Oslo (Relato escrito e ilustrado por mí)

in #cervantes7 years ago

Tú lo que quiere e´ que te coma el tigre
que te coma el tigre, que te coma el tigre
Las Chicas del Can

2017. El tigre que hay en mi.jpg

Vivo en Noruega, estoy visitando una casa educativa, una universidad que funciona en un antiguo castillo de piedra gris con tres niveles. Una chica albina, de ojos muy azules y pelo rubio (casi blanco) esta acurrucada en el piso de la oficina de la directora, en una posición incómoda. Soy acompañado por mi novio cuyo rostro está distorsionado, como reflejado en un espejo deformante. La rubia nos dice que cuando venga la directora del instituto, quien también es profesora de álgebra, le pidamos que nos deje vivir aquí para siempre pues le parecemos personas muy agradables. La directora/profesora sale de una oficina, le hablo, la tomo por el hombro y me doy cuenta por su frialdad de que no tiene alma, que ella y su secretaria son un par de vampiras. Abro una ventana de una patada, la luz del sol hace su entrada y las carboniza. Solo quedan sus cenizas desperdigándose por el piso, siendo arrastradas por el viento helado.

Bajamos a los jardines del castillo, que está lleno de sacerdotes y una monja que canta y toca guitarra a montones de niños. Hay mucha nieve, a lo lejos se ve un paisaje blanco de altas rocas azuladas. Los párrocos están vestidos de rojo, la monja es una mujer mayor de piel oscura que habla y canta en francés. Los niños y niñas crecen mágicamente, se transformaron en esbeltos adolescentes nórdicos. Pienso en lo rápido que pasa el tiempo por sus cuerpos y me pregunto si será cierto que todos los religiosos son pedófilos.

Me voy a mi taller de pintor, una casita que me alquiló una señora que dice ser sobrina de Adolf Hitler. Le pregunto si conoció a Eva Braun y responde que sí, que cuando ella era joven siempre venían de visita, que Eva y su marido eran personas normales hasta que se volvieron adictos al jarabe para la tos y al popo de perro con heroína.

Cerca de la casita vive un muchacho con el que hablo por internet. Tiene como mascota un enorme tigre blanco. Me invita a su casa con la excusa de mostrarme su colección de pinturas y dibujos de Salvador Dalí. Me cuenta que es hijo de un ayudante del maestro surrealista y que por eso tiene tantas obras de él en su casa. Caminando por Oslo a casa del muchacho me encuentro con Otrova Gomás, el famoso humorista venezolano. Me cuenta que le han robado algunas cosas de su oficina, primeras ediciones de sus libros y algunas de sus fotografías, pero que no es nada importante que con su talento no pueda volver a adquirir o realizar. Me invita a una reunión que está dando en su casa a la que están invitados varios de los personajes de sus cuentos y novelas.

Estoy tan pero tan entretenido conversando con los seres imaginarios creados por Otrova, que olvido que soy abstemio. He bebido demasiado, todo se vuelve confuso, las luces artificiales amarillas de los caminos nocturnos se tornan rojizas, luego blancas como gusanos de luz que se arrastran por mi retina. Alguien ha soltado una especie rara de tigre en la calle, no es el tigre blanco de mi amigo, es un ligre, felino gigante producto del apareamiento de un león y un tigre, recuerdo haberlo visto antes por internet.

Me persigue, corro a casa, cierro las ventanas, me escondo en el baño mientras gusanos de luz de colores fluorescentes dan vueltas a mi alrededor como un arrecife de peces tropicales mutantes.

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