Media cortina corrida.
Capaz fue lo último que hicieron juntos, o lo primero que hacían separados pero la cuestión es que estaban solos en el momento de consumar aquella picardía que tiene la despedida. Se sacaron las ganas de decirse las cosas de frente, con alguna mentira escondida entre las miradas como era costumbre desde hace un tiempo a esta parte. Se notaba a lo lejos cual era quien estaba tomando la decisión, los cuerpos hablaban el mismo idioma, distintos de las palabras que callaban sus movimientos. El desenlace de la escena fue obvio cuando abrió el telón y en el escenario había un dormitorio montado. Todo lo que se veía como decoración había sido usado en algún momento previo en la obra, desde el escritorio para estudiar, la mesa de luz para guardar los materiales y la cajonera de los libros donde leyeron juntos apasionadamente una historia que aún no daban por terminada.
El diálogo no fue ameno al principio, pero como una máquina que le cuesta el arranque por la dimensión de lo que tiene que mover, primero se queja hasta lograr el ritmo y luego funciona como la mejor. Entonces todo se dio así, entre preguntas de una parte, respuestas a media por la otra; mentiras fatales y hasta mentiras piadosas fueron usadas con la intención de no herir gravemente los sentimientos del más débil de los engranajes. Si eso pasaba, esta obra sin publico ni director se iba al tacho sin que nadie la apalaudiera.
A ninguno le importaba las pertenencias que el otro le estaba haciendo entrega, ambos querían que se las quedara para poder tener algo de que hablar más adelante, pero no se dio así, el guión decía que las cosas se debían entregar antes del final y que las lágrimas que traían consigo el drama eran parte fundamental. Sucedió más tarde que los ojos se encontraron, los brazos se entrelazaron, los pechos se presionaron entre sí y comenzaron a despedirse. Cuando la saliva de las palabras mudas era una sola, las caricias no aguantaron más la bronca de la despedida y la cortina se cerró por la mitad, ya nada importaba, mucho más allá del bien o del mal se dieron el adiós sin decir una sola palabra. Hay algo que resaltó, la despedida duró mucho menos de lo que duran en las película, capaz por que era teatro y no da para andar perdiendo el tiempo o quizás los actores se pusieron nerviosos y acortaron el diálogo porque los trasladaba a otro sitio en la realidad fuera de la obra. Igual mucho no se notó, yo me di cuenta porque sigo la historia desde el comienzo y creo conocer a los personajes muy bien, pero los críticos a los que le conté no notaron el error como tal. Es más, dijeron que una despedida no puede entrar en el sin fin de las idas y vueltas, tiene que ser corta, traicionera y perderse en los recuerdos de algo amargo que a nadie le gusta pero a todos le toca en algún momento.
Yo me quedé hasta el final, expectante del detalle, pero tengo que decir que no hubo indicios de un segunda parte; en realidad ahora que me acuerdo, la segunda parte se va estrenar en el próximo invierno de este año anunciaban las carteleras afuera. Pero yo no quiero venir a verla, al parecer el actor cambia y eso no me gusta, no va a ser lo mismo, acostumbrarse de nuevo a todo no es para mi. En lo personal este elenco funcionaba muy bien, se ve que hubo problemas con los contratos o lo corrieron por llegar tarde a los ensayos, vaya uno a saber los motivos. Son cosa que pasan. Como sea. La obra fue muy buena, con drama sobre el final pero con infinitos matices en su desenlace.
(Foto sacada con mi celular)
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