Efraín
Efraín
-Ni modo que le estén manteniendo.
-¿Cuánto hace, dices?
-Tiene 17 días. ¿Has visto las chicharras que usan para las vacas? Pues con todo y eso no podían y eran cinco, luego se bajaron otros dos y...
-Se lo llevaron.
-Sí.
-¿Ya acudieron al Ministerio y todo eso?
-Sí ya. Tiene unos primos que son cuicos, acompañaron a su mamá.
-¿Fueron los de la maña?
-Sí. Vendía cristal.
-Mejor ni me hubieras platicado.
-Sí. ¿Cómo ves?
-En algún problema se metió.
-No se sabe bien pero fueron ellos. ¿Quién más?
-¿Una llamada, el cuerpo, algo que se sepa de él?
-Nada-. Contesta sonriente.
Jano siempre sonríe, su sonrisa es cínica, como esas que alegran las bienvenidas. Su vida ha sido un difícil laberinto de diversas adicciones. Pocas cosas le sorprenden, menos aún le acongojan. Sin embargo, sé que está triste y un tanto asustado. Nos despedimos.
Estoy impactado, quizá también triste. Rumbo al trasbordo no puedo borrar de mi mente esa sonrisa cínica y las palabras que como saludo borbotaron de entre sus dientes.
-¿Ya supiste lo que le pasó a Efraín?