Jeremías 17,5

Maldito sea el hombre que confía en otro hombre, frase usada desde hace miles de años, pero cuán cierta es.
Si bien se puede ver el mundo desde un punto de vista optimista y a todo color, también lo podemos observar desde ese punto de vista sombrío y tenue, donde abunde el color gris y los matices ronden por él.
En un mundo lleno de desgracias, indolencias y falsedades, quien es el bueno, ellos o nosotros. Rodeados por personas que solo te abrazan cuando necesitan de ti y apuñalan cuando no les sirve de nada, quienes están en el sitio erróneo, ellos o tú. En un maldito mundo llenos de atropellos e injusticias hacia nosotros a diestra y siniestra, donde nadie daría la vida por ti, y posiblemente tu no la des por nadie más, ya que varias veces te han fallado, quien es la escoria, ellos o tú.
Escribo esto por sentimientos encontrados en situaciones de la vida donde agradezco leyes y ordenanzas, ya que sin ellas seguramente ya tuviera las manos manchadas de sangre. Posiblemente alguno de ustedes comparta este sentimiento, a cuántos no han traicionado, a cuántos no han usado, a cuántos no les han atropellado por intereses propios de alguien más, cuántos no han sentido esa sed de venganza que se vuelve más y más oscura y se aloja más y más adentro. Creo que todos hemos vivido eso y de una u otra forma lo hemos desahogado, dentro de los canales moralmente aceptados, y los que no tanto.
A ello me dirijo, todos hemos pasado por cosas así, y créanme que tal vez algunos, como tal vez todos o como quizás ninguno, volverá a vivir esos infiernos en tierra, esos sentimientos y emociones excitantes pero nocivos para nuestro bienestar, nocivos para nuestro ser. Pareciera que la misma esencia del ser humano necesita esos momentos de desgracia, quizás para sentirnos vivos, quizás para recordarnos lo vulnerables que somos, en realidad no lo sé, y aunque he intentado buscarle respuesta, es de esos temas que cada uno le conseguirá una respuesta distinta en cada momento determinado de nuestras vidas.
En conclusión, si queremos creer y confiar en alguien, sin ser traicionados y dañados, sin invocar en nosotros ese lado tan oscuro lleno de odio, solo me queda decirles, confíen en ustedes mismos, nadie es amigo de nadie, como dicen muchos, y a la hora del juicio final, si es que esto existe, solos estaremos, porque nadie se sacrificaría por nosotros. Es lo más cierto que he aprendido últimamente. Todo tiene su final, y lo que sucede es lo que realmente debía suceder, nadie llega de casualidad, pero nadie se va sin razón alguna.