las especificidades de lo real por vía ordinaria de uso (que no por vía excepcionalmente matemática de uso, como resulta en las lenguas SAE) forma parte de una estructura de ideas y signos en cuya corporeidad están también unas nociones acerca de espacio y tiempo, diferentes a las usadas a tenor de las lenguas SAE. Es que un hablante equis de la lengua hopi -siguiendo a Whorf en otro de sus ensayos- el cual no conozca una lengua y una cultura distintas a las de su sociedad, no tiene por qué poseer las mismas nociones de espacio y tiempo que tienen los usuarios de las lenguas SAE (nociones que a menudo se suponen son intuiciones universales).

Los hopi poseen un cuadro de nociones y correspondientes signos acerca del cosmos en el cual resultan fundamentales dos factores. Uno, el cual representa una dimensión objetiva; otro, el cual representa una dimensión subjetiva. La primera, siguiendo a Whorf en su análisis, comprende “todo aquello que es o ha sido accesible a los sentidos, lo que de hecho es el universo físico histórico, sin ningún intento de distinguir entre el presente y el pasado, pero excluyendo todo lo que nosotros llamamos futuro”. La segunda comprende todo aquello que las lenguas SAE denotan como futuro... Siguiendo a Whorf... El hopi convierte perennemente aquello que para el hablante de lengua europea es una proposición acerca de una cosa (en términos de nombre), en una proposición acerca de un acontecimiento (en términos de verbo). Toda esa basta diferencialidad , sostiene, no coloca a esa lengua amerindia en un estado deficitario. Bajo ningún respecto resulta admisible, pues, alguna superioridad de las lenguas SAE dada esa diferencia. “La lengua hopi es capaz de explicar y describir correctamente, en un sentido pragmático u operacional, todo fenómeno observable del universo”, expone Whorf.

• LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD LINGÜÍSTICA...

Entonces formula Whorf en 1939 -apuntando hacia los momentos en los cuales expresa con mayor claridad y consistencia conceptual todo su esfuerzo teórico- estas cuestiones:

“¿Adquieren todos los hombres mediante la experiencia, una idea sustancialmente similar sobre nuestros propios conceptos de tiempo, espacio y materia?”

“¿Acaso estos conceptos están condicionados por la estructura de cada lengua en particular?”

“¿Qué apareció primero: los modelos del lenguaje, o las normas culturales?”

Considera Whorf que los procesos conforme a los cuales el ser humano reproduce abstractamente lo real se hallan determinados por lo semiótico. Como quiera que hay diferencias entre las lenguas y que se dan casos en los cuales tal diferencia es radical, entonces la determinación de lo lingüístico a lo cognitivo es diferencial y en ocasiones radicalmente diferencial.

• LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD LINGÜÍSTICA Y EL DISCURSO CIENTÍFICO-SOCIAL. UNA PREGUNTA PARA EL DEBATE...

Resulta harto pertinente plantearse ahora lo siguiente:

Si, siguiendo a Whorf y Sapir, lo lingüístico ejerce sobre lo cognitivo una influencia que puede resultar determinante y, asimismo, esa influencia traza una diferencialidad habida cuenta la singularidad corporal de cada lengua, entonces ¿cómo hacer teóricamente con la concepción normalmente sostenida de que el discurso científico-social representa, significa, al objeto-social en términos concreto-totales? De ser válida la teoría de la relatividad lingüística, ¿cómo es que el discurso científico-social habría de representar al objeto-social trascendiendo necesariamente obstáculos de diversos cuños; a saber, ideológicos, lingüísticos, etc.?

No hay duda que estas interrogantes estimulan sensiblemente la necesidad de asumir el reto teórico de profundizar el tratamiento de los factores que afectan de manera importante el discurso científico-social, a través del respectivo estudio del cúmulo de problemas que complejamente hacen vida en tal acción de influencia.

• EL DISCURSO CIENTIFICO-SOCIAL Y EL PROBLEMA DE LAS DETERMINACIONES.

Consideramos que el discurso científico-social es una composición de signos que hace plástico un provisional acoplamiento lógico entre los términos disciplinarios de movimiento propios del objeto-social, lo cual ha de ser el factor determinante, y los términos disciplinarios del cuerpo de conceptos fraguado pertinentemente a alturas del último momento de la investigación.

El filósofo checo Karel Kosík (1929-2003) nos plantea agudamente (en su libro "Dialéctica de Lo Concreto") que si bien el trabajo de investigación científica y el trabajo de exposición científica están compenetrados, son distintos. El primero, dice, está lleno de acierto y error (es, pues, arbitrario), en tanto que el segundo es riguroso, depurado.

Es que el discurso científico-social, en tanto exposición, es la exégesis (dimensión teórica) del objeto social (dimensión práctica), hecha signo. Así, por una parte, ha tenido que implicar el fragor arbitrario, accidental, de lo exploratorio (el trabajo investigativo), y, por otra, encarna el carácter riguroso del concepto forjado necesariamente a través de un modelo disciplinario de razón (es decir, de una lógica).

Así, cabe preguntarse... ¿qué debe ocurrir en el plano de lo exploratorio (investigación) y en el plano de lo racional (expositivo) para que un discurso que se plantee representar el objeto-social, pueda ser denotado como solucionador (provisional, claro está) de la dicotomía planteada entre la disciplina del sistema de movimiento de ese objeto, y la disciplina del sistema de conceptos fraguado a alturas del último momento de la investigación?

Se hace imprescindible, entonces, desbrozar caminos usados (los cuales por usados no siempre resultan estériles) y caminos nuevos (los cuales por nuevos no siempre resultan fértiles) e ir pujando a punta de tal fragor, un cuerpo de ideas que toque fondo en el asunto nuclear de las referidas demandas epistemológicas.

• EL DISCURSO CIENTÍFICO-SOCIAL EN EL PLANO EXPLORATORIO

El trabajo investigativo es, como ya se ha apuntado aquí, una práctica de carácter arbitrario. Y es así, no obstante la intención que en sí siempre lleva, de ser riguroso. La rigurosidad, como también se apuntó aquí, se logra al final; vale decir, la exposición, el discurso. En cuanto al objeto-social se refiere, esta acción indagatoria va trazando un método. Un método investigativo-social el cual hace suyos en el trabajo, determinado modelo disciplinario de razón (una lógica dada), determinado modelo de consideración acerca de la causalidad en el objeto en cuestión, y determinado modelo de verificación del concepto.

• 1.- BREVE ALUSIÓN AL MÉTODO HIPOTÉTICO-DEDUCTIVO...


Pero... Hagamos ahora una referencia a la pertinencia que al tema, tiene el tradicional método hipotético-deductivo; es decir, el común y latamente llamado "método científico"... El método hipotético-deductivo, como se sabe, es de usual aplicación en el objeto-social. Nace al calor de la conformación de la ciencia física y cuya aplicación a la luz de los días de hoy, excede el campo de ésa, pasando así al campo de la ciencia social.

Como es bueno recordar, clásicamente le son reconocidas cuatro fases generales: Observación de abordaje, hipótesis, experimentación y probabilidad.

La fase de observación de abordaje , como se puede advertir, contempla una acción de vincularse primaria y elementalmente con el objeto en plan de obtener de éste, una noción somera de su cualidad y de su cantidad para los efectos de satisfacer la necesidad de intentar, por un lado, delimitar el asunto, y por otro lado, ordenar las pulsiones investigativas del sujeto que indaga. Es una instancia metódica en cuyo contexto se dan paradojas e incertidumbres las cuales tienen que ver con el célebre planteamiento de Platón de que nadie puede investigar aquello de lo cual nada sabe, ni aquello de lo cual todo sabe, toda vez que no indagaría lo que sabe, ya que lo sabe. Ni indagaría lo que no sabe ya que ni siquiera sabría lo que debe investigar. La fase de la hipótesis se asume a la luz de la armadura teórico-práctica proporcionada por la anterior fase. Esta instancia metódica consiste en plantear en términos especulativos, apriorísticos, una relación de causalidad -o en su defecto, de concomitancia- entre el fenómeno o el problema que se toma por objeto, y otro factor. Además de la intuición, la información teórica acerca del objeto, resulta harto importante en esta fase del método hipotético-deductivo. La hipótesis es una veta que guía el proceso vivo de indagación. Como suele decir el brillante epistemólogo venezolano José Rafael Núñez Tenorio (1933-1998): tiene que precisar qué tipos de hechos están previstos para que justamente el experimento, en su función verificativa, convalide o no semejante supuesto. La experimentación es la fase del método en el cual se precisan en la práctica los términos en los cuales la hipótesis formulada revela o no, la realidad. Es, por lo tanto, una observación; una observación más compleja que la correspondiente a la primera fase. A través del experimento (modo de existencia típico de esta instancia metódica, además, apoyo esencial del correspondiente criterio de verificación -sobre todo en el campo de la ciencia natural-), se provoca el fenómeno o el problema que se estudia; se controla su desarrollo. Se provoca, asimismo, el otro factor previsto en la hipótesis, y se coloca en posición de que se dé en algún término una relación con aquél de suerte de, habiendo tomado las previsiones técnicas del caso, advertir cognitivamente en esa práctica ensayística, los resultados. La probabilidad es la última fase del método . Como quiera que este proceso hipotético-deductivo no ataca el fenómeno natural o la problemática social, en totalidad, sino en sectores, en muestras, pues entonces los resultados que de dicho proceso han de obtenerse deben ser interpretados en términos de prospección probabilística.

Ahora bien; en lo que se refiere a la investigación científica específicamente del objeto-social (etapa que, como ya se ha dicho, precede a la de la elaboración del discurso científico-social -cuyos problemas objetivos y racionales pretendemos aquí tratar en plan crítico-), resulta pertinente preguntarse a estas alturas lo siguiente:

 ¿Cuál es el modelo disciplinario de razón que signa tal trabajo indagatorio a tenor del método hipotético-deductivo?

 ¿Qué modelo de causalidad es el que hace suyo ese método científico-social?

 ¿Cuál modelo de objetivación asume?

Bueno. Desde principios de la década que inicia 1970 hemos recibido una prédica en torno al asunto, la cual si bien por tiempo prolongado nos satisfizo en medida importante, hoy por hoy lo logra en menor medida.

En cuanto a la primera de las interrogantes que recién planteamos, Núñez Tenorio (en su obra "Introducción a la Ciencia") plantea que el método hipotético-experimental (vale decir, hipotético.deductivo) constituye el complemento necesario al método abstracto-deductivo (el cual es el método de la matemática). Los dos corresponden a lo mismo pero con direcciones de desarrollo invertidas; como las caras de una misma moneda. En consecuencia, la razón inherente al aspecto hipotético-experimental sigue siendo el juego de la razón lógico-formal, analítico-pura, característico del aspecto abstracto-deductivo. Así como el referido epistemólogo relaciona en grado sumo el método hipotético-deductivo con la razón analítica, también vincula este método -y esto tiene que ver con la segunda de las preguntas que recién nos planteamos- con el modelo de causalidad lineal. "El criterio que priva allí es el de una causalidad lineal, mecánica, producto del enfoque fáctico que predomina en las ciencias naturales".

Núñez Tenorio prosigue su planteamiento... Pero para el caso de la investigación científico-social, agrega, este método resulta en gran medida insatisfactorio. “Las ciencias sociales estudian en lugar de hechos, relaciones; en vez de fenómenos, procesos; y no examinan elementos sino estructuras”; de ahí que la causalidad a la cual la acción indagatoria propia del método científico-social apunta, sea estructural, sistémica. Que no la causalidad lineal, la cual -siguiendo a Núñez- ha de ser la consustanciada con el hipotético-deductivo. Él, por cierto, tuvo la bondad de hacernos

el prólogo del libro de nuestra autoría titulado "Antología del Pensamiento Revolucionario Venezolano" (Centauro; Caracas, Venezuela. 1983). En este escrito plantea con agudeza que “una investigación teórico-histórica no parte del hecho empírico (como se pretendió trasplantar mecánicamente del método hipotético-deductivo) sino propiamente de las categorías fundamentales que la teoría del proceso social haya podido manifestar”. En cuanto al criterio de verificación propio del método hipotético-deductivo, como ya se señaló, está claro que es el experimento. Pero ¿acaso con el método hipotético-deductivo podemos darnos por satisfechos en cuanto a las aspiraciones de llegar a un discurso científico del objeto social que trace objetividad en lo total y en lo concreto? Evidentemente que no. Falta mucha madeja que cortar. La complejidad del objeto-social, sin duda alguna, demanda para su estudio en plan científico, un método que trascienda los límites de las capacidades heurísticas del hipotético-deductivo.

. 2.- EL MÉTODO DIALÉCTICO-CONCRETO EN EL OBJETO SOCIAL...


El objeto-social no solamente es en cuanto tal, sino que además es susceptible a tener conciencia. No sucede lo mismo en el objeto-natural. Siendo, pues, susceptible el objeto-social de poseer conciencia, el estudio que sobre él ha de hacerse parte tanto del hecho en sí (pulsión fáctica) como de la teoría histórica que sobre tal objeto-social existe (pulsión teórica). Parte tanto del concreto-real como de la teoría histórica que acerca del objeto-social hay en el momento histórico en cuyo relieve se hace la indagación. Claro; de la teoría histórica que sea capaz de convocar el tratamiento reflexivo.

2.1.) La fase hecho-nocional...


En principio, la teoría histórica (aquélla que es capaz de convocar), ofrece una información. Una información que no obstante de ser caótica, hace lo propio; invita. “Parece lo correcto comenzar por lo que hay de concreto y real en los datos” plantea Marx en el "Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política" , aunque más adelante hace advertencias... Dice que aunque lo concreto (real) sea para el trabajo investigativo “el verdadero punto de partida y, por consiguiente, el punto de partida también de la percepción y de la representación”, éste, el concreto-real, deviene en este momento de arrancada del trabajo indagatorio, como facto y como teoría caótica. Hecho y noción que se vinculan defectuosamente.

Marx dice:

Cuando estudiamos un país determinado desde el punto de vista económico-político, comenzamos usualmente por su población, la división gruesa de ésta en segmentos, su establecimiento en las ciudades, en los campos, a orillas del mar, las distintas ramas de producción, la exportación y la importación, la producción y el consumo anuales, los precios de las mercancías, etc.

Luego exclama...

Pero, bien mirado el asunto, este método sería falseante. La población es una abstracción si dejo a un lado el elemento de poder de clases, en el cual la población en cuestión posee. Estas clases son, a su vez, una palabra sin sentido si ignoro los elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo: el trabajo asalariado, el capital, etc. El capital,
por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precios, etcétera. Si comenzase, pues, por la población, resultaría una representación caótica del todo, y por medio de una representación más estricta, llegaría (...) siempre más lejos (...).

Pero para pasar de lo hecho-nocional a, como dice Marx, una representación más estricta, se necesita haber agotado su contexto en tanto fase metódica. Por ello, resulta harto menester no sólo revisar en plan crítico esa teoría desordenada, sino tratar el objeto-social a tenor del arsenal disciplinario encarnado en el método hipotético-deductivo (el modelo de razón suyo; su criterio de causalidad; su criterio de verificación).

La aspiración a una representación más estricta, tiene que ver con un insumo cuyo procesamiento complejo solo es posible cuando se ha transcendido la referida instancia hecho-nocional. Ese insumo en buena parte es la teoría de la totalidad del objeto-social.

La Información Facto-Perceptible y la Teoría Histórica Inicial (Arbitraria)...

Pero, hagamos algunas precisiones.

Núñez Tenorio señala (en ocasión del prólogo aludido) que en la investigación de la problemática histórico-social “la instancia de la empiria real cumple un papel meramente auxiliar, que aspira darle contorno a la exposición (del trabajo indagatorio). Por supuesto, ella es necesaria. Pero nada más”. Claro; hoy por hoy apuntaríamos explícitamente que en tal trabajo investigativo, la instancia de -utilizando la expresión del mismo Núñez Tenorio- la empiria real es, como la de la teoría histórica, fundamental, más que “meramente auxiliar”. Asimismo; si bien es importante para la exposición, en esa misma medida es importante para la labor indagatoria que tal exposición (que tal discurso) resuelve cognitivamente en términos provisionales. La instancia de la empiria real y la instancia de la teoría histórica resultan isomórficamente fundamentales para la investigación científico-social (y, por ende, para el discurso a cuyo contexto va dirigido).

En ese mismo prólogo, Núñez Tenorio plantea:

La investigación de la problemática histórico-social no puede partir de la observación de los hechos, de la experiencia directa de la práctica, del contacto inmediatista con la realidad... como acostumbra señalar el positivismo de viejo y nuevo cuño. Esta investigación se caracteriza, al contrario, por asumir el cuerpo de la historia en su totalidad, praxis y teoría, estructura y super-estructura, ser social y conciencia social como concreción histórica.

Eso nos lleva a advertir dos tendencias a extraviar el camino exploratorio a este nivel hecho-nocional.

La primera, como bien lo señala Núñez Tenorio, estriba en exagerar la importancia que para el abordaje de la investigación tiene el asunto factual, el hecho en sí. La segunda tendencia, quizá no menos perversa, radica en sobre-estimar la significación de la teoría histórica.

Si en la práctica cotidiana, el objeto-social se presentase conforme a su esencia, la primera de las tendencias quizá no encarnaría una vocación tan desorientadora. Pero es que la esencia y la apariencia propias del objeto-social se expresan al fragor de la práctica cotidiana, de manera arbitraria. Arbitrariedad preñada de contradicciones. Contradicciones preñadas hasta de antípodas. Abordar la investigación científico-social preponderando el facto, la empiria real, es, pues, un acto el cual indefectiblemente habrá de conducir a un trabajo miope. Un trabajo miope que a su vez conducirá a un discurso incapaz de tocar fondo en la reproducción abstracta de lo real-social. Pero si en tal momento de la investigación, por otra parte, se prepondera el asunto teórico a despecho de lo empírico, pues la cuestión corre el significativo riesgo de transitar por un terreno especulativo.

En esta fase hecho-nocional de la que nos ocupamos ahora, hay, pues, dos fuentes de información acerca del objeto-social cuyo tratamiento en plan científico se aborda. Tanto una, la que proviene del estudio hipotético-deductivo del hecho, como otra, la que proviene de la teoría histórica que se tiene en tal coyuntura, tienen que ser relacionadas de manera compleja. La racionalidad analítica, el modelo de causalidad lineal y el modelo de verificación experimental, tan consustanciados con los elementos básicos de la información facto-perceptible (obtenida por el método hipotético-deductivo) se ven propendidos a hacerse complejos ante la demanda que plantea la información histórica la cual fundamentalmente, por tener un carácter general, ha de trazar de alguna manera una racionalidad superior a factores como los compenetrados a los principios-guías de identidad y no-contradicción; superior a lo que lleva consigo la relación entre la variable dependiente y la variable independiente; superior a la comprobación de laboratorio.

El momento hecho-nocional -y esto hay que tenerlo muy en cuenta- es una fase inicial. Una fase inicial la cual tiene que ser trascendida en plan de lograr reproducir lo concreto por vía pensamental. Una fase inicial que si bien tiende a la concreción de pensamiento (huésped del discurso que nos ocupa), no lo logra todavía. Y no lo logra todavía dado, entre otros factores, la falta del momento de cualificación de la teoría general que se tiene (ya que aún los insumos de trabajo heurístico que representa la información facto-perceptible, no han hecho su labor de alimentar el proceso).

El método dialéctico-concreto, desde su primera fase, lleva consigo: cambio, contradicción, sentido de totalidad y de concreción. La información facto-perceptible acerca del objeto-social (ofrecida por el método hipotético-deductivo) y la información general que en cuanto a ese objeto proporciona la teoría histórica, tributan la condición dialéctica del método en cuestión.

El Riesgo de la Seudoconcreción...

Ese par de insumos, esa información hecho-nocional, puede ser falseante, ideológica. Puede ser, tomando la expresión del productivo filósofo checo Karel Kosík (1926-2003) en su obra "Dialéctica de Lo Concreto", seudo-concreta.

El mundo de la seudo-concreción es un claroscuro de verdad y engaño. Su elemento propio es el doble sentido. El fenómeno muestra la esencia y, al mismo tiempo, la oculta. La esencia se manifiesta en el fenómeno, pero sólo de manera inadecuada, parcialmente, en algunas de sus facetas y ciertos aspectos. El fenómeno indica algo que no es él mismo, y existe solamente gracias a su contrario. La esencia no se da inmediatamente; es mediatizada por el fenómeno y se muestra, por tanto, en algo distinto de lo que es.

Eso es así, amén de que el método hipotético-deductivo haga lo suyo de manera eficiente; asimismo, amén de que la información histórica que se tiene en el tiempo en el cual se haga la investigación, sea harto capaz de convocar al estudio en plan científico. Ello, en tanto primer momento de la investigación científico-social, no es suficiente. La insuficiencia puede ser tan importante que puede encarnar -siguiendo a Kosík- seudo-concreción. Seudo-concreción toda vez que la información facto-perceptible puede encubrir la esencia del objeto-social, aunque a lo mejor sea “explícita” en la epidermis del asunto, en la apariencia del hecho, en el contexto fenoménico. Seudo-concreción toda vez que la información global, histórica que se tiene, aún no puede ser sometida a la necesaria crítica superior (para la cual, aquella información facto-perceptible habrá de coadyuvar significativamente). Seudo-concreción toda vez que el concreto que se quiere reproducir en el pensamiento es el concreto-real; concreto-real que todavía no ha sido sujeto de reproducción mental hecha discurso.

Téngase en cuenta que, como bien dice Marx,

Lo concreto es concreto, porque es la síntesis de muchas determinaciones; es decir, unidad de lo diverso. Por eso lo concreto aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida y, por consiguiente, el punto de partida también de la percepción y de la representación.

A lo que se quiere llegar en la investigación científico-social es al concreto-real-social. Concreto-real-social hecho pensamiento, hecho signo. El discurso científico-social, así, es la representación sígnica del concreto de pensamiento. La concreción mental se hace plástica y signo en el discurso. La concreción mental del concreto-real-social se hace plástica y signo en el discurso científico-social.

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2.2.) La fase espiral...


Para ello, se hace menester entonces agotar esa fase hecho-nocional, y pasar a otra fase más compleja. Se hace necesario tomar ese par de informaciones como filones para los efectos de profundizar el proceso de investigación social. Trascender la dimensión balbuciente de la dialéctica, encarnada en esa fase hecho-nocional, y, así, apuntar hacia una instancia nueva en la cual la práctica teórica trace un movimiento dialéctico más, digámoslo así, libre de manos.

Para el desarrollo de esa nueva etapa, se hace ineluctable la crítica tanto de la información facto-perceptible como de la información general que se tiene por vía de la teoría histórica. Tal crítica ha de ser bidireccional e integradora; y tiene que estar motivada a coadyuvar al logro de la unión (de la imbricación, del acoplamiento) del concepto hecho signo a punta del trabajo arbitrario de la investigación, con el movimiento real que acontece en el objeto-social, tanto en términos totales como en términos concretos.

La Crítica...

Esa crítica se plantea justipreciar las respectivas vocaciones de filones cognitivos que pueden tener cada una de las informaciones. La información facto-perceptible es una primera aproximación, jamás desestimable. Con todos los riesgos de seudo-concreción, es importante. Su consideración crítica para el trabajo es inexcusable; claro, para el trabajo indagatorio el cual perennemente considerará, críticamente también, la información total. La crítica a la información general que se trae de la fase hecho-nocional está dirigida a calificarla. A calificarla para la prosecución del trabajo indagatorio el cual se pretende que concluya en el discurso científico-social; es decir, en la reproducción abstracta, hecha signo, del concreto-real.

La Teoría del Modo de Producción Capitalista...

En tal dirección se ha inscrito la obra científica de Marx; vale decir, la teoría del modo de producción capitalista. Tal obra científica, la economía-política-del-capitalismo, constituye hoy por hoy una referencia harto importante para el trabajo investigativo vinculado al método dialéctico-concreto.

Núñez Tenorio nos dice (en el texto "La Izquierda y la Lucha por el Poder en Venezuela". Ateneo de Caracas. Caracas, 79.) lo siguiente

El concepto histórico de Marx ‘modo de producción’ asume legitimación científica a partir de la categoría económica ‘modo de producción capitalista’, concretizado por Marx en El Capital. El marxismo no comulga con una teoría abstracta del modo de producción en general, supuestamente valedero para cualesquiera modo histórico de producción. Los modos de producción asumen formas históricas concretas. No existe en la realidad histórica ningún modo de producción en abstracto. En el caso contemporáneo que nos ocupa, la forma histórica y concreta es el capitalismo. Por tanto, si bien es una desviación metódica formalista hablar de modo de producción en general, sin referencia al modo de producción capitalista, es también una desviación metódica empirista, un empirismo muy rudo, pretender hablar por ejemplo de modo de producción capitalista venezolano. Justamente, ambos extremos, hijos de la misma problemática teórica, son superados dialécticamente con la categoría ‘modo de producción capitalista’ que es la que le proporciona ‘concreción de pensamiento’, y por lo tanto, cientificidad teórica al concepto histórico de ‘modo de producción’.

Y Núñez Tenorio acierta. Logrando concreción (de pensamiento) hecha signo, esta teoría hace suyas tanto la expresión específica de su pertinente objeto a manera de modo de producción (el capitalista), como la expresión específica de su pertinente objeto a manera de formación social capitalista (la inglesa del siglo XIX). Pero asimismo logra esta teoría, ser una referencia en términos de totalidad. Y esto último tiene que ver en mucho con la vigencia histórica que a nivel planetario viene teniendo aquel modo de producción que ésa asume como su objeto (vale decir, el capitalista) a través de las formaciones sociales capitalistas (y también aquellas que sin declararse tales, y que han ensayado modos de producción diferentes, acusan no obstante influencias del modo de producción capitalista, y hasta determinaciones).

Además esta teoría que nos ocupa ahora, ha establecido un modelo de razón (la racionalidad dialéctica), un modelo de causalidad (la causalidad estructural) y un modelo de comprobación (la objetivación socio-histórica), los cuales trascienden cualitativamente los modelos lógico-analíticos, de causalidad lineal y de verificación experimental (típicos, según Núñez Tenorio, del viejo método hipotético-deductivo).

La Calificación de la Teoría de lo Total...

Pero pasemos de una vez a preguntarnos: ¿Acaso esa referencia de totalidad a la cual recién nos referimos, es válida para los efectos del trabajo propio del método dialéctico-concreto en cuanto a objetos sociales distintos al modo de producción capitalista? Esto es importante.

Si se trata de una investigación la cual tenga la motivación de comprender y significar una determinada formación social capitalista, claro está que la teoría del modo de producción capitalista (la economía política como ciencia) será una referencia de carácter total, imprescindible, inexcusable, ineluctable, para los fines consiguientes. Será así, teniendo en cuenta perfectamente claro que el trabajo a desarrollar no puede transitar por un camino de simple deducción, de burda inferencia. Ahora bien. Si se trata de un objeto-social diferente al citado, el asunto de esa referencia de totalidad se torna más complejo.

El método dialéctico concreto en esta fase, la fase espiral, reclama, como ya lo hemos apuntado, una teoría de la totalidad más calificada que la que se trae de la fase hecho-nocional.

Tal teoría de la totalidad, por lo tanto, debe ser sometida a la crítica. A la crítica en relación al carácter del pertinente objeto; a los principios-guías propios de la racionalidad que encarna; al criterio de causalidad que lleva consigo; al criterio de objetivación que lleva consigo.

De lo que se trata es contar en esta fase espiral con una teoría de lo total lo suficientemente calificada (a través de la crítica, claro está) como para que la información facto-perceptible que se trae se torne fértil. Fértil para coadyuvar al logro de la concreción de pensamiento: instancia de apoyatura al discurso científico-social.

El Reto que ofrece el filósofo francés Lucien Sève (1926-2020)...

En su extraordinaria obra "Marxismo y Teoría de la Personalidad" expone este pensador -tratando de interpretar a Engels- que “si el nacimiento de la filosofía marxista pone fin a la quimera de un conocimiento ‘filosófico’ de los objetos científicos; señala, al mismo tiempo, la aparición de un conocimiento científico de los objetos filosóficos”. El planteamiento es interesantísimo. Es hasta sugestivo. Pero un tanto riesgoso. Curiosamente, el mismo Sève más adelante aclara que el asunto expuesto no comporta “el sentido inaceptable de un intento encaminado a deducir o construir a priori (el contenido concreto de alguna ciencia), a partir de los principios de una concepción general del mundo, sino en el sentido muy diverso de una ayuda (filosófica) aportada a la ciencia”.

Quizá el arrojo teórico de Sève tiene que ver con su militancia teórica. Pero por encima de todo, nos coloca en un punto de suyo interesante. El trabajo científico de Marx (la teoría del modo de producción capitalista) y su obra filosófica construida por y para ese trabajo científico (el materialismo histórico) se caracterizan por la permanente búsqueda de las determinaciones. Y no encauza tal apetito cognitivo en sendas de corporeidades intangibles. Apunta la búsqueda hacia terrenos objetivos, tangibles, reales... ¡materiales, históricos! Cuando Marx en su "VI Tesis sobre Feuerbach" establece que el hombre es en esencia las relaciones sociales, expulsa mil extravíos teóricos (entre ellos, el abstracto-historicismo hegeliano y el abstracto-individualismo feuerbachiano): corrientes contra cuyos planteamientos dedica buena parte de su esfuerzo, colocando al objeto-humano en el relieve aquél el cual factibiliza la confrontación entre la teoría y la realidad (la historia real). La historia real que se mueve en contradicción y halla en sus relaciones materiales específicas, los factores que la determinan complejamente. En el cuadro general de esta teoría global de lo hominal, habida cuenta la verosimilitud conceptual que encarna, se fragua la economía política del capitalismo como teoría objetivable por vía de la práctica socio-histórica, acerca del modo de producción específicamente capitalista, trazando en tal fragor cognitivo, una racionalidad de nuevo tipo (la dialéctica), un modelo nuevo de causalidad (estructural) y el recién referido criterio de concreción asimismo, nuevo.

De lo Concreto a lo Total y de lo Total a lo Concreto...

La fase espiral trasciende dialécticamente la fase hecho-nocional. Redimensiona la información facto-perceptible a punta de la calificación que al fragor de la crítica logra la teoría general; y redimensiona asimismo la teoría general a punta de la calificación que al fragor de la crítica logra la información facto-perceptible. “El método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto no es sino la manera de proceder del pensamiento, para apropiarse de lo concreto, para reproducirlo mentalmente como cosa concreta”; expone magistralmente Marx . “El todo, tal como aparece en el cerebro, como un todo mental, es un producto del cerebro pensante que se apropia del mundo de la única manera que puede hacerlo (...)”: concretamente y por vía de los signos, completaríamos aquí.

Con acierto, Kosík interpreta a Marx:

Si la realidad es un conjunto dialéctico y estructurado, el conocimiento concreto de la realidad consiste, no en una sistemática adición de unos hechos a otros, y de unos conceptos a otros, sino en un proceso de concretización, que procede del todo a las partes y de las partes al todo; del fenómeno a la esencia y de la esencia al fenómeno; de la totalidad a las contradicciones (concretas) y de las contracciones (concretas) a la totalidad, y precisamente en este proceso de correlación en espiral, en el que todos los conceptos entran en movimiento recíproco y se iluminan mutuamente, alcanza la concreción.

La fase espiral del método dialéctico-concreto es el momento más representativo de la crítica. De la crítica tanto a la teoría total como a la información que facilita el método hipotético-deductivo a principio de la práctica teórica. No se trata de una crítica la cual monte su motivación fundamental en algo “más acá” o “más allá” del objeto (lo que equivaldría, como suelen decir los detectives, “a buscar el cadáver río arriba”). No. La crítica propia de la fase espiral va dirigida a la cosa mediante el puente necesario que establece el par de informaciones que se trae de la fase hecho-nocional, en plan de calificar el proceso integral de investigación. Como quiera que la investigación y el método, en el proceso de producción teórica, han de estar harto vinculados entre sí y éstos con el objeto (alfa y omega de ese proceso; alfa real y omega cognitivo-y-sígnico), la crítica pertinente ha de ser unitaria. Unitaria, es de insistir, en tanto y en cuanto el proceso arranca del concreto real (objeto-social) y culmina en el concreto mental y semiótico (discurso científico-social). En circunstancias de referirse a un punto de vista expresado por Popper en la célebre (interesante y aparatosa, añadiríamos) discusión epistemológica de postrimerías de la década sesenta, el prolífero filósofo alemán Theodor Adorno (1903-1969) señala:

Si se interpreta la dependencia del método respecto al objeto, con el mismo rigor con el que viene implícita en algunas determinaciones popperianas, como la de la relevancia y el interés como patrones de medida del conocimiento social, no sería posible un trabajo científico-social apoyado y dirigido al objeto real, sino que el asunto se limitase a las especulaciones en cuanto a la autocrítica, la reflexión sobre sus enunciados, teoremas, métodos y aparatos conceptuales.

Añade Adorno ("Sobre la Lógica de las Ciencias Sociales". Grijalbo (Textos Vivos, 6). México, 78):

El objeto debe gravitar con todo su peso en el método y ostentar en él su propia vigencia (...). Cuando la crítica de las categorías teórico-sociales se reduce a la crítica del método y cuando la discrepancia entre concepto y objeto se produce a costa del objeto, que no es de lo que se trata, lo que decide entonces es el contenido del teorema sujeto a crítica. La crítica no debe ser meramente formal, sino también material; si sus conceptos han de ser verdaderos, una ciencia social crítica, no puede ser, por fuerza -y a tenor de su propia idea-, sino crítica de la sociedad.

Preponderar, pues, cuestión distinta al objeto, en la crítica teórico-social, es algo así como tener en claroscuro la ligazón dialéctica determinativa que establece ése con el método y con la razón instalada en la textura del trabajo investigativo y en la representación sígnica de ese concreto real a instancias de concreto pensado.

(DENTRO DE DÍAS EXPONDREMOS AQUÍ EN STEEMIT, LA SEGUNDA -Y ÚLTIMA- PARTE)

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NOTAS TÉCNICAS:

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-----------Concepto Materialista sobre Educación y Personalidad Humana. http://lautopiaconcretableediciones.blogspot.com/
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