Desde: Alla
I. Despertando.
Desperté desesperadamente con una fuerte presión en el pecho, y con unas fuertes ganas de gritar, pero la voz no me salía, hasta que pude hacerlo y grite – ¡Alberto, sácame de aquí! – Abrí los ojos viendo para todos lados, cuando pude recuperarme de mi desesperación, note que me encontraba en un lugar oscuro, lleno de matas, yo estaba parado frente a una mata de mango, de pronto vi a lo lejos a alguien que corría, me puse a perseguirlo, pero no pude alcanzarlo, vi que llego a una pequeña casa, con poca luz, se paró en el frente miro a sus espaldas, yo aún continuaba corriendo detrás de él, pero cuando el volteo me pare en seco, él simplemente miro y entro a la casa. Yo continúe caminando hasta llegar al frente de la casa, me pare por un momento mirando la casa, con ganas de tocar la puerta, pero algo me detenía, había algo que me decía que me devolviera por donde vine, cuando voltee logre ver a lo lejos la mata de mango, que estaba al final de un camino de una plantaciones de lado y lado, no entendía lo que ocurría y que me impulsaba a devolverme, ¿Quién no ha tenido ese impulso de que haya alguien, que te da una orden, pero no es “un alguien”, es como si viniera del corazón? ese impulso era el que sentía – Aunque tengo dudas de tener corazón en mi situación - Me devolví siguiendo ese extraño impulso hasta llegar al frente de la mata de mango. II. ¿Vagando o durmiendo? Llevo días despertando de la misma manera, he perdido la naturaleza de diferenciar el tiempo, por eso he convertido los días en momentos para darle más valor a mi andar. En los momentos que “despertaba”, si es que puedo decirle así, porque no recuerdo irme a dormir, ni algún sueño, pero lo cierto es que despierto con desesperación y gritando - ¡Alberto, sácame de aquí! – Lo único que he hecho hasta ahora es después de “despertarme” es caminar derecho hasta la desolada pararme frente a ella y quedarme con la mente blanco, luego volver a la mata mango, solamente eso vagar por la oscuridad sin respuestas, ni preguntas como los gatos en las noches. Todas esas desoladas caminatas acabaron en aquel momento que después de despertar y vagar hasta el frente de la casa, cuando estando ahí parado vi una luz en el interior de la pequeña casa, esa luz despertó lo que me queda de curiosidad y me acerque a una de las ventanas, ahí vi a un hombre, me recordaba a alguien, pero no podía recordarlo y de pronto sentí rabia al ver a ese hombre, no se ¿Cuál fue la razón para sentir esa rabia?, pero la sentí, puse mi mano en mi cintura, fue ahí cuando me di cuenta que llevaba un machete y un látigo a los lados de mi cintura - para ser sincero no recordaba que lo llevaba – Estaba dispuesto a entrar por la ventana y atacar a ese hombre, cuando de pronto ese extraño “impulso” me volvió a dominar y me devolví a la mata mango, pero esta ocasión sentía que debía proteger a esa mata mango, el “impulso” se me estaba convirtiendo en una razón para estar aquí y continuar, pero ¿Qué es lo que debo proteger? ¿Lo que hay en esa mata debo protegerlo del “hombre” que vi en la casa? ¿Qué hay en esa simple mata de mango, que me impulsa a protegerla? Y para ser sincero, nunca he tenido ese interés de cuidar el ambiente, según lo poco que puedo recordar hasta ahora.
II. El encuentro.
En otro momento que “desperté”, camine otra vez hasta la casa, me pare frente a ella como siempre por un momento, hasta que decidí asomarme a una de las ventanas. Cuando vi por la ventana, vi una pequeña habitación, con una humilde mesa en el centro con unas sillas viejas, la sala estaba muy sucia, de pronto vi entrar al “ el hombre”, con tan solo verlo me despertó una gran rabia en mí, entonces tome mi látigo y lo golpee fuertemente contra el piso, por la ventana pude ver que el ruido puso en alerta al “ el hombre” así que volví a golpear el piso con el látigo, retándolo a que saliera, luego vi que “el hombre” salía de la sala, lo perdí de vista, por lo que me puse alerta cerca de la puerta de entrada de la casa, pero al salir me sorprendió porque llevaba consigo una escopeta, pero la rabia seguía aumentando en mí, así que me le pare en frente. “El hombre” salió con su escopeta miro al frente, luego a un lado y luego hacia donde yo estaba, pero no sé qué paso, porque al parecer no me vio, “el hombre” dio unos pasos a su frente hizo unos dos disparos al aire y volvió a entrar – ¿No puede ser, que no me haya visto… Si estaba como a cinco pasos de él? – Lo que hiso, me puso más rabioso, y cuando lo vi entrar volví a golpear el piso con el látigo, pero con más fuerza que las veces anteriores, cuando “el hombre” salió me le acerque unos pasos más que antes, y le dije: ¡Mírame!, pero volvió ocurrir lo mismo, no me vio – Ese maldito, me hiso enfurecer mucho, lo ataque con mi machete– pero, el muy condenado cerró la puerta a tiempo y le di fue a la puerta, “el hombre” al escuchar los ruidos en la puerta, volvió a salir, pero esta vez cuando volvió la mirada a la puerta, quedo como una estatua y con los ojos bien abiertos, se puso pálido, vio la marca que hice con el machete en la puerta y dijo: ¡Madre santa!, ¿no puede ser?. Luego dio unos pasos hacia el camino que daba hacia la mata mango, miró fijamente el camino, se devolvió a la puerta y dijo: ¡Ave María Purísima!, se persigno - Mientras el hacía todo eso, yo me preparaba para darle un machetazo, cuando ese repentino “impulso” me volvió a invadir, pero esta vez era como un llamado - Entro disparado para la casa. Después que “el hombre” entro a la casa, yo aún lleno de rabia camine lentamente, en el camino pensaba: ¿Por qué no vio?, no dejaba de pensar en eso, no podía creerlo – Pero, como dice el dicho: Todo se aclara después de los hechos, digo esto porque ocurrió como una especie de iluminación, por decirle de alguna manera, porque en mi estado eso no debería ocurrir – Esa “iluminación” me llevo a unir “el despertar sin sueño” con “las caminatas” y me llevo a entender que estaba muerto, que estaba caminando en pena, por eso “el hombre” no pudo verme, por eso el despertar sin dormir y sin soñar, pero ahora me pregunto - ¿Por qué sigo aquí? –
III. La visita.
Cuando volví a despertar, ya no debía preguntarme hacia dónde ir, ya sabía a donde ir y en donde buscar las respuestas, como ya he de saberse fui a la casa, me asome por una de las ventanas, pude ver la pequeña sala, la humilde mesa y ahí estaba “el hombre” sentado en una vieja silla y al lado su escopeta, ¿de que pretendía protegerse?, “el hombre” se notaba un poco inquieto, miraba a todas partes, decía unas palabras pero, no logre entenderlas, luego camine hacia la puerta, solo hiso falta un suave empujón para que se abriera, pude ver el interior de la casa, había un pasillo con tres puertas de un lado, había otra puerta al final del pasillo, otra al lado opuesto de las tres puertas, esta no tenía puerta, ni marco, supuse que era la entrada a la pequeña sala que podía ver desde la ventana, al entrar pude sentir el polvo en la casa, la luz del interior era débil, camine hasta el frente de la supuesta entrada a la sala, pude ver a “el hombre” y esta vez sí pude escuchar lo que decía: No puede ser… Él está para cuidarlo… Él no me puede hacer nada. Me di cuenta que sabía quién era yo, ahora me encontraba en un dilema, una parte de mi quería acabarlo, y la otra quería llevar las cosas con calma, pero la rabia me domino, me le fui encima y lo apreté el cuello, el forcejeo pero, no podía zafarse, le iba apretando poco a poco con más fuerza, mientras más forcejeaba, yo más apretaba, luego dejo de forcejear y estiro los brazos hacia los lados, no me fije como lo hiso pero, agarro su escopeta, yo al ver eso me aleje por instinto, luego me dije: Ya estoy muerto. Saque el machete y lo ataque, le di en un brazo, “el hombre” grito fuertemente, pero reacciono rápidamente, me apunto, pero tuve tiempo de moverme antes que disparara, le acertó a las ventanas, los vidrios salieron disparados por todos lados. Después lo ataque con el látigo, le di varias veces en la espalda, “el hombre” se retorció con sus gritos en cada latigazo, con la fuerza que le quedaba se voltio y disparo, fallo, pero le dio a la mesa, en ese momento volví a atacarlo con el machete y le di en el pecho, “el hombre” cayo y se retorcía del dolor – no sé, por qué pero, eso me llenaba de satisfacción, verlo así, retorciéndose en el suelo – “el hombre” pudo al final levantarse y salió corriendo como alma que lleva el diablo, saliendo de la casa. Desde esa visita que le hice no lo he vuelto a ver, aún tengo dudas de saber quién es, pero tengo cierto nivel de satisfacción en mí.
IV. Los extraños.
Ha pasado mucho desde que le hice la visita al “el hombre” desde ese momento la casa ha estado completamente sola, ahora mis caminatas llegan hasta el interior de la casa, entro a los tres cuartos, el primero es pequeño y está lleno de cosas además del polvo y los olores a humedad, el del centro tiene una cómoda cama, una gran ventana, un baño, se puede oler la humedad, se escuchan bichos y ratas caminando por todas partes, el cuarto del final está vacío como todo lo demás de la casa, me he adentrado mucho en ella, para no decir que me adueñe, ya que un muerto no tiene propiedades, solamente su alma tal vez es por eso que muchos religiosos se esfuerzan mucho para cuidarla porque es lo único de lo que realmente somos dueños, como ha de notarse la soledad me ha convertido un tipo de sabiondo, pero la tranquilidad de mis caminatas hasta la casa a veces se ha visto interrumpida por “extraños” que no entendía la razón de sus interrupciones. Han sido muchos “los extraños” recuerdo a una mujer, llena de collares, alta, mal peinada, y con fuerte aroma a tabaco, que me despertó de manera repentina, cuando la vi, sus ojos se fijaron en mi manera amenazante, su mirada me hiso enfurecer, y mucho más las extrañas palabras que decía, lo único que entendía era: Dame el permiso, dame el permiso. No supe de que me hablaba, ni para qué era el permiso, lo único que si supe fue debía correrla, y no hay mejor que unos machetazos y latigazos que pudieran correrla, la ataque con mi machete le di en los brazos, la mujer dio la espalda para protegerse de próximo ataque, pero eso me llevo a sacar el látigo y darle con el látigo con toda mis fuerzas, la mujer soltó el llanto y corrió perdiéndose en la oscuridad. En otro momento fui despertado por la misma mujer que asuste anteriormente y dos hombres vestidos de blancos, con muchos collares de colores, uno de ellos llevaba una pala y un pico, decían muchas palabras que no entendía, pero nuevamente lo único que lograba era: Dame el permiso, dame el permiso. En realidad no sabía a qué se referían, pero sentía que ellos querían quitarme algo muy valioso, entonces me le encime a uno de los hombres y lo empuje fuertemente, y grite: Déjenme tranquilo. Y ataque el otro con el machete lo corte profundamente una de las piernas, ese lloraba y se quejaba del dolor, luego me le pare frente a la mujer, se le notaba el miedo – Creo que esta mujer si podía verme, por su cara - y apenas levante mi brazo para darle con el machete, esa mujer pego un fuerte grito y se fue corriendo dejando a los dos hombres ahí, al que empuje pudo levantarse, y continuo diciendo palabras extrañas, esas palabras me confundían, no entendían lo que decían, parecía que hablaran otro idioma, pero eso también me enfurecía más, y este me le fui encima como un toro y le di un fuerte machetazo en el brazo derecho, cuando le di grito muy alto y vio a su brazo derecho, al verlo lloro y grito más alto antes de irse a corriendo, cuando vi al piso pude ver que dejaba parte de su brazo – Le corte un brazo, a mi parecer se lo merecía, porque quien invade la tranquilidad y el confort de alguien, rompiendo su seguridad debe merecer algún tipo de castigo, es lo que pienso, no sé, si entiendan – Luego volteé hacia al otro que aún se quejaba en el piso por la profunda herida que le hice en la pierna, me le pare en frente – Este por lo visto en su cara también podía verme, ¿No entiendo que es lo que pasa?, se supone que a los muertos no se pueden ver, por lo que me había pasado anteriormente con “el hombre” – Cuando estuve parado frente a él, le dije: A mí nadie me roba – Esas palabras resonaron en mi cabeza – Entonces “el extraño” como pudo se paró y se fue huyendo. Ahora, tengo otras preguntas ¿Por qué esos extraños pueden verme? Y ¿Por qué dije: A mí nadie me roba? ¿Qué me van a robar si estoy muerto? Además sigo sin saber quién es Alberto.
V. Los intrusos y una advertencia.
Ya han dejado de venir extraños - Es muy raro que vengan – No he dejado de “despertar” gritando, ni de caminar hasta la casa y recorrerla, pero todo cambio cuando en una ocasión camino a la casa, note que estaba alumbrada, se veía distinta, digamos que tenía más vida, me sorprendí al verla, no tanto por lo iluminada que estaba, si no por el gran cambio que tenía, la fachada yo estaba llena de marcas de humedad y con muchas partes de las paredes comidas, tanto que un poco más y caía la pared, la fachada ahora esta colorida y completa, las ventanas ya no eran pequeñas, eran más grande y tenían una especie de materos en cada una de ellas, la puerta principal ya no tenía las marcas que le deje con el machete que le hice en aquella ocasión, de hecho no era la misma, era otra elegante y tenía un protector, parte de la fachada tenia piedras – En realidad era una casa muy bonita, llegue a pensar que me había equivocado de camino, creo que es de entender mi situación – Pero, para que ocurriera ese gran cambio debió de haber pasado mucho tiempo, estaba comenzando a comprender que los momentos que “despertaba” no podían ser uno después del otro, podían pasar mucho tiempo o poco después de cada ocasión. Me fui acercando poco a poco, observando cada detalle de la casa, me pare frente de la puerta principal, hale el protector y estaba abierto, luego le di leve empujón a la puerta y estaba abierta, pase sin problemas, al entrar me sorprendió el cambio en el interior, ya no había ese mal olor en el ambiente, ni ese olor a humedad, aún seguían las puertas de una lado del pasillo, pero la distancia entre ellas era más amplia, la pequeña entrada a la sala era más amplia, y la sala también lo era, en la sala había un gran sillón, y otros adornos, a un lado donde estaba la pequeña mesa y la vieja silla, había un arco que daba la entrada a la amplia cocina, de pronto escuche unas voces, provenían del cuarto que estaba al final del pasillo, cuando entre había un artefacto parecido al que estaba en la sala que hacia ruido, pero al ver hacia la cama vi a una pareja – Esos eran lo que hicieron el cambio a mi casa, pensé – me les acerque a la cama, mi respiración comenzó a agitarse por la rabia que producía al ver unos intrusos en mi casa, la mujer comenzó a inquietarse, se movía de un lado a otro en la cama, de pronto la mujer abrió los ojos, se notaba inquieta mirando a todas partes. La mujer despertó a su pareja, asustada y le dijo: ¡Hay alguien en el cuarto!. El acompañante se paró desesperado, el cuarto se ilumino por completo, él miro por todos lados, salió del cuarto, se escuchó que se abría una puerta al lado, y la voz de un niño que dijo: ¿Qué pasa papá?, luego regreso y le pregunto a su mujer: ¿en donde lo viste?, la mujer aún estaba alterada por mi presencia, y le dijo: No… No vi a nadie… solo sentí la presencia de alguien más en el cuarto, escuche unos paso y una fuerte respiración… Y la sensación de que había alguien más. La mujer grito y entre llantos dijo: Aún sigue aquí, siento que respira cerca. De hecho si estaba cerca de ella, y respiraba fuertemente por la rabia que tenía, de pronto ese “impulso” de siempre me volvió a invadir, pero antes de irme, lance un machetazo al espaldar de la cama, la mujer grito y corrió hacia su a marido asustada, deje una profunda marca en el espaldar, vi la cara de su marido, también estaba asustado, luego salí de la casa y camine con paso acelerado hasta llegar a la mata de mango, al llegar ahí, me dije: Espero que esta advertencia les sirva para que dejen mi casa.
VI. Una nueva visita.
Desperté como siempre, esta vez sí tenía un propósito para mi caminata y era asegurarme que los intrusos hubieran dejado mi casa y en caso de haberlo hecho iba a provocar que se fueran. Llegue a la casa, aún se veía iluminada y bonita - al verla así decidí ir a dar otra visita a esos intrusos - fui directo a la puerta principal y entre a la casa, camine por: la sala, la cocina, luego fui al primer cuarto; este estaba limpio, con una pequeña cama, una ventana dejaba entrar la luz de la noche, había un armario, todo en orden, salí del cuarto y entre en el segundo cuarto; este era más amplio que el primero, había más frescura en el ambiente, había un armario y un gavetero de madera, una cama en donde estaba un niño, salí de esa habitación y fui al cuarto que visite aquella vez, ahí estaba la pareja durmiendo placenteramente, camine hasta pararme en el frente de cama, viendo el espaldar, los vi dormir – En ese momento sentí celos de ellos, porque sabía que ellos si podían soñar y despertar con tranquilidad, para disfrutar de otro día, mientras que yo solo podía “despertar” con inquietudes – quise asustarlos pero, si quería hacerlos correr de ahí debía darle en donde más les duele, debía asustar a su hijo. Así que volví al cuarto del niño, entre me acerque al niño y le hale un poco la sabana, el niño solo la recogió y se movió mostrando incomodidad, después le hale más fuerte la sabana hasta quitársela por completo, el niño despertó de inmediato, miraba la sabana en el suelo extrañado, y miraba a todas la direcciones, yo aproveche esa confusión del niño, me le acerque y lo tome por una pierna, lo hale fuertemente al piso, el niño grito fuerte, lo hale hasta sacarlo del cuarto, cuando salí del cuarto vi al papá que venía ayudarlo, pero paro de pronto y en su cara pude ver el miedo, solté al niño. El papá se quedó paralizado, el niño se levantó y corrió hacia su papá, yo saque el látigo con rapidez, le di un latigazo al niño y cayó en los brazos de su papá, su papá estaba extrañado y asustado, miraba a todos lados con el niño en sus brazos llorando con su camisa rota en la espalda y una marca que le dejo mi látigo, me disponía a atacar nuevamente cuando ese “impulso” de regresar me volvió a dominar, trate de reusarme pero, no pude, era como si algo tomara el control de mí, me retire de la casa y en camino pensé: Eso será suficiente.
VII. Un nuevo ladrón y el regreso de mis recuerdos.
En otra ocasión fui “despertado” por un hombre no muy joven, de fuerte compostura, vestido de blanco y lleno de collares de colores, muy parecidos a los que llevaba los hombres que vinieron en aquella ocasión con la mujer. Este hombre decía muchas cosas que no entendía, hasta que entendí que dijo: ¿Quién eres? - Yo le respondí: Soy Juan Eduardo Salazar Ruíz, conocido como “el cien”, porque si no me haces caso debes aguantar cien latigazos para dejarte tranquilo, sino lo haces sentirás el hierro del machete en tu cuerpo. Eso fue algo extraño, sentí que alguien lo decía por mí. Luego, me dijo: ¿Cómo fue tu muerte? – Cuando dijo eso sentí que todo en mí alrededor se movía muy rápido, se me venían muchas imágenes a mi cabeza, de pronto me vi hablando con “el hombre” a quien ahuyente de la casa hace mucho, se llamaba Alberto – Tiene el nombre que siempre grito al despertar – Al parecer planeábamos algo, luego vi que Alberto y yo entramos a gran casa, peleamos con hombre algo mayor, pero aún tenía mucha fuerza, le enterré el machete el estómago, lo mate, después fuimos a una sala sacamos una gran caja, luego me vi corriendo junto con Alberto llevando la caja, entramos a la pequeña casa, tomamos una pala y un pico, después vi a Alberto diciéndome: Sigamos derechito sin coger para ningún otro lado, hay veremos una mata mango, esa va ser nuestra marca. Después me vi cansado lleno de sudor, frente a una fosa a mí lado estaba Alberto, me dijo: Compadre somos ricos, con estas morocotas que le quitamos a ese viejo haremos de todo. Yo reí y dije: Si mi compadre, ahora sí le puedo lo quiera a mi ahijado. Luego vi Alberto tomaba la pala a mis espaldas y dijo: Compadre, para hacer rico y tener bien cuidao este entierro a sacrificarse bastante. De pronto me golpeo con la pala en la cabeza, cuando eso ocurrió sentí como si hubiera vuelto a golpear, me desoriente por un momento, luego vi como Alberto sacaba un gran cuchillo y clavo varias en el estómago, sentía como entraba una y otra vez en cuchillo en mi cuerpo, después me vi acostado boca arriba dentro de la fosa, sentía algo en mi espalda, vi como Alberto lanzo una gran piedra que cayo justamente en mi pecho, sentí una fuerte presión en mi pecho no podía respirar, quería gritar, pero solo decía en voz baja: ¡Alberto sácame de aquí!, luego Alberto comenzó a taparme con tierra usando la pala – El desgracio me había enterrado con las morocotas para proteger el entierro, yo fui el ese sacrificio, por eso ando penando, por culpa de la avaricia de Alberto, pero estoy seguro que ya tiene su merecido – El hombre vestido de blanco seguía ahí parado y escucho con atención todo lo que dije, y me dijo: Has estado aquí por mucho tiempo penando por la envidia de la riqueza obtenida por el trabajo y por la avaricia humana, nuestros peores castigos para el alma, pero tranquilo yo ayudarte a darte paz, solo dame el permiso de desenterrar esas riquezas. Cuando dijo eso entendí que no quería ayudarme, que este también quería robarme y le dije: Si quieres el entierro aguante los cien, sino ya sabe que lo matare. El aspecto misterioso y valiente que tenía se le quito cuando le dije eso y me dijo: Creo que no hace falte eso. No había culminado muy bien de decir eso cuando le di el primer latigazo y dije: ¡UNO! TODAVIA TE FALTAN 99. El nuevo ladrón, se tocó la herida que le hice en la cara, mientras retrocedía tratando de alejarse, pero yo me le acercaba y le di otro latigazo, esta vez le di en un brazo, le dije: TE FALTAN 98. El nuevo ladrón, se volteo e intento correr, pero le di otra vez con el látigo en la espalda, pude ver su sangre derramada en su espalda, esta vez cayo y grito de dolor, le di otras tres veces, cada vez gritaba más fuerte, pero logro levantarse y correr, le di otro latigazo, pero el no paro su huida, mientras se alejaba le dije: SOLO AGUANTASTE 7, TE FALTARON 93, SI TE AGARRO, YA SABES QUE VAS A MORIR. Lo perseguí, pero lo alcance, era rápido el condenao.
VIII. Mi heredero.
Después del encuentro con aquel ladrón “despertaba” con más tranquilidad, ya tenía la repuesta a las preguntas que me hacía, pero todavía sentía que me faltaba algo, me faltaba a quien darle el entierro. Camine como siempre hasta la casa, note que aún seguían los intrusos, así que sin pensarlo entre a la casa, los vi a todos reunidos en la sala, entre a la sala dando fuertes pisadas, todos miraron hacia mí, pero se les notaba confundidos - Me di cuenta que estos no podían verme, pero si podían sentir mi presencia, que raro – dije para mis adentros. Como no podían verme pero, si sentirme pues me hice sentir más, tome un gran jarrón que estaba en una de las esquina la sala y la lance con todas mis fuerzas hacia ellos, al caer en el piso el jarrón se rompió en muchos pedazos, los gritos de espantos de la mujer casi me dejaron sordo, la mujer y el niño se fueron a los brazos del hombre, el hombre los coloco a su espalda, en señal de que los protegería, me le fui acercando poco a poco y saque el machete y cuando me disponía a atacarlo, me fije en la cara del hombre y me pareció familiar, yo con el machete en el aire pude recordar aquel rostro, era mi ahijado, no lo podía creer, iba a matar a querido ahijado, no era su padre, pero sentía que él era mi hijo, el pequeño Jesús, baje el machete, respire profundo para calmarme y me fui de la casa. Ya conocí el heredero de mi fortuna.
IX La entrega.
En otro momento volví a la casa, camine hasta el último cuarto y ahí vi a la pareja durmiendo placenteramente, no quería molestar, pero si quería hacerle saber a mi heredero en donde estaba mi fortuna, y que tenía mi permiso para sacarlo y quedárselo, pero no sabía cómo hacerlo, así que intente parándome al lado de él y lo toque, se movió un poco, lo volví a tocar y se despertó, miro extrañado a su alrededor, no pudo verme, yo deseaba que me viera, entonces me aleje un poco, arroje una muñeca de porcelana que se encontraba en una mesita, la pareja despertó rápidamente y ambos estaban asustado – En ese momento quise disculparme – De pronto supe que el hombre me miro, cuando me señalo. Ahí está, dijo él hombre - La mujer ni miro, se tapó con la sabana inmediatamente - Lo único que pude decirle: Coge una pala, sal de casa, sigue derecho, sin coger pa`ningún otro lao, al llegar a una mata mango, ahí cavaras y tendrás mi regalo para ti.
X Nuevos inicios.
Soy un citadino que buscaba nuevas oportunidades, con un proyecto en un campo, ubique una casa perteneciente a la familia en un lugar que era perfecto, era campestre, pero no tan alejado de la ciudad y con fácil acceso, era una casa pequeña, así que tuve que ampliarla, y comencé con mi proyecto con buenas esperanzas, pero unas malas decisiones y unos malos tiempos me estaban afectando económicamente, de pronto comenzaron a ocurrir cosas que probablemente hayan sido una bendición que vino de una maldición de alguien, ya contare porque.
XI Las apariciones.
Estaba muy feliz de lo que había logrado ya tenía mis siembras de cacao, no quise acabar con los arboles de mangos, aguacates, y otros. Además ya había encontrado unos buenos compradores para mi plantación. Todo comenzó a cambiar, cuando las plantas de cacao comenzaron a tener una enfermedad y que la iba deteriorando hasta perder por completa, no sabía que hacer el dinero ya no me alcanzaba, de verdad me encontraba en una situación muy complicada, sentía que mi proyecto se me iba porque no tenía para poder recuperar toda la siembra. Una noche cuando ya todos dormíamos, escuche unos fuertes pasos dentro del cuarto, me desperté, mire si Isabel aun dormía, luego vi en todo el cuarto y vi nada, me volví a acostar, pero de pronto Isabel se sentó en la cama, y comenzó a moverme desesperadamente y me dijo: ¡Hay alguien en el cuarto!. Me desperté de inmediato busque en todo el cuarto y no vi a nadie. Fui corriendo al cuarto del niño, busque ahí y tampoco vi a nadie, Gilberto despertó y me dijo: ¿Qué pasa papá?, yo solo le hice señas que volviera a dormir y que se callara, luego volví al cuarto ahí estaba Isabel toda asustada y acurrucada con la sabana y le dije: ¿En dónde lo viste? Ella me dijo: No… No vi a nadie… solo sentí la presencia de alguien más en el cuarto, escuche unos paso y una fuerte respiración… Y la sensación de que había alguien más. De repente soltó el llanto y grito: Aún sigue aquí, siento que respira cerca. En ese instante escuche unos fuertes pasos que salían del cuarto hacia al pasillo principal y luego se dejaban de escuchar, salí a ver que era pero, no vi nada, esa noche fue muy difícil volver conciliar el sueño, y fue el inicio de otras cosas. Otra noche mientras dormía escucho un grito que venia del cuarto de al lado, salí corriendo cuando estuve afuera de la puerta vi a Gilberto como si lo tuviesen agarrado por su pierna izquierda y lo arrastraran, pero no se veía nadie – Podrán imaginarse el miedo que tuve al ver esa escena frente a mí – De repente ese “algo” lo dejo caer, me quede paralizado, Gilberto se levantó corriendo hacia mí, pero hiso un movimiento como si lo hubiese golpeado algo en la espalda y se escuchó un sonido algo como un ¡ZASS! En el aire, Gilberto cayó en mis brazos llorando, pude notar que su camisa de la ropa de dormir estaba rota en la espalda, cuando lo revise, le vi una gran marca de una línea inclinada en su espalda, era profunda, parecía una quemada. No supe que fue lo que ocurrió, lo único que sabía que era algo sobrenatural - Para ser sincero yo era escéptico para las cosas sobrenaturales, pero todo cambio mi parecer desde ese día - Mi hijo, el pequeño Gilberto quedo muy afectado desde esa noche, y sufría de altas fiebres, lo tuvimos que llevar a casa de sus abuelos maternos para que cuidaran de él por unos días, pero la fiebre no paraba. Mi mamá preocupada y enterada de la situación, un me llamo y hablando, me dijo: Eso es una aparición que está en tu casa, mi hijo. Búscate un brujo.
XII. El brujo y otras apariciones.
Se me hiso fácil conseguir un brujo – Siempre tuve desconfianza porque nunca tuve, ni tendré fe en ellos, aun así después de lo ocurrido - El pidió entrar a la casa para hacer un recorrido, fumo un tabaco mientras caminaba por toda la casa, tomaba algún tipo de aguardiente, se enjuagaba la boca para luego esparcir todo ese líquido por su boca, cuando llego al cuarto dijo: Aquí estuvo el. - ¡Que buen descubrimiento!, te lo dije apenas llegaste, pensé - Continuo caminando, luego me dijo: ¡Si! hay una aparición aquí, es de un supuesto entierro que hubo hace tiempo aquí, pero tranquilo yo esta noche me encargo de eso. Al otro día veo al brujo tirado frente a la entrada de la casa con fiebre y la espalda ensangrentada, rápido lo cargue y lo metí a la casa, me comenzó a contar sobre un hombre que tenía un entierro en unas de las matas de mango, pero que era mejor que dejara la casa porque esa alma ya no era humana, se había convertido en un tipo demonio, pero yo no podía dejar esa casa había invertido mucho en ella, me negué rotundamente a no abandonar la casa. Por unos días, tal vez por unos quince días la casa estuvo tranquila, pensé que ya todo se había solucionado – Para algo debía servir el dineral que le pague a el brujo que me acercaba más a la quiebra, solo por fumar, y beber en mi casa, y de paso después me enteraría que me iba a quitar una fortuna más grande sin saberlo – Mientras veíamos televisión en familia con calma, escuche unos fuertes pasos en el pasillo principal de la casa, se pararon en la entrada de la sala, todos miramos en dirección donde se escuchó el ruido de los pasos, no vimos a nadie, de pronto los pasos se volvieron a escuchar, Isabel y Gilberto me agarrón con fuerza, el sonido de los pasos de se detuvieron de un gran jarrón decorativo que tenía Isabel en una de las esquinas, el jarrón se levantó en los aires – Como si estuviese flotando - Y salió por los aires como si lo hubiesen lanzado, cayó muy cerca de nosotros, los gritos de Isabel fueron más fuerte que nunca, Gilberto se colocó inmediatamente a mi espalda, luego me pare poco a poco y también lleve a Isabel para que se pusiera a mi espalda – Mi instinto de protección se activó en ese momento, pero en realidad no sabía de qué los quería proteger, y también tenías muchas ganas de salir corriendo de ahí, creo que cualquiera sentiría esas ganas en ese momento o ¿no? – De pronto, se escucharon los pasos alejarse y todo entro en calma, los nervios de todos estaban a mil.
XIII. El entierro.
Un día después de aquel susto en la sala, mientras intentaba conciliar el sueño, volví a escuchar los fuertes pasos, cerré los ojos para no ver nada, pero aun escuchaba los pasos que se acercaban a mi lado pararon frente a mí, corazón latía muy rápido, sentí que me tocaron para moverme como si alguien quisiera despertarme - Me asusté mucho más - No me desperté, después escuche los pasos alejarse y hasta que los deje de escuchar, luego oí romperse algo de cerámica, al tocar con el suelo, di un pequeño brinco y abrí los ojos, mire hacia donde estaba Isabel, ella se había tapado por completo con las sabanas, luego vi hacia al frente y fue cuando lo vi, ahí estaba parado, un hombre alto, de contextura no muy robusta, pero si fuerte, en su cara se notaba que podía ser una persona peligrosa, estuvo por un instante mirándome – Mi corazón latía muy rápido, estaba a punto de un infarto, ¿si es que lo tuve? – Yo le daba leves golpes a Isabel para que se despertara, pero ella se enrollaba más en la sabana, y se enrollo más cuando le dije: Ahí está. De repente me hablo: Coge una pala, sal de casa, sigue derecho, sin coger pa`ningún otro lao, al llegar a una mata mango, ahí cavaras y tendrás mi regalo para ti. Después el hombre salió del cuarto, escuche que sus pasos, luego un sonido como si una puerta se cerrase y luego vino el silencio, no sabía qué hacer, me quede un momento pensando en lo sucedido, hasta que decidí salir del cuarto, Isabel me agarro por la mano, le dije: Tranquila cariño, ya vuelvo. Busque una pala y una linterna, seguí las instrucciones que me dio. Llegue a una gran mata de mango, y ahí estaba parado el hombre, me señalo cerca de las raíces de la mata y dijo: Clava la pala aquí, lo saques es tuyo, Que Dios te bendiga. Camino hacia alejándose por la oscuridad y desapareció. Yo cave donde me dijo el muerto, hasta que sentí que toque algo con la pala, removí tierra, note que era una caja y también había unas hojas con cosas escritas, no le preste mucha atención a las hojas en ese momento. Como pude saque la caja y la abrí - Me alegre como no tienen idea - Dentro de la caja había montones de monedas de oro, la caja resulto ser el entierro que me comento el brujo.
XIV. La vida después de muerto.
Una semana después de haber tenido a esa alegría y de haber comenzado a reponerme económicamente, decidí leer las hojas que estaban con el entierro. Mientras las iba leyendo, me llegue a preguntar ¿Esta será la repuesta a la pregunta que muchos filósofos se hacen? ¿A dónde vamos después de morir?, porque en ellas se relataban “la vida” que llevaba un sacrificado para un entierro, en estas hojas me di cuenta hasta que extremos nos puede llevar la avaricia demostrando la crueldad existente en nuestro interior y cuando se juntan con la envidia es más catastrófico porque como hicieron Alberto y Juan que robaron a alguien que a fin de cuentas eran conducidos por la envidia, ¿Quizás por eso la envidia y la avaricia son pecados capitales? Se pueden cometer más de un pecado con solo una de ellas. En la lectura de esas hojas, también me pregunte los entierros ¿son bendiciones o maldiciones?, pues a mi parecer puede ser ambas, eso dependerá desde el punto de vista que la mires porque si lo ves en vista de un heredero esto será una bendición y si lo ves por el sacrificado pues es una maldición. Luego me pregunte ¿Por qué Juan decía que yo era su ahijado? Eso me hiso preguntarle a mi abuelo, y averigüe que Alberto Pablo Martínez Perez, era mi tatarata abuelo y que su hijo Luis Alberto Martínez Perez, era el ahijado de Juan Eduardo Salazar Ruíz, y que un día Alberto quedo loco, y siempre hablaba de un entierro en las tierras de su casa, esta historia se hiso famosa, hasta que yo quise irme a esa propiedad de la familia – Ya saben lo que ocurrió - Y que Luis Alberto Martínez Perez vendría siendo mi tátara abuelo, que según mi abuelo, y muchos de mis familias yo vendría siendo su clon en vida, por lo tanto que me parezco, quizás fue por eso que Juan Eduardo Salazar Ruíz, llego a pensar que yo era ese ahijado.
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