EL TIEMPO, NUESTRO PEOR ENEMIGO..!
Luego de no haberla visto por unos largos treinta años, ahí estaba ella, al verme exclamó mi nombre con entusiasmo: “¡Carol!", bramó y sus labios se curvaron para formar una sonrisa honesta, el sentimiento era mutuo, ella era igual de alta como la recordaba, su estilo aún era excéntrico y ocultaba su figura, seguía caminando con esas pesadas botas negras como si se encontrara en una marcha militar, sus expresiones eran más marcadas de lo que solían serlo, continuaba siendo ese tipo de persona a la que nunca le harías un apócope, a la que nunca apodarían.
“¿Cómo estás, Carol?", “¿Cómo estás, Vivian?", “Ha pasado tanto tiempo.", ella se apreciaba atenta y risueña a la conversación con denotación de tristeza en el fondo y a los finales de sus palabras, hubiera podido quedarme charlando con ella de todos los sucesos que han ocurrido en mi vida estos últimos años que ella no ha estado presente, que se perdió, pero detrás de mí estaban mis primos esperando impacientes para ir a la playa, era marzo y un día caluroso, educadamente le avisé que debía marcharme, había prometido llevarlos a la playa, y ya estábamos aquí, no podía echarme para atrás, pero ella estaba decidida a conversar.
“Oh, Carol, por favor, no te vayas.", se podía sentir que necesitaba una amiga, que necesitaba sentirse cómoda y confortable en el cariño de un conocido, pero tenía tres niños jalando de mi brazo y mis ropas, con quejidos porqué deseaban que marcharse y así yo con ellos, “Carol, por favor, no te vayas, quédate, conversemos.", el sol era fuerte y se filtraba entre las ramas y hojas de los árboles que nos daban sombra, los chicos estaban pegajosos de sudor, tímidos y gruñones mientras esperaban que finalizara de hablar con esta extraña señora.
Le pregunté si quería ir a la playa a pesar que sabía que la arena, el sol y el mar jamás le habían agradado en conjunto ni por separado, como anticipaba, ella se negó a ir, “Llevamos mucho sin hablar, quédate.", me sentía mal por tener que elegir, le insistí que nos acompañase, pero ella era terca, y no me quedó de otra que calmosamente marcharme. Y eso fue todo.
Pasé el día en la playa inexpresiva, queriendo haberme quedado con ella, ese día las lágrimas se deslizaron suavemente desde mis lagrimales hasta el borde de mi mandíbula. Aún me arrepiento de no haberme quedado con ella, y ni con todas las excusas que tengo el peso de la culpa dejará mi corazón. Ella necesitaba una amiga y yo siento haberle fallado, no supe más de ella hasta su fallecimiento.
Comunidad de Steemit, con este pequeño relato quiero expresar como el tiempo se convierte en nuestro peor enemigo, cuando conocemos a una persona, pero decidimos seguir hablando más tarde, no nos damos cuenta que al dejarlo para después pueden suceder muchas cosas que obstaculicen nuestro reencuentro. Por eso les digo: no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy, aprovechen cada segundo de su tiempo, vivan como si no hubiera mañana, el mañana es incierto.
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