Enfrentando el vacio, afrontando el reflejo

Entre dos mundos, es el título que identifica a este texto, expresión de las vivencias cognitivas y afectivas que me inspiraron a escribir el relato. En principio, su elaboración me exigió calma y paciencia para determinar las ideas. Un recurso importante, que me ayudó a empezar y a procesar la información que llegaba a mi memoria, también la reflexión y el análisis, guiados por estrategias metacognitivas que me ayudaron a confrontarme a mí mismo para realización de este trabajo escrito. Permitiéndome aclarar todas mis dudas para obtener la idea principal que quise plasmar, tal cual como lo explica Fourés (2011). En el proceso, fui comprendiendo, además, que cada texto y párrafo narrado, contiene una enseñanza y un propósito orientado a generar motivación y aprendizaje, tanto para quien lo escribe, como para la persona que lo lee.

Así que la escritura del relato se inspiró y persiguió un propósito central: descubrir que en la composición de un texto, están insertas las intenciones de sus autores Hyland (2005). Las personas buscan superarse a sí mismo todos los días, un ejemplo claro, es el de mis compañeros de clase y el de mi profe. María Teresa, que buscan cada día superarse a ellos mismos para no padecer ante la fuerte depresión que vivimos actualmente. A ellos los considero héroes; en sus relatos, exponen avatares y luchas expresadas a lo largo del camino que han recorrido hasta ahora y que han sabido describir escrituralmente. Usé sus narraciones como inspiración para escribir el mío.

Cuando la profesora nos propuso escribir sobre nuestras vivencias, me puse a meditar sobre todo aquello que ha acontecido en mi vida. Y debo reconocer que son muchas cosas, tanto para bien como para mal; por lo tanto creo que con todo lo que he vivido y aprendido a mi temprana edad puede servir de enseñanza y compartirla. La motivación fue un factor influyente para escribir este relato, debido a que me empujó a compartir esto que siento muy dentro de mi alma, a expresar ese lado bueno que tenemos, para bloquear aquello malo que nos hacer caer y no seguirlo intentando; saber cómo y cuándo controlarlo.

Por eso describo, como título de este artículo, entre dos mundos, porque tal cual acontece en nuestro interior, un mundo lleno de paz y conocimiento, y el otro lado de éste, esta triste, dañado, maltratado y siente maldad. Y es ese lado bueno y positivo que hay dentro de mí, lo que me motiva a seguir y sobre todo, a identificar qué fue eso que me incentivó a escribir. En este contexto, Fraca (2003) asevera que la motivación en la escritura parte o procede a medida que el estudiante escriba acerca de él mismo y lo que le gusta o lo incentiva de manera positiva. De tal manera, puedo tomar esta teoría para darle solidez científica a mi concepto, es decir, que escribir acerca de mí mismo sobre esos aspectos positivos de mi personalidad y que me llevo a plasmar las palabras con más entusiasmo en este metarrelato.

Estar motivado o buscar siempre la motivación, me ha hecho aprender, a tomar de lo bueno y malo un aprendizaje para seguir en mi camino hacia el éxito, de lo contrario no hubiera encontrado la forma de escribir y tampoco hubiese sentido la disposición para continuar con mis estudios. Tapia (1997) explica la importancia de la motivación para avanzar con el aprendizaje, dentro y fuera de un salón de clase. Vivir la motivación me ha permitido avizorar horizontes y otorgarle sentido a mi vida.

Asimismo, también he descubierto que la reflexión va de la mano con la motivación, porque ambos procesos cognitivos generan avance en nuestro crecimiento intelectual: si no reflexiono, no me motivo y por lo tanto no puedo avanzar. En este sentido, reflexionar en torno a las vivencias expresadas a lo largo de mi trayecto de vida me permitió plasmar consideraciones en torno a los procesos de cambio y oportunidades de aprendizaje que la vida misma sugiere. De modo que, la reflexión es un proceso mental interno, proveniente del alma y de la mente que ayuda a las personas a seguir en constante aprendizaje.

La motivación, la reflexión y el análisis son tres recursos esenciales que favorecen el entendimiento del sí mismo. El análisis, en pocas palabras, es un estudio profundo que busca averiguar o descubrir la razón y la causa de cambio en los procedimientos ocurridos en las personas, objetos y situaciones.

Limón (1999) explica que: “El análisis significa desintegrar, descomponer un todo en sus partes para estudiar en forma intensiva cada uno de sus elementos, la importancia del análisis reside en que para comprender la esencia de un todo hay que conocer la naturaleza de sus partes”. De esta forma, el análisis me ayudo a separar y desglosar cada aspecto de mi vida para llevarlo a un estudio y sacar lo bueno de ellos para poder plasmarlo en este texto.

Otro aspecto relevante en la escritura del texto, es la expresión afectiva – emocional que evoca. Aprendí a escribir con emoción, no se trató de un escribir por escribir y ello me permitió considerar cada detalle, cada letra, cada oración elaborada por mis manos, porque es mi personalidad siendo expuesta y descrita en el texto. De este modo, la evaluación se puso de manifiesto, este proceso lo definen Stufflebeam y Shinkfield (1995) "La evaluación es el enjuiciamiento sistemático de la validez o mérito de un objeto". También definen: “Es una fuerza positiva cuando sirve al progreso y se utiliza para identificar los puntos débiles y fuertes, y para tender hacia una mejora". Estos conceptos me ayudaron a desarrollar este proceso escritural, porque debo evaluar las emociones tanto negativas como positivas, aquellas que me molestan pero que también generan un efecto positivo, ejemplo, las criticas sin orden y fundamento. Pero cuando evalúo estas emociones negativas, observo que producen un efecto positivo en mi para tratar de ser mejor, y demostrar que si soy capaz, que si tengo la habilidad para cumplir con mi objetivo.

El evaluar la producción escrita, también me ayudó a regular mis emociones. Con ello logré una elaboración más clara, más sincera, del relato. Aquí es donde la metacognición obra en la escritura, especialmente a través de la auto regulación de mis emociones. Así que aprendo de mí mismo y sugiero cambios al respecto, Peters (2000). El estar consciente de mis realidades afectivas, cognitivas y sociales, también me ayudó a identificar qué ha sido influyente y que no lo ha sido tanto, en estos aspectos que afectan mi aprendizaje, como por ejemplo: la escasez que vivimos y la ignorancia que nos rodea. Aunque podrían ser considerados aspectos negativos, amenazas externas que afectan mi concentración y mis emociones, el estar consciente de ellos me permite aprovecharlos. Así que me detengo, pienso y analizo el modo en que me impactan emocionalmente y diseño estrategias de superación.

Y es que las emociones le otorgan gusto a la vida; lo importante es saber cómo controlarlas. Aprovecho entonces a acotar las apreciaciones de Bruce Lee, acerca de la emoción: “Se necesita emoción para ir más allá de los límites, para vencerse a uno mismo e ir en busca de más aprendizaje”. Respaldo esta posición, especialmente porque hoy reconozco que mis logros han estado impregnados de emociones, las mismas que me han llevado a superar esa barrera que me impide ir más allá y que me permiten enriquecer los sentimientos de amor hacia mi madre, mi padre y hacia mí mismo.

En síntesis, los procesos cognitivos y afectivos emprendidos en la elaboración de mi relato, me han llevado a obtener un resultado, que puede ser traducido ahora en valor, producto. Además, son herramientas que acojo en mi naturaleza humana, que tienen la fuerza y el poder de procurar cambios positivos y productivos, para no quedarme atrás y seguir aprendiendo.