La última película del Chavo del 8 (Relato e ilustraciones de mi autoría)

Busco en youtube la última película que hizo Chespirito junto con algunos de sus compañeros del programa de televisión tan popular: El chavo del ocho. En ella interpretan a muchos de sus más exitosos personajes, por ejemplo al Doctor rascabuches, al Profesor barriga, al Chapulín colorado y por supuesto al Chavo del 8. María Antonieta de las Nieves hace de la Chilindrina, vestida con ropa verde chillón, con sus lentes de pasta y sus pecas pintadas. En la última escena de la película ella y el chavo tratan de huir de la vecindad, ¿Por qué? Pues porque Don Ramón los explota, los maltrata y abusa de ellos. Los tiene narcotizados, amarrados y encerrados en un cuarto día y noche, los viola a ambos y los obliga a tener sexo entre sí frente a una cámara de video que los graba a toda hora haciendo todo tipo de actos grotescos que van desde la necrofilia hasta el canibalismo.

Una noche, tras muchos días de morder la cerradura en la puerta de su presidio, logran romperla, y con la boca ensangrentada, aún amarrados llegan a la sala de casa, desde allí llaman a la policía marcando los botones del teléfono con la nariz. Las autoridades les aseguran que van en camino a salvarlos. Están en un segundo piso ansiosos, ya han roto sus ataduras masticando las cuerdas a pesar de los dolores de encías. Tienen irritados los ojos ante las luces de neón artificial con que Don Ramón decoró su hogar, movido por el mal gusto y el sueño de regentar un prostíbulo clandestino y cabaret de variedades.

Ávidos esperan el rescate, oyen la puerta abrirse y con ojos desorbitados apuntan, no al salvador por el que oraban, sino a Don Ramón, quien está furioso porque lo denunciaron con la justicia. Les dice que lo sabe todo por sus informantes, que él es el dueño no sólo de la policía, sino también de la ciudad entera, que tiene oídos en todos lados, hasta en el culo. La Chilindrina y el Chavo abren un cajón frente a él y empiezan a sacar guiones con papeles tanto como para televisión como para teatro y cine. Él les dice llorando que sí, que lo han descubierto, que él no es más que un actor, que tiene dos esposas y una sola y triste, muy triste doble vida.

Entonces claro, se salieron todos de sus papeles y hasta cierto punto fueron ellos mismos, almas ancianas, cuerpos y rostros mucho más viejos y arrugados de lo que solemos ver en fotos y videos. Sufren, esclavos de sus imágenes, encerrados en ese eterno purgatorio tecnicolor que se repite día tras día en los aparatos electrónicos, en computadoras y televisores de todo el mundo. Ya están demasiados viejos para seguir interpretando a niños ingenuos. Se me salen las lágrimas de la mente solo con imaginarlos.