Palabras de una hija dolida

Cuando la muerte toca la puerta de tu familia, aparentemente el enemigo de nuestra alma siente que va ganando la batalla, pero cuando CREES en CRISTO, la VICTORIA tiene un nombre: VIDA ETERNA. Hoy me puedo sentir un poco triste por la muerte de mi madre, de esta mujer que entregó su vida para cuidarme y darme lo mejor, pero me siento segura que Dios es quien la llamó y él es quien decide hasta cuando quedarnos en este mundo. No le reprocho nada a mi Cristo, le pedía que no la dejara sufrir y así lo hizo, y qué más le iba a pedir? Ella le pertenece y él fue quien la adopto como hija; yo sólo era parte de su plan perfecto y cumplir con varios capítulos de un hermoso libro que está y seguirá vivo en mis recuerdos y en mi ser. Soy hija de Mary Mery Torres la mejor costurera del mundo, de la mejor abuela y de la mujer que aun estando enferma luchó por su país y los que la conocieron reconocerán esta gran verdad, una gran amiga, una tía que adoraba a sus sobrinos. Me quedo con este recuerdo de ella, una mujer elegante, de buen gusto y que siempre prefería coser con un buen café. Te amo y te amaré siempre madre. Mis lagrimas seguirán corriendo por mis mejillas pero tu amor me abrazará y me dará aliento.