¿Qué tan libre eres?

                                           ¿Qué tan libre eres?

    ¿Te has preguntado eso alguna vez? Es posible que no, porque piensas que si la respuesta es afirmativa, no hay que andarse preguntando si se es libre o no. Pero la verdad es, que aunque podamos creer que somos los más libres del mundo es posible que en realidad tengamos (en sentido figurado) poca libertad. 

    Y esto se debe a que la libertad no se define como la ausencia de cadenas ni tampoco como un espacio grande para movernos. La libertad, la verdadera, es la que te permite decir lo que quieres decir, pensar lo que quieres pensar y sentir lo que quieras sentir.

    Pero vivimos en un mundo donde se tiene miedo de hacer ciertas cosas. La sociedad tiene sus restricciones sobre lo que se nos permite opinar, pensar o hacer con nuestros propios cuerpos y, bajo la absurda premisa de ser 'políticamente correctos', nos terminan diciendo otros que es lo que vamos a decir o hacer y cuando hacerlo y decirlo. Entonces ¿Dónde esta la libertad?

    Muchos no saben que viven dentro de una caja hecha a la medida por la sociedad, nuestros padres, la cultura etc. Esa caja representa los límites de lo que se les permite hacer y se espera que nos quedemos dentro de ella. 

    Algunos inmediatamente se dan cuenta de que no existe libertad alguna dentro de una caja y quieren experimentar la verdadera libertad, pero tienen miedo de lo que pueda pasar si deciden rebelarse contra quienes lo metieron allí al nacer. 

    Otros, siendo de mente tan simple y básica, opinan que aun dentro de la caja hay bastante libertad para moverse y expresarse y por eso piensan que esta bien el encierro (que no consideran) y no buscan ir más allá de los límites que otros establecieron.

Estos casos se repiten miles de veces, en un círculo vicioso del cual todos hemos sido víctimas. 

    Y no, no se trata de vivir sin reglas; las reglas son buenas. Se trata de no tener miedo a las reglas, de someternos a ellas aunque no queramos, de bajar nuestros brazos para que no nos vean por culpa de las reglas o callar nuestra voz para que no nos escuchen debido a ellas.

    La verdadera libertad de acto y pensamiento se logra cuando ya no tienes miedo de expresar libremente quien quieres ser y luchar por ello aunque vayas cuesta arriba. Decir a viva voz tus opiniones aunque no te escuchen, y el no aceptar vivir como otros quieren que vivas ni sentir lo que otros te permitan.

    Cuando sales de esa caja figurativa, comienzas a respirar el nuevo aire fresco de esa verdadera libertad, pero como toda libertad debe llevarse con responsabilidad, aún vivirás con reglas, pero esas reglas servirán para protegerte, no para automutilar tu recién descubierta libertad.

                                                      

    Para finalizar, hazte estas preguntas:

  ¿Soy libre? 

  ¿Qué tan libre creo que soy?

  ¿Estoy haciendo lo que me gusta o estoy leyendo las instrucciones de la cajita?

  ¿Me dejo vencer por la idea de que nadie me va a hacer caso y por eso me guardo mis ideas y opiniones? 

  ¿Es ser políticamente correcto más importante que mis metas?

   Y, al final del día ¿Soy feliz?

     Las respuestas te ayudarán a determinar si aún estas dentro de la caja en la que a todos nos ponen al nacer o no. Es tu decisión buscar tu propia y verdadera libertad, o conformarte con la libertad que otros decidan darte. Sea como sea, pregúntate a diario"                    

                                                    

                                                                 "¿Soy realmente libre?"