Discurso y Método Dialéctico en la Ciencia Social / Parte dos (y última)

in #ciencia3 years ago

... AMIGOS DE STEEMIT, HE AQUÍ LA PARTE DOS (ÚLTIMA) DEL POST...

2.3.) De la fase espiral (que, como se sabe, es la segunda) a la fase de concreción de pensamiento y signo (la tercera)...


A alturas de la fase espiral, la información facto-perceptible y la noción de totalidad que se trae de la anterior fase, se confrontan, al fragor de la crítica, entre sí, para propender entonces a la cualificación de ambas y a la construcción de un estadio superior de conocimiento.

Ese estadio superior de conocimiento estará impregnado de teoría de lo total y propenderá asimismo a volver a lo fáctico, a lo concreto, pero con la riqueza apreciativa de aquella teoría general. ¿Qué racionalidad habrá de trazar ese sometimiento a crítica y relación compleja de tales informaciones traídas de atrás y ahora, dado ello, redimensionadas?; ¿qué causalidad va trayendo consigo tal proceso investigativo? Eso, claro está, es un asunto que lo define el concreto; es un asunto, como recién dijimos, a posteriori. No obstante, la tradición científica sirve en ocasiones para mucho. No se trata de magnificar esta tradición y mirar con miopía los factores determinantes (como a veces parece hacerlo Popper); tampoco se trata de tomar demasiado a pecho la útil suspicacia (o más bien perspicacia) del profundo filósofo checo Zdeneck Strmiska (a quien tratamos con amistad en el siglo XX a instancias del eje universitario París/Caracas) en aquello de que “las verdades nuevas conviven muy mal con las viejas certidumbres”.

Es un asunto (un reto) contradictorio el cual hay que asumir contradictoriamente. Es de estimar que principios de razón u ontoguiaturas dialécticas como la contradicción, como el cambio, como el nuevo incluido, como la dificultad esencia-apariencia, como las relaciones relativas y como la totalidad-concreción, sean necesarios para tal empresa. Las concreciones del desarrollo de ésas sólo el concreto las define concretamente. Nos permitimos adicionar a continuación, un breve texto que hemos tomado de la red Eveipedia. Dicho texto da cuenta de algunas anotaciones que hemos hecho en relación a las ontoguiaturas dialécticas... (Agradecemos a los editores de esa red, la deferencia que con nosotros han tenido, habida cuenta tal toma de consideración).

La estabilización en el medio académico de la categoría gnoseológica ontoguiatura dialéctica, está asociada al trabajo académico de (... quien esto escribe), expuesto en numerosos libros y artículos; entre éstos últimos, “Lógicas y Métodos Comparados en Educación” (incluido en el texto antológico Educación Comparada, Identidades y Globalización, editado en Caracas -Venezuela- por la UNESCO, a principios del presente siglo). 1) Ontoguiatura de la contradicción-cambio... Contrariamente a lo que plantea la lógica analítica (todos los objetos –reales, pensamentales...- son respectivamente idénticos a sí mismos y jamás pueden ser y no ser al mismo tiempo y condiciones), el modelo dialéctico de razonar sostiene que todo objeto lleva consigo contradicciones permanentes; de ahí que cambien constantemente. 2) Ontoguiatura del nuevo incluido... En contravía a lo que plantea la lógica analítica (todo razonamiento que transgreda los principios de identidad y no-contradicción, resultan inevitablemente falsos e inválidos), la lógica dialéctica sostiene que es significativa la probabilidad de que se arriben a conclusiones veraces y válidas, obviando en algún grado las viejas leyes de identidad y no-contradicción. Transgrediendo estos principios lógico-analíticos (y abrazando esta ontoguiatura), pueden aflorar razonamientos y conclusiones de nuevo tipo; vale decir, cualitativamente superiores… Unida a esta ontoguiatura están nociones como Contingencia, lo sorpresivo, lo no prefigurado, serendipia, en fin. 3) Ontoguiatura de la dificultad esencia-apariencia En todo objeto (real o humano) hay contradicciones entre la manera de presentarse al observador y la esencia propia de ése. Entre la esencia y la apariencia suele haber desacoplamiento. Para desmontar tal incoherencia, necesario es hurgar, desmalezar, teniendo claro tal rasgo de ocultamiento esencial que el objeto posee. 4) Ontoguiatura de la totalidad-concreción-síntesis... Todo objeto se manifiesta de manera específica, concreta, singular (lo cual es susceptible a la percepción); no obstante está determinado por factores totales que resultan invisibles. La síntesis entre tal concreción y tal totalidad, equivale a la verdad provisional; y se puede obtener a través del trabajo unido al facto, por un lado, y al trabajo unido a la teoría calificada sobre lo total, por otro. 5) Ontoguiatura de las relaciones relativas... La labor de estudiar el objeto está de alguna manera influida por el flanco desde el cual se estudia tal objeto. 6) Ontoguiatura de la proyección verosímil... En la medida en la cual se profundice en el trabajo indagatorio del objeto, se hace posible hacer extrapolaciones sobre su movimiento; ello, a punta de hacer juegos virtuales, de palpar rupturas de algoritmos, etc.; ello con sentido de lógica, de templanza, de proporcionalidad…

Asimismo la causalidad estructural. La elevación a lo abstracto propia de esta fase espiral implica, pues, la relación dialéctica, la confrontación dialéctica, la unidad dialéctica de la información facto-perceptible y la teoría total. En esa confrontación compleja (en ese proceso de correlación en espiral, como dice Kosík), así, se cualifica el conocimiento, y se propende entonces hacia el retorno a lo concreto pero con la riqueza de lo total, lo cual constituye el hábitat del discurso científico-social. Strmiska vuelve a ayudarnos a través del siguiente planteamiento (el cual hemos tomado de "La Dialéctica y las Dialécticas". Curso de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, 81):

Estamos en todo de acuerdo con los análisis de Joseph Gable cuando muestra que en la apertura hacia la realidad, en la sensibilidad a los hechos, estriba la primera característica del pensamiento dialéctico, y en las actitudes opuestas: la fuente de todo pensamiento no dialéctico. Pero sigue siendo cierto que la apertura hacia la realidad o hacia ciertos aspectos de la realidad es mucho más fácil de mantener a nivel de un pensamiento empírico-concreto que a nivel de un pensamiento teórico dirigido hacia la generalización no obstante indispensable para el conocimiento. No por ello se puede considerar a la generalización como un “mal necesario” del conocimiento.

Y esa elevación a lo total social puede implicar, a instancias preludiales y elementales, circuitos o encadenamientos de informaciones facto-perceptibles hilvanadas analíticamente, pero que al ser procesadas dialécticamente, se cualifican.
Téngase en cuenta que las incursiones teórico-analíticas que se hacen en plan de totalidad acusan, igual que las de carácter dialéctico, el rasgo del cual Adorno hace referencia; a saber, la imposibilidad de probar fehacientemente por vía experimental la dependencia de todo fenómeno social respecto a la totalidad. El reconocido filósofo alemán Jürgen Habermas (n. 1929) con precisión expresa ("Teoría Analítica de la Ciencia y la Dialéctica". Grijalbo (Textos Vivos, 6). México, 78):

El concepto funcionalista de sistema propuesto por las ciencias sociales de inspiración analítica no puede, en cuanto a tal y de acuerdo con su propio sentido operacional, ser confirmado ni refutado empíricamente; ni las más numerosas y mejor confirmadas hipótesis legales podrían probar que la estructura de la sociedad satisface el concepto funcional que de acuerdo con el proceder analítico constituye el marco necesario de las posibles covariancias. El concepto dialéctico de totalidad exige, por el contrario, que los instrumentos analíticos y las estructuras sociales se entrecrucen como ruedas dentadas.

Es que la concreción de pensamiento y signo se erige sobre el relieve de la concreción real. Y como el concreto real está imbricado en la totalidad, el pensamiento que le sigue los pasos a su lógica de movimiento tiene que elevarse abstractamente a lo total para arribar así de nuevo a lo concreto pero por vía mental y de lenguaje. Es un proceso dialéctico; en tanto ello, aspira a un conocimiento que represente el objeto social en términos concretos; para lo cual tiene que representarlo en términos totales. Así, el concreto pensado tiene que ser confrontado con el concreto real a través de la guiatura de lo total. La objetivación pertinente no es experimental; es socio-histórica.

PARTE SEGUNDA DEL PRESENTE TRABAJO


Ladisdav Matieyka e I. R. Titunik escriben el prólogo de la versión en inglés de la obra fundamental de Valentín Volohinov (semiólogo ruso nacido en 1895). Tal versión inglesa sirvió como base a una que publicó en español Ediciones Nueva Visión (Buenos Aires, Argentina, 1976). Esta versión castellana llevó por título "El Signo Ideológico y la Filosofía del Lenguaje". En Caracas (a instancias del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela) nos llega por fortuna un ejemplar, al poco tiempo de ello. Transcurrían los inicios de los '80s.

Expresaban los prologuistas que Voloshinov declaró ser un teórico marxista del lenguaje, fue víctima en la época de 1930 de fuertes adversidades políticas. Su obra, dentro de lo que fue la URSS, fue condenada al olvido durante largas décadas. “Su propio destino personal ha quedado en el misterio”, agregaban.

Bien. Acercándonos un tanto más a Valentín Voloshinov y a su obra "Markslzm i Filosofíla Lazika" debemos entonces señalar que este personaje muestra ya a finales de la década treinta del siglo XX (ante un mundo académico el cual se le muestra impermeable), desgarradores y alumbrantes planteamientos acerca de la relación pensamiento/lenguaje/realidad... “La conciencia sólo puede hospedarse en la imagen, en la palabra, en el gesto significativo, etc. Fuera de este material, queda el puro acto fisiológico no iluminado por la conciencia, sin que los signos le hayan dado luz, sin que le hayan dado significado”. “Si privamos a la conciencia de su contenido semiótico, no quedaría absolutamente nada”.

Así, la conciencia la cual si bien reside en el individuo concreto es una entidad esencialmente social, empalma el contenido ideológico (en el sentido amplio de la categoría) que le es propio, con el lenguaje en cuya urdimbre se fragua.

“Los signos surgen solamente en el proceso de interacción entre una conciencia individual y otra. Y la misma conciencia individual está llena de signos. La conciencia es conciencia solo cuando se ha llenado de contenido ideológico (semiótico), y por lo tanto, sólo en el proceso de interacción social”; apunta Voloshinov.

La conciencia individual, añade el gran Volohinov, es tan sólo “un inquilino que se aloja en el edificio social de los signos ideológicos”. La idea, el concepto, la noción, se hospedan, tomando la gráfica expresión de Voloshinov, en el signo. La palabra es el signo por excelencia. Es más; para que la idea cristalice como imagen, independientemente del nivel de asociación que guarde con lo real, y no se simplifique en una elemental pulsión que amaga en desarrollarse y muere por falta de piso, necesariamente tiene que contar con el signo que dé viabilidad y aposento al proceso en cuestión, el cual, a final de cuentas, es de raigambre social e ideológica. Tanto las leyes de la realidad de los procesos ideológicos como las de los signos sociales “son las leyes de la comunicación semiótica y están directamente determinadas por el conjunto total de las leyes económicas y sociales”.

Está claro, pues, que este agudo semiólogo soviético ve a la idea y el signo como una unidad dialéctica la cual vive en la atmósfera de la ideología, y en tanto ello, de la lucha social. “Los signos no aparecen entre los miembros cualesquiera de la especie Homo Sapiens. Es esencial que los dos individuos (del territorio interindividual) estén organizados socialmente, que compongan un grupo (una unidad social); sólo entonces puede tomar forma entre ellos el medio de los signos”.

Voloshinov, Whorf/Sapir y el discurso científico-social...

Tal planteamiento nos lleva, por fortuna, a asentar que justamente el discurso científico-social tiene que salvar la pléyade de escollos la cual por vía ideológica se instala en el tejido del lenguaje, dificultando, así, la tarea de significar al objeto en términos concreto-totales. El discurso científico-social es la solución transhistórica de tal dificultad. Y en ello está inscrito todo el complejo mundo de lo metodológico, toda vez que es el objeto, el objeto-social, el determinante.

El objeto social es representado transhistóricamente por el discurso científico-social en términos concreto-totales salvando todo estigma ideológico viviente en el lenguaje. Hemos dicho: salvando todo estigma ideológico viviente en el lenguaje; pero pudiéramos decir mejor, transigiendo con Whorf y Sapir, salvando todo estigma ideológico viviente diferencialmente en cada lengua. Pero la verdad es que no hace falta. No hace falta. La calificación que toma el pensamiento al fragor del movimiento dialéctico de la relación de la teoría de lo total con la información facto-perceptible a instancias de la fase espiral, hace poco significativo el riesgo de que el discurso social construido en plan científico acuse la huella de la tendencia conceptual marcada por la cosmovisión (y la visión de la sociedad, por lo tanto) ubicada detrás de la correspondiente lengua. De ahí que no vale la pena militar en algún temor signado por tal criterio. Por lo demás, toda lengua es expansiva. Y tal expansibilidad se halla cada día más potenciada por el carácter global de las determinantes sociohistóricas. Toda lengua es expansiva, y su expansibilidad es la respuesta ineludible a la demanda (translingüística) que impone el carácter global de las determinantes históricas de la sociedad en cuyo concreto se mueve.

Totalidad social y concreción social, hechas signo, constituyen el discurso científico-social. Tarea llena de espinas y flores. Las espinas que históricamente ha encarnado el dinero... Las flores de la utopía concretable; esa del “cada cual según su capacidad, cada quien según sus necesidades”... palabra de Marx. Dinero espinoso ése el cual un enero veintiuno de mil ochocientos cincuenta y nueve lo obliga a decirle a su camarada Engels: “creo que nadie haya escrito sobre ‘dinero’ con una falta tan absoluta de dinero como la mía”. Flores como las que la historia siempre le tendrá en deuda... como las que al devenir deja, al final de su "Crítica del Programa de Gotha": “Dixi et salvavi animam meam” (He dicho y salvado mi alma).

PARTE TERCERA (Y FINAL) DEL PRESENTE TRABAJO: UN INTENTO DE SÍNTESIS A LO EXPUESTO


La teoría de la relatividad lingüística (representada por Whorf y Sapir) resulta ser pertinente e interesante para el estudio del asunto de la relación lenguaje-pensamiento-realidad. Destaca en el trabajo que hacen, la investigación comparativa de la lengua hopi con las lenguas “europeas medias” (SAE). De ése, obtienen la conclusión de que éstas no son más desarrolladas (más cualificadas) que aquélla; asimismo, que entre la una y las otras hay una significativa diferencia en cuanto a las concepciones de lo real (y de lo real-social por lo tanto) metidas en el tejido de las respectivas corporeidades sígnicas de esas lenguas. De ahí que un hablante hopi vea la realidad de manera marcadamente distinta a como la ve un hablante de alguna lengua SAE. Cada lengua, entonces, influye significativamente en términos diferenciales en la noción del mundo (y de la sociedad por ende) de sus correspondientes hablantes... La teoría de la relatividad lingüística (representada por Whorf y Sapir) resulta ser pertinente e interesante para el estudio del asunto de la relación lenguaje-pensamiento-realidad. Destaca en el trabajo que hacen, la investigación comparativa de la lengua hopi con las lenguas “europeas medias” (SAE). De ése, obtienen la conclusión de que éstas no son más desarrolladas (más cualificadas) que aquélla; asimismo, que entre la una y las otras hay una significativa diferencia en cuanto a las concepciones de lo real (y de lo real-social por lo tanto) metidas en el tejido de las respectivas corporeidades sígnicas de esas lenguas. De ahí que un hablante hopi vea la realidad de manera marcadamente distinta a como la ve un hablante de alguna lengua SAE. Cada lengua, entonces, influye significativamente en términos diferenciales en la noción del mundo (y de la sociedad por ende) de sus correspondientes hablantes... La teoría de la relatividad lingüística (representada por Whorf y Sapir) resulta ser pertinente e interesante para el estudio del asunto de la relación lenguaje-pensamiento-realidad. Destaca en el trabajo que hacen, la investigación comparativa de la lengua hopi con las lenguas “europeas medias” (SAE). De ése, obtienen la conclusión de que éstas no son más desarrolladas (más cualificadas) que aquélla; asimismo, que entre la una y las otras hay una significativa diferencia en cuanto a las concepciones de lo real (y de lo real-social por lo tanto) metidas en el tejido de las respectivas corporeidades sígnicas de esas lenguas. De ahí que un hablante hopi vea la realidad de manera marcadamente distinta a como la ve un hablante de alguna lengua SAE. Cada lengua, entonces, influye significativamente en términos diferenciales en la noción del mundo (y de la sociedad por ende) de sus correspondientes hablantes...

Esa teoría, la de la relatividad lingüística, emplaza al marxismo. Específicamente a la lingüística y la epistemología marxistas. El discurso científico, el científico-social particularmente, halla los factores que la determinan complejamente no en el lenguaje sino en la realidad social. Las fronteras linguales, aun con toda la riqueza y diferencialidad que pudieran ofrecer en el aspecto de la cosmovisión y corporeidad sígnica -como lo señalaron Whorf y Sapir-, no representan determinante alguno en la constitución del discurso científico-social. La realidad social desactiva, en la investigación científico-social (antecedente arbitrario del resultado necesario encarnado en el discurso científico-social), tal factor lingual. Y a ello, coadyuva la propiedad expansiva que ofrece toda lengua. Lo lingüístico influye a lo discursivo, pero no lo determina. Al discurso científico-social lo determina dialécticamente el objeto-social.

El discurso científico-social es una composición de signos que hace plástico un provisional acoplamiento lógico entre los términos disciplinarios de movimiento propios del objeto-social, lo cual ha de ser el factor determinante, y los términos disciplinarios del cuerpo de conceptos fraguado pertinentemente a alturas del último momento de la investigación.

El factor determinante del discurso científico-social, vale decir el objeto-social, ejerce su práctica en la investigación científico-social; y ésta encuentra su disciplina en el método científico-social. Todo ello, es de insistir, está alumbrado por el objeto-social. El método dialéctico-concreto (para cuya construcción tanto tuvo que ver Marx) halla en la ciencia social, su hábitat. El método dialéctico-concreto comporta varias fases.

La primera es la hecho-nocional. La fase hecho-nocional representa el momento inicial conforme al cual se obtiene información del concreto-real-social; por lo tanto, comprende tanto la información facto-perceptible que ofrece el método hipotético-deductivo, como la información caótica (sub-criticada, en tal instancia del proceso indagatorio) que en términos generales e históricos se tiene acerca del asunto que se investiga. Son dos informaciones que se vinculan defectuosamente, pero cuyo abordaje en plan de profundización es necesario. La información que viene por vía hipotético-deductiva, la facto-perceptible, orienta la información general e histórica que se tiene ( y la cual viene preñada de riesgos de disímiles cuños). También esta información global (y hasta tal momento subcriticada) orienta no obstante la facto-perceptible. Se hace necesario tomar ese par de informaciones como filones para los efectos de profundizar el proceso investigativo-social. Trascender la dimensión balbuciente de la dialéctica, encarnada en la fase hecho-nocional, y así, apuntar hacia una instancia nueva en la cual la práctica teórica trace un movimiento dialéctico más libre de manos.

He ahí la segunda fase; la fase espiral. La fase espiral del método dialéctico-concreto es el momento más representativo de la crítica. Trasciende dialécticamente la anterior fase. Redimensiona la información facto-perceptible a punta de la calificación que al fragor de la crítica logra la teoría general; y redimensiona asimismo la teoría general a punta de la calificación que al fragor de la crítica logra la información facto-perceptible. Complejamente, la teoría científica del modo de producción capitalista (la economía política del capitalismo) constituye una referencia asaz valiosa para el trabajo propio de esta fase. No para que se realice un trabajo meramente deductivista, sino para que arroje luces por vía de lo total, a lo concreto. Téngase en cuenta que tal teoría prueba su cientificidad en la práctica histórica (toda formación social capitalista específica reproduce en su movimiento objetivo y en términos concretos, los términos conceptuales de la economía-política-del-capitalismo); que traza una racionalidad, la dialéctica, la cual trasciende la analítica; y que, además marca un modelo de causalidad, el estructural, el cual trasciende el lineal. Si, siguiendo a Marx, el hombre es en esencia las relaciones sociales históricamente determinadas, pues tal teoría (tratante del modo de producción capitalista) representa una referencia fértil para el tratamiento de lo real-social en plan científico... Una referencia fértil para el trabajo creativo el cual tiene como motivación teórica fundamental, volver a lo concreto pero con la riqueza de lo total.... Reproducir por vía del pensamiento y el lenguaje, el concreto real...

La tercera fase es el concreto de pensamiento. Lo concreto es concreto, como dice Marx. Se parte del concreto social, en tanto realidad específica, y al final se arriba por vía del conocimiento a éste nuevamente. Para ello resulta necesario elevarse abstractamente al cuadro social general en cuya corporeidad hace vida el concreto social que se quiere reproducir verazmente en el pensamiento, para así, lograr en efecto reproducirlo y hacerlo plástico en el discurso científico-social.

Trátase, pues, de un movimiento cognitivo y de lenguaje que contradictoriamente pasa de lo concreto a lo abstracto y semiótico... De lo real-específico a lo teórico-total, al contrario... En ese fragor de trabajo teórico, se va trazando una racionalidad nueva. Una nueva lógica. Este ordenamiento general de pensamiento hace suyos unos principios-guías-de-razón (ontoguiaturas) que tienen que ver con cambio/contradicción, nuevo incluido, dificultad esencia/apariencia, relaciones relativas, totalidad-concreción y proyección verosímil... Son los principios de la dialéctica. Ya la dialéctica deja vivamente tanto su impronta en la actividad arbitraria de la investigación científico-social, como en la urdimbre del concepto que se hospeda en el riguroso discurso científico-social. Rigurosidad fatalmente transhistórica...

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