No sé si vuelva a verte…
Cuando decidí salir de Venezuela indefinidamente, lo primero que pensé fue en lo particularmente difícil que sería despedirme de las personas que más amaba, de mis padres, de mis hermanos, de mis primos, de mis amigos, de mi casa, de mi ciudad. Pensarlo me causó muchos desvelos y una sensación de frío que me recorría todo el cuerpo.
No me gustan los aeropuertos, ni los terminales terrestres, ni nada que se le parezca, y por ende no soy amiga de las despedidas. Desde antes de que cumpliera un año de edad me tocaba decir “adiós” a mi mamá todos los domingos, cuando se iba a otro estado a trabajar toda la semana y me dejaba con mi abuela. Eso me hizo sentir repulsión por momentos y lugares así.
Pero esto de la diáspora venezolana me ha hecho revivir el quiebre que me produce decir adiós, y cuando estaba a punto de salir del país en octubre de 2016, una amiga muy querida me llamó para despedirse, yo le decía “déjate de tonterías, no me hables como si me fuera a morir”, y ella me respondió: Tengo que agradecerte por todo lo vivido y decirte lo mucho que te quiero y te querré porque “no sé si vuelva a verte”.
Esta frase de ella me heló la sangre en ese momento, pero al mismo tiempo me pareció exagerada. Sin embargo, un año y medio después, cuando mucha agua ha corrido, y todo se ha complicado tanto, no puedo dejar de pensar en que tal vez tenía razón.
Varias personas a las que pensé que vería de nuevo el día que me despedí, entre ellos dos tíos muy queridos, ya no están en este plano, murieron durante este año y medio. Otras se han ido a diferentes países sin pasaje de regreso. Pienso en mi mamá, en mi papá, en mis sobrinas, una de ellas aún no la conozco porque nació en mayo pasado, en cuatro de mis seis hermanos que aún están en Venezuela, en mis primos, en mis amigos, en mis abuelas y pienso: ¿Y si no los vuelvo a ver?
Es cierto que la tecnología acorta distancias, pero sueño con volver a abrazar a mi familia, con una guataca de esas que armamos los guaros cuando coincidimos más de diez en una sopa dominguera, con ver en primera fila los crepúsculos de mi ciudad, con cargar por primera vez a mi sobrina Sophia y darle todos los besos del mundo a su hermana Saritah. Lo sueño literalmente, cada noche cuando duermo y cada día cuando mi imaginación me permite volar a ese lugar una vez más.
Por eso, nunca den por sentadas las cosas, vivan cada encuentro como si fuese el último, que en estos tiempos las certezas ya no lo son tanto...
Texto y Foto: @guzmar
Guardo la esperanza de volverles a recibir en esta tierra. Excelente post
Amen! Muchas Gracias
Una historia que se repite, que reúne una mezcla de sentimientos encontrados... Es duro para quienes se van, duro para quienes se quedan. Lo ideal es vivir un día a la vez, como tú lo dices, vivir cada encuentro como si fuese el último.
Así es, siempre con la ilusión de volvernos a encontrar! Un abrazo
Los alemanes tienen palabras larguísimas y particulares para algunas ideas: y nosotros deberíamos inventar una para esa nostalgia tan nuestra que ahora descubrimos.
No se si algún día encontraremos nosotros una que defina este sentimiento tan profundo...Un abrazo
Es triste ver partir a seres queridos pero las condiciones del país a veces obligan a tomar la decisión difícil de irse. Sólo Dios sabe lo duro que ha sido para ustedes pero también Dios indica el camino y a gente buena como ustedes siempre les va bien. Una abrazo!
Gracias Chucho!! Es difícil, pero es el tiempo que nos ha tocado vivir y solo podemos ponerle el pecho y seguir! Un abrazo
Naguara @Guzmar leyéndote se "se me aguó el guarapo"...
A mi tambien escribiendolo!!
"Por eso, nunca den por sentadas las cosas, vivan cada encuentro como si fuese el último, que en estos tiempos las certezas ya no lo son tanto..." Totalmente
Vos sois mi espejo a futuro... todo lo que dices ya lo se, aun no me he ido ni tampoco se cuando, pero como lo canta Franco de Vita... juro que esto ya lo habia vivido.
Mi fe está puesta en Dios, y solo le pido que no "tengan" que salir, más bien que todo se preste para que regresemos los que nos fuimos. Dios bendiga a tu familia
¡Qué fuerte! Tu texto me arrugó el corazón.
Ya he tenido que despedir a varios y no sé si los vuelva a ver. Es muy dramático todo esto.
Definitivamente Venezuela se volvió el país de las despedidas. Lo peor es que no sabemos si los que se fueron vuelvan. Necesitamos reconstruir el país, los que nos quedamos nos toca esa inmensa tarea. Dudo mucho que los que migraron y les vaya bien en otras tierras quieran regresar por el futuro incierto que la revolución del siglo XXI está dejando a su paso, han acabado con todo. Incluso hasta con las esperanzas.