En un dormitorio obscuro y desordenado de madrugada, se observa a un hombre acostado en su cama junto a tres tiesas almohadas.

La cama esta ubicada al lado de la ventana, un faro de luz le da justo en su cara y se escucha sonar a un ventilador de techo, que no cesa de rechinar toda la noche.

Esteban — nuestro personaje— abre los ojos y suspira.

Esteban: — agggm, No puede ser, otra vez lo mismo.
¿Cuando será el día en el que vuelva yo a dormir en paz?
Deben de ser ya como las cuatro de la mañana, ya casi me tendré que levantar.
Mejor ni tomo el télefono para ver la hora, quizas así pueda hacerme la ilusión de que pudiese tratar de descansar un poco más.—

se gira y cambia de posición ya que la luz del faro le molesta en los ojos.

Esteban: — ¿Cómo viné yo a terminar con mi cara a la ventana? ¿Sera que cuando duermo estoy loco?
Debe ser, pues la verdad es que yo sé muy bien, que para mí lo mejor es dormir sobre mi lado izquierdo.
¿Cómo entonces terminé yo boca arriba y con la cara justo donde me da el faro?—

Junta y acomoda sus piernas

Esteban: — ¿por qué tengo las rodillas y los tobillos tan sobresalidos? ¡Que rabia ser tan flaco!
Como quisiera yo poder subir de peso, pero ¿cómo lo haré si difícilmente logro comer todos los días? De hecho ojalá pueda yo desayunar en un rato, porque ya siento los vestigios del ayuno desde aquel baguette que me comí.

Tomaré una se estas almohadas y la colocaré entre mis rodillas y tobillos, así no chocarán y no me molestarán.—

toma la almohada más cercana a su mano y se la coloca entre las piernas.

Esteban: — Como quisiese yo que esta almohada fuese mi amada.
Quisiera poder estarla abrazando en este momento. Pero estoy casi cien por ciento seguro de que ella no desea lo mismo, de hecho ella de seguro ha de esrar ahorita disfrutando de una salida con sus amigas, hasta puedo apostar que se fueron a bailar y a embriagarse.

Me encanta que ella se distraiga, simpre le da alguna anecdota la cual contar con una emoción la verdad contagiosa.
Pero como detesto esas disco y antros llena de hombres oportunistas.

Ella como no es casi risueña, termina por atraer la atención de ese montón de babosos, babiecos y lambusios re-lambezuelas.
Que piensan que por tener dinero pueden tener a la mujer que se les venga en gana, como si todas sus relaciones se basasen en transacciones ecónomicas.

Menos mal que mi amada no es de esas — al menos eso creo—, ya me ha demostrado antes que ella es diferente. Sé que yo le importo y visto como ella se da su puesto para que todo el mundo respete lo nuestro.—

En esto el pecho se le comienza a desquebrajar, y una fuerza extraña que proviene desde dentro de ese pequeño orificio comienza por jalarle las sabanas.

Esteban: — aunque esto sea cierto, no puedo dejar de sentir cierta espina dentro de mí.

¿Qué le estoy ofreciendo yo a ella que no le pueda dar otro? ¿De qué valen los sentimientos y el cariño en este país que se ha llevado el diablo?

Estos hombres que le cortejan, le traen obsequios y la sacan a lugares interesantes.
¿Y yo?

Yo solo le puedo brindar mi imcondicional apoyo. La verdad no entiendo como sigue conmigo y se proclama a sí misma como mia.

Ella en serio es extraña, se comporta diferente a todas ¿cómo no valorarla entonces? Pero aún así como quisiese yo poder llenarla de obsequios y brindarle mayores experiencias de las que ya le doy. Sería hermoso un fin de semana en la playa. Pero ¿cómo, si difícilmente consigo algo de dinero para poder ir a trabajar? ¿Quién diría que en un país se puede llegar a trabajar, solo para ir a trabajar?
Que se tiene que laborar dos días solo para conseguír asístir uno.—

El hoyo se torna más grande y termina por llevarse toda la sabana. Otras cosas en el cuarto comienzan a tambalearse.

Esteban: — así jamas lograré cumplit mis metas en la vida, es más ¿para qué voy al trabajo?—

siente incomodidad en su cabeza y arroja las almohadas. Se coloca nuevamente con la cara al techo. Exclama

Esteban: — ¡Malditas almohadas tiezas! Y ¡Maldito faro de mierda!—

El hoyo crece más cubriendole una gran parte del tronco. El ventilador comienza a volverse loco.

¡clác, clác, clác, clác, clác, clác, clác!

Esteban: — ¡ahí esta nuevamente ese martirio sin fin. Toda la noche lo que hace es tronar, más nada!—

¡clác, clác, clác, clác, clác, clác, clác!

Esteban: — ¡agggggm!— suspira, parece más un gruñido
Esteban: — Tengo que buscar la manera de solucionar todo esto. Porque si no terminaré por quedarme sin nada. Pero ¡¿qué embrujo hago?!
¡¿Qué diablos debo hacer, si ya tengo hasta dos trabajos?! ¡¿Qué quieres vida, qué quieres que no te haya dado ya?!

¡En estos momentos hasta muerte sería placentera!—

El gran orifico le cubre casi completamente, los muebles y otros cachibaches son deborados uno a uno. El ventilado ahora golpea con impetud sus aspas al techo.

¡clác, pám, clác, pám, clác, pám, clác, pám, clác, pám!

Esteban: — ¡qué situación tan deprorable! ¡Pena ajena es lo que doy en estas cicunstancias! ¡Qué incompentente, qué inutil tan grande, bueno para nada! Por esto no me extraña que la gente me deje. Pronto hasta mi novia me dejará, de seguro para irse con alguién más, o solo para no tener que soportarme más.—

la voz se le quiebra, comienza a llorar

Esteban: — Soy una carga para mi familia, para la sociedad y hasta para mí. Pero ¡¿qué más voy a hacer que no haya hecho ya?! ¡¿Cuán difícil es luchar contra toda la mierda que ocurre en este lugar?!—

El agujero crece aun más. Solo queda un pesado armario el cual ya comenzó a ceder. De esteban solo se ven las manos y la cabeza.

Se aferra al colchón y un grito desgarrador que nadie más en la casa logra escuchar interrumpe la escena.

Silencio..._

Amanece, se escuchan a los cristofue, loros, azulejos y demas pajaros cantar.

La lúz del sol entra por la ventana iluminando toda la habitación vacía

Solo se alcanza a ver una cama sin sabanas y un ventilador de techo destrozado que aun rechina.

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