Entendiendo Universos: A Ghost Story (2017): Entre la ausencia y el miedo al olvido.
“La muerte inconsciente es muerte
La muerte voluntaria es inmortal”.
-José Balza.
David Lowery durante su carrera cinematográfica se había dado a conocer como montador y, en su primera obra como director y guionista, no dejaría de destacarse en lo que mejor sabe hacer. Prueba de ello lo vemos en A Ghost Story, un filme donde nos hace reflexionar acerca de la ausencia y el olvido. Y es que nos parece irreal que el personaje encarnado por Casey Affleck, divague con un sábana blanca encima y dos agujeros en los ojos. Igual a los fantasmitas que dibujábamos de niños o veíamos en algún capítulo especial de Halloween, de alguna serie norteamericana.
Lowery con el uso de la sábana nos recuerda que la muerte, ante todo, es física. Es por ello que no se preocupa en mostrar cómo era el personaje de Casey Affleck en vida, puesto que aquí se coloca sobre la mesa dos reflexiones acerca de la muerte: la ausencia física del que ha abandonado el mundo, frente al dolor y la rutina de quien lo acompañaba en su existencia. Por otro lado, nos plantea el miedo a ser olvidado en el universo terrenal, visto desde la posición del fantasma y cómo esto lo mantiene atrapado en el plano físico, mientras los años continúan y los avances proliferan. O en otras palabras y como lo llamaríamos en Latinoamérica, se trata de un alma en pena.
El autor ha contado la historia de forma elíptica y ha sido tan creativa la manera que tuvo de montar el filme, que ni nos hemos dado cuenta de cuántos años lleva el fantasma deambulando por el mundo. A cada paso o acción que realiza el fantasma ya han pasado, al menos, un periodo. No sé si tendrá que ver con la falta de noción de tiempo que dicen algunos médium que no poseen los espíritus, o una manera creativa de decirnos cuánto tiempo lleva el fantasma buscando respuestas.
Un fantasma que parece estar buscando respuestas. Se encuentra atrapado en el mundo de los vivos. En este fotograma aprecien la bellísima composición.
Hasta la primera mitad de la película creemos que la historia se centra en la chica -personaje encarnado por Rooney Mara- y de cómo lidia con la ausencia de su esposo, sin embargo, nos han recordado que se trata de una historia de fantasmas. El personaje de Mara permanece en la casa unos meses después del fallecimiento de su pareja, hasta que decide vender la residencia y abandonar su hogar. Posteriormente, no la volvemos a advertir hasta el final del filme donde, al parecer, volvemos al comienzo de todo.
Lowery nos ha dejado pistas muy claras desde un comienzo, puesto que su interés en este filme fue narrar la muerte desde la posición del fantasma. Así, existen dos escenas importantes y claves a los largo de la película. La primera la encontramos al principio del filme, en un diálogo entre el personaje de Rooney Mara y Casey Affleck; y la segunda, en un monólogo sobre la existencia humana expuesto por un personaje que aparece en una fiesta dentro de la casa. En este filme lo importante no es ponerle nombres y apellidos a los personajes, ni concebirles un pasado o relaciones entre ellos mismos. De lo único que tenemos certeza en esta película es que los personajes de Casey Affleck y Rooney Mara son esposos y, en cuanto al resto, simples sujetos que modifican el accionar del personaje principal, que lo hacen padecer y, ante todo, nos hacen entender el discurso principal del universo de Lowery.
Hay que acotar lo muy bien lograda y expuesta que está la fotografía en todo el filme. Ante todo, en este plano donde podemos apreciar tanto la cocina y la sábana que cubre a Affleck.
Antes de abandonar la casa, el personaje de Rooney Mara siente la presencia de su esposo –o así lo hemos entendido en nuestra lectura- y decide dejar, como cuando era niña, un papelito en un rincón de la casa (el marco de la puerta) con una nota. Nota que nunca sabemos qué es lo que dice, pero tanto nosotros como el fantasmita de Casey Affleck, aludimos que se trata de la liberación de su espíritu en el mundo terrenal. Y es que, tal como lo había mencionado en líneas anteriores, uno de los momentos más importantes dentro del filme es el diálogo que encontramos al principio, donde el personaje de Mara le revela a su compañero que solía dejar notas escondidas en las casas que habitó de niña, con la intención de volver a ese mismo lugar. Lugares a los que nunca volvió, así como tampoco volvió a la morada que tenía junto a su difunto esposo, aún cuando éste seguía vagando entre las paredes de una casa ocupada por otros dueños.
La importancia del buen uso del lenguaje cinematográfico
David Lowery ha rodado su primera película en el antiguo formato 4:3 y nos ha impresionado con el uso de bordes redondeados, casi a modo de video clip setentero, aunque para nada estamos hablando de ello. Por el contrario, parece ser una excelente propuesta estética el uso de un formato que parecía haber caducado, pero que nos brinda una hermosa composición en la imagen que, además, está acompañada por una excelente fotografía, donde ni el interior oscuro de la casa, ni la sabana blanca que cubre a Affleck se ven afectados a lo largo del filme. Los colores e, inclusive, la textura y doblajes de la sábana permanecen intactos. Estamos hablando de una película muy bien fotografiada y con una profundidad de campo que nos permite maravillarnos con los largos planos que aparecen en el filme.
Existen, por lo menos, dos planos largos que me parecieron fascinantes y sin necesidad de otros puntos de vista o cortes. Primero, el plano en el hospital donde el tiro de cámara desde otra habitación, nos permite advertir en un plano general, el cuerpo descompuesto del personaje de Casey Affleck y a Rooney Mara observándolo. Posteriormente, la vemos salir de la habitación cambiando la escala del plano a medio largo (PML). En todo momento la cámara continúa en la misma posición, hasta advertir al personaje de Affleck levantar el torso con la sabana encima. Asimismo, nos encontramos con un plano largo (Muy largo) donde atisbamos al personaje de Rooney Mara, comer un pastel hasta asquearse y correr al baño para vomitar. De la misma forma, vemos que la cámara se mantiene en su posición y sin necesidad de variar el valor del plano.
La profundidad de campo es uno de los recursos más utilizados en el filme, sobre todo en los planos largos como los que vemos en la imagen.
La utilización de estos planos largos y estáticos nos permite ver la trama desde afuera y sin tanto adentramiento. Actuamos como el fantasma de Casey Affleck, siendo personajes invisibles que observan el panorama desde un Plano General (PG) o Conjunto (PC), incluso cuando atisbamos al fantasma recorrer los espacios como un alma en pena. Por consiguiente, nos han recordado la importancia de estos planos largos -y cuyas escasas acciones que tanto nos incomoda- como la característica esencial para crear tensión entre los espectadores, o lo que es más importante y que seguramente buscan la mayoría de los realizadores: hacernos reflexionar… y es que ¿quién diría que ocurriría con un personaje que camina oculto tras una sábana?
Lowery ha hecho con su primera película lo que mejor sabe hacer: montar. Es por ello que con cada paso y acción que realiza el personaje de Casey Affleck, ha transcurrido una elipsis en la historia y sin darnos cuenta. Ejemplo de ello lo advertimos en un plano semi-subjetivo del fantasma, donde observa a su esposa salir tres veces de la casa, pero con diferentes vestuarios. La cámara se acerca en un ligero dolly in y luego panea hacia la izquierda. Claramente, se trata de una elipsis en el que han pasado tres o más días dentro de la diégesis, donde el espacio es el mismo y el movimiento de cámara no nos permite advertir el muy bien logrado truco de Lowery durante el montaje. Si tendríamos que utilizar un criterio de segmentación para esta película sería, sin duda, el de tiempo y nos encontraríamos con cientos de escenas a lo largo de los 90 minutos. Pero yo preferiría no hacer uso de los materiales de análisis fílmico para una película como esta.
No podría explicar el truco realizado en montaje en este plano en particular, aunque capture los fotogramas es algo que debe ser visto por ustedes mismos.
Y ya que hablamos de montaje, lo que para muchos parece ser un error en edición: cortar dos planos de un mismo valor (o parecidos) A mi, en lo personal, me pareció maravilloso desafiar las reglas, y más después de haber visto una película como esta.
Con A Ghost Story hemos encontrado un nuevo concepto a lo que creíamos que era un cliché en las comedias Norteamericanas y completamente agotadas por Casper. Los agujeros ovalados en la sábana que cubre al actor nos ha conmovido, puesto que nunca advertimos el rostro de Casey Affleck y, aún así, sentimos un profundo sentimiento hacia un fantasma que teme ser olvidado en el mundo de los vivos.
Gracias Frida y a todo el equipo de Cervantes.