Virgen María, Madre Dios y Madre nuestra

No sabía cómo empezar mi exposición, pero dije para mis adentros: no debe ser tan difícil hablar y exponer de quien en más de 2000 años ha intercedido para el bien de la humanidad. Y que ha inspirado por siglos y siglos a muchos creyentes, artistas, escritores, cineastas, etc, etc. En mi travesía como coleccionista de arte, hoy les traigo para el deleite de ustedes una pieza única de Arte sacro. Una estatuilla de fina joyería de aprox. 33 cm de altura, que refleja la imagen de la Virgen María, madre de Dios.

A lo largo del tiempo, muchas han sido sus apariciones, y muchos los nombres que los pueblos católicos le han dado a la Madre del Creador, modelo y maestra de fe. Cada vez que nuestra Madre baja del cielo y nos visita, es un motivo de alegría, de honor y de orgullo en darle un nombre a su aparición. Por ello, siendo única, posee a lo largo del mundo muchos nombres, apodos o alias. Curiosamente, viene a mi mente un aprendizaje que obtuve mientras visitaba los museos de El Vaticano y deseo compartirla con ustedes amigos lectores: “En una línea del tiempo, entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, la diferencia más relevante es la presencia de La Santísima Virgen María.”

Para este caso, la imagen es solo una inspiración del artista. Sobria, sutil y de sencillos rasgos, capaces de despertar un sentimiento de regocijo en el corazón del espectador. Realizada y pintada totalmente a mano por un artista italiano en el año de 1735. El nombre del autor es desconocido. Se pueden apreciar en la pieza diferentes matices: los mates y los brillantes. Minucioso y delicado el trabajo decorado de su atuendo, sin embargo el autor decide plasmar sus rostros escuetos y libres de pintura, para que el observador lleno de fe, se incorpore en su veneración, y que sus “sentidos” sean los mismos de la Virgen y el Niño. Dos interpretaciones distintas se pueden dar de la misma pieza: