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RE: La palabra olvidada
Te cuento que voy descubriendo que no es necesario subir a la cumbre de una montaña o a la inmensidad de la llanura para tener espacios de silencio, voy descubriendo que desde la cotidianidad y el quehacer diario puedo aprovechar pequeñas pausas para hacer un rato de silencio que me relaje, me oriente y me de fuerzas Seguida.
Así es amiga, lo ideal es tener un espacio en casa para conectarse. En mi caso, con unos parlanchines de 10 y 5 años es un poco complicado, por lo que aprevecho antes de dormir, en mi cama, ahí es cuando hago mis oraciones a Dios y luego me quedo en silencio. Si no me vence el sueño, lo disfruto. Es una sensación muy agradable.