¿El que se va no hace falta?

Recién fui a una “reunión” familiar y me sorprendí al saber que la mayoría de mis primos se habían ido del país y para seguir la “moda” esa misma tarde una prima aprovechaba para despedirse de todos (buscando dónde comprar billetes, si como lo leen, comprar bolívares en efectivo pagando mediante transferencia electrónica a un valor de más del 100% para poder pagar el pasaje e irse ésa noche!), éste evento prácticamente me obligó a escribir de nuevo…

Es difícil explicar lo que vivimos a alguien que se haya ido hace un tiempo, todo pasa tan rápido que los que se fueron hace 6 meses se sorprenden de los últimos cambios, menos lo puede entender alguien que no sea de aquí… Aun así, me animo a describir el comportamiento de mis coterráneos en estos días, como eran tantos, los dividí en dos grandes grupos, los que se van y los que se quedan:

1. Empiezo con los que se van, este grupo parece estar movido por una fuerza si se quiere negativa, sus argumentos son algo así: “quedarse aquí para qué?” “aquí ya no hay nada que hacer”, se van llenos de frustración por no poder planificar ni soñar con un futuro diferente, han perdido la esperanza de que las condiciones mejoren y un poco tristes por el ciclo que termina.
   Se toman su tiempo apostillando documentos, arreglando papeles, investigando el país que les espera, clima, colegios para los hijos, costumbres, calculando cada paso, llevando lo que pueden y vendiendo lo que no, planifican cada gasto para sobrevivir hasta 3 meses si no es que ya tienen un empleo esperándolos. Algunos dicen que regresarán “cuando esto cambie”, otros ni se lo plantean, su objetivo es llevarse a la mayoría de sus familiares y “salvar a todos los que puedan”.
   

2. Otros se van sin planificación, aprovechan un impulso sorpresivo, viven con el pasaporte a la mano, casi siempre se van dejando sus hijos al cuidado de sus padres (abuelos) o de sus hermanos, este punto merece una una pausa porque es delicado, a veces la prisa, no les permite darse cuenta de que los cuidadores no siempre tienen la disposición, fuerza o interés de educar a sus hijos de la mejor manera y hasta se han visto casos en los que los vecinos o maestros han tenido que intervenir porque los pequeños son maltratados por esos “cuidadores” temporales.
   Los niños no son prepararados para la separación, no entienden lo que pasa, ni porqué de pronto les cambian su pequeño mundo, mientras los padres trabajan para ofrecerles una “mejor vida” y luego, nuevamente sin transición, los llevan a su “nuevo hogar”, a una cultura completamente diferente, lloran por dejar sus juguetes favoritos y generalmente, los separan de los cuidadores con los que vivieron los últimos meses o años. No me adelanto a predecir nada, ya veremos el resultado de las decisiones que ha tomado ésta generación de emigrantes, resultarán ser personas con raíces superficiales, sin preparación para resistir la adversidad? O todo lo contrario, necesitarán mas arraigo en su adultez por la forma en que huyeron de su país en su niñez? ¡Ya veremos!
   

3. Por otra parte están los que no tienen hijos, son soñadores, su objetivo es ayudar a los que se quedan y están a la orden para recibirlos cuando decidan irse, piensan que pueden volver facilmente si algo cambia porque su maleta es liviana, cargada de voluntad, ganas de trabajar y formar un futuro que les devuelva lo que aportan al país elegido. Se puede pensar que es más fácil pero dudo que sea el caso, solo que los problemas a enfrentar son diferentes, son tantos los factores que deben encajar para que los planes de un emigrante, con o sin hijos, tenga un final feliz!
   

El grupo de los que se quedan, aunque parecen minoría, sus argumentos son muchos por lo que los dividí en 4 categorías:

1. En primer lugar debo mencionar a los apáticos, no aportan mucho a la sociedad y consideran que a nadie afecta su pasividad, consideran que “no necesitan construir un futuro afuera porque ya trabajaron aquí”. Aun mantienen un pequeño porcentaje de comodidad que les permite adquirir lo básico y sobrevivir sin desorganizar el mundo al que están acostumbrados, por supuesto están coscientes de que no es para siempre, viven con la esperanza de que esto cambie pronto! No se involucran en las políticas públicas y esperan poder retomar el control de sus vidas sin mayores sacrificios.
   

2. En segundo lugar están los que consideran que el país está mal pero, aunque admiten que hay mucha gente padeciendo enfermedades crónicas y hambre por falta de alimentos, este grupo se considera “bendecido” viviendo entre tantas dificultades sin verse muy afectados, no tienen reparos en hacer alguna que otra trampa, reciben dinero de vender efectivo, alimentos o medicinas, cazan ofertas de los que venden sus bienes a bajos precios para emigrar y se encargan luego de revender todo a precios más altos para cubrir sus necesidades básicas, son comerciantes oscuros en medio de la crisis, reciben beneficios del gobierno y aunque escuchan las historias de los que padecen la crisis, se mantienen distantes y no hacen nada para aliviar su sufrimiento.
   

3. En tercer lugar debo mencionar a los que se quedan sin querer, parece no tener mas remedio, animan a los mas jóvenes a irse, casi siempre son mayores que apoyan y despiden a sus hijos y nietos, les aterra dejar su estabilidad y su techo de toda la vida para comenzar desde cero por falta de vitalidad.

1. En cuarto lugar mis favoritos, son los que se quedan determinados a trabajar mucho y ayudar a otros, conscientes del esfuerzo titánico que se necesita para volver a ser un país “normal”, donde se pueda estudiar, trabajar y vivir de acuerdo a la aptitud y al desempeño de cada uno. Son optimistas empedernidos, entusiastas convencidos de que hay que estar preparados para el cambio y que debemos quedarnos aquí para construir un mejor lugar para todos, que “si nos vamos nosotros quién va a hacerlo?” ”debemos resistir, sobrevivir y ayudarnos”. Están organizados, hacen sopas o colectas entre las comunidades para los más débiles, son admirables, socialmente responsables, a pesar de las carencias siguen apostando por construir un mejor país para todos, dejan las comodidades individuales por el bien común, promueven la vocación humana y el espíritu de entrega, su fortaleza proviene de su compromiso ineludible de rescatar al país.
   

Sin duda, este último es el grupo que si hace falta y quiero pensar que son mayoría. Cuando esto termine, atesoraremos lo aprendido, jamás volver a depender del Estado y menos del tipo de Gobierno totalitario, que abusa del poder y arbitrariamente pretende controlar la vida de los ciudadanos sin respetar sus derechos fundamentales.

Mientras todavía escucho a algunos decir que “merecen recibir ayudas sociales por el simple hecho de haber nacido aquí” me doy cuenta de que todavía faltan mucho por aprender… ☹ ¡Ojalá me equivoque!

REG
Fuente: pixabay.com