Un largo trayecto- Capitulo VI (Parte 3)
VI (3)
Todo lo que veía día tras día se le fue haciendo más rápido que tarde banal y fútil, los partidos de fútbol en la cancha del liceo, el sabor de la comida, reírse con sus amigos, contemplar mujeres, cualquier tipo de distracción y el gran grueso de la gente a excepción de su madre y de su abuela.
Nada de lo anterior dicho se manifestaba de mayor manera, le preocupaba el hecho de no tener a nadie con quien hablar de eso, sus amigos no lo iban a entender, su madre y su abuela tampoco, el párroco del liceo solo le iba a dar respuestas contaminadas de un teísmo que dispersaba su respuesta. En sus pensamientos iba a morir solo sin nadie con quien comentarlas o compartirlas, esa era la más pura y dulce verdad que había descubierto.
Y una tarde mientras estaba en el liceo, embebido de excesiva meditabundez, pudo contemplar la realidad tal cual el poder de su ingenio podía llegar a verla, lo vio como un holograma, que pasaba día tras día desde que tenía uso de razón, un hecho insondable, discutible, oscuro y pernicioso que se deja ver a gritos en la vida de las personas, siendo las personas completamente ciegas intelectualmente para poder ver el hecho de que… La realidad no existe, pero a la vez si, como si todo estuviese pintado, el sentido en su estado más profundo y pétreo tiene un significado absolutamente subjetivo, y goza de una dificultad de entendimiento tal que de los pocos que logran comprenderlo son aún menos lo que logran responderlo, trayendo como consecuencia que la mayoría de las personas que lo rodeaban y que no, fuesen a morir sin saber que su vida no valió absolutamente nada, y que el hálito galáctico y místico que les permitió existir les otorgó un milagro, pero ¿De que valía la trascendencia? ¿De qué sirvió que Gandhi libertara su nación si igual siguió siendo un infierno del tercer mundo? ¿De qué sirvió que Pablo Escobar amasara miles de millones si sus métodos le valieron morir masacrado sin poder disfrutarlos a plenitud y la desgracia de su familia? ¿De que valía trascender si igualmente en algún punto la existencia humana se iba a acabar, y más adelante el tiempo en sí iba a enfrentar su propia finitud? ¿Acaso es Dios jugando a los dados? Igual si todo se va a acabar, nada va a valer la pena y por ende carece de sentido… Todo esto atravesó la mente espiritual de Fabián mientras se veía a si mismo atónito en el espejo de un baño del liceo, estupefacto, se tiró de rodillas al suelo mirando al vacío, permaneció así un tiempo hasta que eventualmente pudo recuperar su sintonía con la realidad, se incorporó, se lavó la cara y se fue. Fabián había despertado, el Fabián que todos conocían ya había dejado de existir, abriendo paso a otra etapa de su ser que resultaba misteriosa para las personas que llegaron a conocerlo de cerca.
-Mano, Fabián anda como raro ¿No crees? - Comentó La Raya, un amigo de Fabián, a Javier, otro amigo del liceo.
-Si chamo, yo no sé qué le pasa, será que se está metiendo a marico o algo así- Respondió.
-No creo, cuando esté más tranquilo hablamos con él a ver qué le pasa, ojalá no sea nada malo- Sentenció La Raya, preocupado por el bienestar de su pana Fabián.