Clarisse y el niño extraño.

Imágenes cortesía pixabay.com


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Editadas en canva y PicsArt versiones móviles.

Hace años corría una leyenda en el pueblo de mi abuela. Se decía que en las noches de luna llena en época de verano un extraño niño aparecía he incitaba a otros niños a irse con él.

Crecí escuchando esa historia desde que iba cada verano en vacaciones y al caer la noche los adultos ya atemorizados por esa leyenda llevaban a sus hijos al hogar.

Recuerdo cierta vez siendo niña salimos a jugar a eso de las nueve de la noche, aun quedaban restos de luz y perdimos la noción del tiempo. Recuerdo también a mi abuela corriendo presurosa por mi al igual que los vecinos por sus hijos y nietos.

Esa noche se perdió un niño, no comprendía nada y los adultos decían que ese extraño niño había echo de las suyas para seducir a base de engaños al niño extraviado.

Por más que lo buscaron nunca apareció y el mito y leyenda del niño extraño cobro aun mucha más fuerza.

Al pasar los años seguí pensando en ese suceso que para mí hoy o por hoy no es más que una casualidad y ese niño amigo de mi infancia pudo extraviarse o ser secuestrado por alguien.

Eso no lo sabremos jamás ya que han pasado demasiados años. Me llamó Clarisse y herede la casa de mi abuela, ella falleció la mañana anterior y he venido con mi familia al sepelio.

Mi marido se asombra de la calma que tengo ya que no brotan lágrimas de mis ojos, aunque eso no quiere decir que me duela esta situación.

Me asombra que la gente del pueblo aun conserve ese temor por el niño extraño pese a que los tiempos han cambiado y la modernidad llegó al pueblo.

Mi hijo Santy esta muy triste ya que su nona nona ya no se encuentra (ese es el nombre de cariño que mi hijo le decía).

Paso el sepelio y posterior el entierro y los vecinos vinieron a casa para tomar el té y unas tartas de manzana que prepararon las vecinas amablemente.

Me decían que estaba tan grande desde la última vez que me vieron y que mi hijo Santy se parecía muchísimo a mi.

Mi marido hablaba con los vecinos (amigos de mi infancia), salí al jardín con las vecinas que también eran amigas de la infancia y todos juntos recordábamos esa leyenda de los adultos; Que por cierto ya solo quedaba una señora de esos tiempos, la habitante más longeva la única persona en el pueblo que había visto al niño extraño.

Mi hijo se hizo amiguito de los niños del pueblo y salían a jugar cada tarde, ya no había problemas ya que las calles contaban con alumbrado público y todo quedaba iluminado.

Salía a jugar hasta las diez de la noche ya que era verano y mientras los niños jugaban los adultos nos reuníamos a platicar de nuestras aburridas cosas.

Era sábado y jugaban los niños al escondite y Santy siempre se escondía muy bien y costaba encontrarlo, así que nos poníamos a observar cuando jugaban a eso puesto que el riachuelo estaba cerca y había que evitar accidentes.

Comenzó el juego y Santy salió corriendo como si fuese a ganar la maratón escolar, yo atenta mirando en que dirección corría para estar alerta.

Empezó la búsqueda y aparecía uno tras otro niño mientras se reían y mi Santy estaba aun bien escondido y yo reía internamente de saber que se divertía.

De pronto de la nada vi a ese niño, a mi aniguito de la infancia, aquel niño que desapareció esa noche en que jugábamos contentos.

Lo vi ahí tan quieto y me veía tan fijo, algo trataba de decirme, de algo quería advertirme y no lograba entender.

Solo veía su silueta a lo lejos pero sabía perfecto que era él, me acerque un poco y su rostro espantado y el mío igual ya que su boca estaba cocida con hilos viejos y su ropa en harapos me indicaba con terror el sitio en donde mi Santy estaba oculto.

Con toda su fuerza grito y esos hilos se rompieron y miles de insectos salían de su boca, grite con terror y todo quedó en oscuridad.

Se fue la luz gritaban los vecinos.

Busquen a los niños, no se vayan a extraviar.

Corrí hacia el lugar donde vi correr a mi hijo, lo busque se los juro, corrí demasiado fuerte, me caí tras un árbol y no lo encontré.

Ayuda grite y mi marido y vecinos vinieron, corrieron por linternas mientras mi marido alumbraba con la precaria linterna del celular y mi Santy no aparecía.

Santo Dios donde estas Santy gritaba a todo pulmón y el no aparecía.

Volví hasta donde vi a mi aniguito y tampoco estaba.

Que quesadilla es esta exclamaba entre gritos, llanto y temblores. Me volveré loca quiero a mi hijo es lo último que recuerdo haber gritado antes de mi desmayo.

Desperté pensando que había sido una pesadilla y corrí a la habitación de mi pequeño para abrazarlo, pero no era una pesadilla, era una maldita realidad.

Han pasado cincuenta y ocho años y sigo esperando a mi Santy, ahora soy yo quien corre la voz de la leyenda del niño extraño que se lleva a los pequeños engañados.

No pierdo la esperanza de poder verlo aunque sea una sola vez.

Me llamo Clarisse y perdí a mi Santy una noche de verano en que el niño extraño se llevó a mi hijo con engaños.

Si vienes a mi pueblo no dejes salir a tu hijo por la noche no vaya a ser que el niño extraño se lo lleve.

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