¡Nuestra Madre nos Reclama...! Escuchemos sus ruegos...

Tierra que lo vio nacer, que un día le regaló, los frutos de sus entrañas, que alimentó sus instintos, ¡Es ella quien les reclama!

Nos reclama la pureza del aire que se respira, pues la brisa que hoy le brota, con fluidos de sus entrañas, está envenenando el aire que día a día, el hombre inhala.

Nuestra madre nos reclama, que si un árbol nace sano, ¿por qué lo contaminamos?

Nos pide que cada gota, de esa agua que hoy tomamos, cuidemos porque mañana, tal vez ya no la tengamos

Ella nos reclama, que protejamos la fauna, sea cual fuere su especie Todas ellas resistieron, sismos volcanes y pestes.

La madre naturaleza, nos grita a todo pulmón que olvidemos tantas guerras. Eso nos está acabando, _Hijos de mi vientre amoroso ¡Eviten la destrucción!

_Los incendios provocados acaban con mis entrañas, las aves pierden sus alas y yo, ¡No puedo hacer nada!

No cortes aguas corrientes, deja quietos los manglares los arroyuelos se escapan entre rocas y arenales, para llevar el sustento, a los grandes humedales

Nuestra madre nos reclama el verdor de sus montañas. Las talas desenfrenadas, destruyen desde sus faldas, esas cortinas hermosas que se forman con el alba

No enfurezcan los volcanes, que duermen apaciguados, ellos son solo guardianes, que el universo ha dejado

Se derriten los nevados, y con ellos los glaciares, desaparece el pingüino, los osos y lobo blanco, la ruina ya se aproxima, ¡Te ruego que la detengas!

_Cada trozo de la tierra, por donde quiera que pises, te recuerdo que es la vida, que yo un día te obsequié, pudiste al abrir tus ojos, respirar a tus antojos

Recibiste de mi vientre, ese aire puro y limpio, que crees te pertenece

Te alimenté con los frutos que sacaste de la tierra, y qué me dices del mar, ¿Cuánta vida has acabado?

La fauna marina es noble, pero tampoco las cuidas, los delfines se te acercan, casi te hablan y te ruegan _ ¡No contamines mis aguas para que yo no me muera!

Los bosques lloran a diario, porque cuando los visitas, es para acabar con ellos, extraerles la madera, el caucho y la miel de abejas

La madre tierra reclama, te recuerda que la quieras, que tus hijos son sus hijos, que sus aves la recrean, los venados y las hienas, lo mismo que las ovejas.

Si tú escuchases sus gritos, sus ruegos y peticiones, tal vez lograras salvar, a nuevas generaciones