Pie descalzo
En la playa disfruto mucho caminar descalzo. Me ayuda a calmar la ansiedad y el estrés, mejora mi estado de ánimo y mi circulación sanguínea.
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En tiempos de mi infancia feliz, era frecuente ver a algunos niños correteando por el barrio con los pies descalzos. Conocí vecinos que por distintas razones, no las voy a nombrar en este post, sólo se calzaban cuando sus padres tenían que llevarlos al médico o cuando iban al colegio. Por alguna diligencia particular o celebración especial era que los veías usando sus zapatos. Lo mismo ocurría con jóvenes o personas adultas. El uso de alpargatas, zapatillas o cholas de plástico también se observó con bastante frecuencia en aquella época. Mas adelante se pusieron de moda los llamados zuecos
Al ver a tantos amiguitos corriendo por las calles con los pies descalzos quise hacer lo mismo, para experimentar la sensación en la planta de mis pies al contacto con el piso, la verdad nunca pude comprender como podían correr; si al intentarlo, a duras penas pude caminar, sentí martirizados mis pies, por lo que inmediatamente volvía a colocarme las cholas. Un día le pregunté a uno de mis amiguitos qué como hacía para que las piedras no le molestaran, me respondió que estaba acostumbrado e incluso me invitó quitarme las cholas para practicar, así lo hice pero mis ganas de aprender a caminar descalzo se desvanecieron, cuando mi mamá apareció, me agarró por el brazo y me llevó a la casa. Al llegar me regañó por lo que había hecho. A ella no le gustaba que sus hijos anduvieran descalzos.
Otro día, estaba entretenido jugando con mis carritos dentro de la casa y me quité las cholas para estar más cómodo, mi mamá, sin decir una palabra y sin que yo me diera cuenta agarró una hoja de periódico, la entorchó, la encendió y la convirtió en una especie de antorcha, llegó a donde yo estaba, me amenazó con que me iba a quemar los pies si volvía a verme descalzo, eso se repitió varias veces, una vez hasta me correteó por toda la casa. Lo cierto es que nunca he podido estar descalzo.
Cuando voy al río o a la playa uso zapatos adecuados a la ocasión, sandalias o cholas porque la verdad me incomoda caminar descalzo; sin embargo, debo confesar que me encanta sentarme frente al mar, quitarme el calzado y pasar largo rato frotando mis pies en la arena; además, en la playa disfruto mucho caminar descalzo. Me ayuda a calmar la ansiedad y el estrés, mejora mi estado de ánimo y ahora me enteré que es bueno para mejorar la circulación sanguínea. Es una excelente práctica terapéutica, que además, me ayuda a conectarme con la madre tierra, a propósito, hoy 05 de junio Día Mundial del Medio Ambiente.
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Autor:@marcosmilano71
Los invito a visitar mi blog titulado: De los Principios y Valores que quedaron atrás.