Entendiendo Universos / Ciclo Godard: “Todo va bien”: El mayo del 68 ¿puesta en la teoría de Dziga Vertov?
PREÁMBULO
Jean-Luc Godard es para muchos un realizador amado y odiado, pero independientemente de la opinión de cada quien no cabe duda que fue uno de los cineastas más relevantes del siglo XX, y uno de los pocos, junto a S. Eisenstein y Dziga Vertov, en ir en contra de lo convencional. Por ello se le crítica y se le alaba. No obstante, Godard continúa entre nosotros y su edad no es un impedimento para seguir experimentando con sus películas. Era justo hacer este pequeño ciclo, de parte de una simple estudiante de Cine que, por supuesto, desea hacer algo muy Godardiano en su vida, pero totalmente atada ante las prohibiciones de la mención de Cinematografía de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. La verdad lo entiendo, y lo mismo ocurre con pretender hacer algo a lo Quentin Tarantino. Como lo he venido exponiendo en cada una de mis publicaciones de Entendiendo Universos, hay que saber bien qué es lo que se quiere; escribir un guion hasta una versión final y dirigir una película no es nada fácil, y son una de las cosas que te topas cuando entras a estudiar la carrera. Pero más allá de todo eso, me parecía justo honrar a un hombre como Godard, cuya extensa obra cinematográfica no nos alcanza para hablar. Así que decidí tomar siete películas de Godard –Muchas de la época dorada de la Nouvelle Vague- y analizarlas desde el contexto histórico y la teoría cinematográfica. No lo haré de forma cronológica, aunque tampoco dejaré por fuera Al Final de la Escapada la ópera prima de un crítico recién salido de Cahiers du Cinéma. En esta oportunidad empezaré con Todo va bien (Tout va bien), película de 1972.
Jean-Luc o la Nueva Ola Francesa. Los hijitos de Cahiers du Cinema.
“El cine de papá ha muerto”
-Nouvelle Vague.
En la década de los cincuenta los teóricos y críticos franceses comenzaron a debatir acerca del trabajo del director como autor cinematográfico. Las páginas de Cahiers du cimèma, se encargaron de poner de manifiesto la Política del autor y de exponer que un director de cine, debía ser considerado como el único responsable de la estética y la puesta en escena. Todo esta teoría vino provista de la llamada “Camèra-stylo”, propuesta por Alexandre Astruc, en un artículo de 1948 donde privilegiaba el acto de dirigir películas.
Para Bazin, la Política del autor era cuestión de autenticidad, aquello de lo que el autor cinematográfico se esmera en alcanzar bajo -como menciona Robert Stam- “la mirada castradora del sistema de estudios”. Empero, todos los hijos de Bazin habían ido en contra de sus creencias, apelando al tan defendido cine de la transparencia. Este nuevo movimiento de donde salieron directores como François Truffaut y Jean-Luc Godard se conoció en la década de los sesenta como la Nouvelle Vague.
Ante todo, esta vanguardia se caracterizaba por ser una imagen personal del autor con respecto a la realidad. Para estos nuevos directores salidos de la crítica de cine, hacer películas convencionales estaba lejos de sus verdaderas expectativas. Parecieran ser películas de novatos (realmente así lo creían sus espectadores) por todos los saltos de eje, la poca armonía en la composición fotográfica y la falta de narrativa. Pero lo que hicieron los directores de la Nouvelle Vague, fue innovar en las viejas formas del cine Qualité, totalmente acartonado y predecible. En este sentido, cuando hablamos de La Nueva Ola Francesa es imposible no pensar en Godard.
Jean-Luc Godard nace en la ciudad de París en 1930, pero fue en Suiza donde se crió y educó. Para la década de los cincuenta comenzó a escribir para La Gazette du cinema y Cahiers du Cinema. Su primer largometraje Al Final de la escapada trajo consigo una serie de películas donde no contaría una historia, y es que es totalmente característico en el cine de Godard no apelar a la narrativa. Ver la obra de este director salido de la crítica de cine, no es para todo el mundo; es posible que caiga mal al estómago o a la mente. Para aquellos que están acostumbrados a un cine con estructura y de historias redondas, apreciar una película de Jean-Luc podría tomar su tiempo. Pero más allá de ello nos ha regalado un cine que nos hace reflexionar, incluso, hasta en sus peores películas.
“Este es un cuento para aquellos que no tienen ninguno”
Plano inicial de la película. Un hombre firma un montón de cheques para pagar al personal técnico y artístico de una película.
La historia, por lo visto, es clara: Mai 1968, Mai 1972 y Todo va Bien. En ese momento escuchamos una voz en off masculina que dice querer hacer una película. De inmediato, una voz femenina le responde que para ello se necesita dinero. Al parecer, sólo se necesita un par de firmas que permita pagar los cheques de todo el equipo técnico, artístico, extras y, por supuesto, a los actores principales. Actores como Yves Montand y Jane Fonda, pero siempre y cuando exista una historia. El plano detalle con que abre Todo va bien no nos insinúa en ningún momento que se tratará acerca de una reflexión cuatro años después del mayo del 68, a pesar de haberlo dejado claro en los títulos iniciales. El film es un discurso consumido y auto-reflexivo acerca de las posturas de la izquierda comunista y las políticas neoliberales. ¿Cuál es el fracaso? Es la incógnita que nos trata de exponer Godard en su filme, del cual sólo podemos atisbar a un desencanto social después de las promesas de los años sesenta. El fin de las contraculturas como movimientos políticos, sociales y económicos y su principio en el establishment. Es la ironía de decir que cuatro después todo va bien y de preguntarnos si realmente todo va bien.
¿Todo va bien? El fin de todas las ideologías.
El Grupo Dziga-Vertov, un grupo encabezado por Jean-Luc Godard y Jean-Pierre Gorin, comenzaron a hacer películas en el año 1968. Tal vez con buenas propuestas, pero difíciles de realizar cuando el colectivismo resulta ser un dúo. El grupo Dziga-Vertov habría sido un intento de lo que el mismo cineasta soviético expuso en las páginas de su manifiesto: El Cine-Ojo. Este grupo realizó una cantidad considerable de películas desde 1968 hasta 1972. Bordwell y Thompson nos comenta en su libro El Arte Cinematográfico, que la mayoría de estos filmes eran, frecuentemente, cortometrajes rodados en 16mm; lejos de todo lo que era el star-system y el cine narrativo. Hablamos de películas totalmente experimentales y con una fuerte postura hacia la crítica política y social. Todo va bien fue uno de las pocas obras del grupo Dziga-Vertov que contaba con una temática totalmente convencional y comercial, pero también examinaba ”las contradicciones políticas de los izquierdistas que tenían que trabajar desde dentro del sistema económico que intentaban cambiar” (Bordwell y Thompson p. 442). Empero, Todo va bien, representa la importancia del acontecimiento del Mayo del 68, hecho importante para los cineastas y, por consiguiente, la historia del cine. Ya no bastaba con las vanguardias que se habían gestado desde la década del cuarenta hasta los sesenta en gran parte de Europa, como respuesta a los hechos generados de la postguerra. Se trata de jóvenes que estaban en contra del sistema, de promesas incumplidas y del fin de todas las ideologías. No es sólo el fracaso del Partido Comunista, sino también de las políticas neoliberales. Como afirmó Brecht: ”Toda forma artística está controlada, no por los artistas, sino por las instituciones comerciales”.
El personaje de Jane Fonda, mientras se hallaba secuestrada en el despacho del director por los propios empleados de la fábrica. El rompimiento de la cuarta pared y la voz en off de los personajes que nada tienen que ver con las acciones.
El filme de Godard y Gorin cuenta con una estética hacia la ficción y el documental, el rompimiento de la cuarta pared y el uso de la técnica del distanciamiento de Brecht. No es novedad en un filme que tenga el sello de Godard, aunque en esta oportunidad atisbamos a la propia decepción del cineasta como director de cine.
"Hay razones para retener al patrón. Huelga Indefinida". Parte de la propuesta estética en la puesta en escena: La técnica de Brecht.
Jacques o Godard: El desencanto de las promesas de izquierda.
No es la primera vez que el alter-ego de Jean-Luc Godard aparece en una de sus películas. Durante casi todo el filme, podemos apreciar distintos discursos – casi a modo de documental-, creo que es uno de los mayores atractivos que tiene la obra del grupo Dziga-Vertov. No conocemos una sola postura, a pesar de que el alegato que pronuncia el director de la fábrica, parezca ser una sentencia de las luchas de los obreros hacia el sistema capitalista: El patrón afirma que la dictadura del proletariado es totalmente absurda cuando ya no nos encontramos en la época de Marx y Engels, o como menciona Ortega y Gasset –y que suelo repetir- ”hay que estar a la altura de los tiempos”. ¿Las cosas están mejor o peor? ¿Todo va bien?
El discurso por parte del director de la fábrica cárnica. Posiblemente una de las críticas más fuertes y certeras dentro del filme.
Los personajes hablan ante la cámara y responden preguntas que sólo ellos pueden escuchar. Nos hablan acerca de su percepción sobre las luchas políticas y sociales y de cómo esto afectó en su vida personal y profesional. El personaje de Jacques afirma haber sido un director de cine durante la Nueva Ola Francesa, que actualmente se encarga de producir comerciales publicitarios. Todo va bien nos ha brindado un final donde nos recuerda que, independientemente de los fracasos sociales, cada uno somos los responsables de escribir nuestra historia.
El personaje de Jacques, la representación al alter-ego de Godard. Su discurso también es su proclama acerca de lo que sería los siguientes años de su vida y su vuelta al cine.