III ER. CAPITULO DEL CUENTO "LAS AVENTURAS DEL MINERO"

in #cervantes6 years ago

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III CAPITULO

CARA A CARA CON ROSITA

      Esa misma tarde y luego de que me pasara el trauma del viaje, Salí en busca de los familiares del cobero, quien me darían trabajo en su planta, pregunté a una persona y rápidamente me indicaron cómo localizarlo, al llegar al sitio vi a 5 personas llenas de barro hasta por detrás de los ojos y uno de ellos me indicó quién era el capataz, me le acerqué y no me dejo hablar, me dijo: mañana empieza a trabajar, allí está el campamento, hay cuelga la hamaca y come, de lo que se produce el 50% de la máquina, el resto nos lo dividimos entre todos y de su ganancia debe pagar la comida.

      En ese momento fue cuando entendí porque al hotel de San Fernando de Atabapo se llamaba 5 estrellas, el campamento era un refugio de gorilas, con el perdón de los gorilas, unas láminas de zinc mal puestas hacía las veces de paredes y de techo, una señora muy repelente quien era la cocinera y esposa de uno de los dueños, me indicó donde debía colgar mi hamaca para dormir, el costo de la comida era de 3 gramos de oro semanales y solo 02 comidas diarias. Mi realidad en ese momento era: que iba a pasar mucho trabajo en ese sitio, no tenía dinero para regresarme y que estaba endeudado en menos de 24 horas con 4 gramos de oro.

      Aproximadamente a las 5 de la tarde llegaron los mineros, todos muy cordiales, se bañaron y uno de ellos prendió unas ramas secas en un pote vacío y para hacer humo lo apago y le colocó diesel, me dijo, la plaga aquí es terrible. Gracias a Dios mi esposa me había metido en la maleta un mosquitero. A las 06 de la tarde la cocinera golpeando dos tubos como señal de que la cena estaba lista y servida, la mesa era grande, la comida tenía una sazón espectacular y la cantidad era aceptable. Hay el capataz me presento con el grupo y me puso al tanto del itinerario de trabajo, para luego irme a dormir cansado por la larga travesía de ese día.

      A las 04 de la mañana me pare muy asustado motivado a unos sonidos muy fuertes que se escuchaban dentro de la selva, me levanté y Salí del campamento uno de los mineros jocosamente me dijo: “ese es el despertador del Yapacana acostúmbrese amigo”, desayunamos y salimos al sitio donde se explota el mineral, allí me indicaron que esa semana debía: verificar los fluidos de la máquina, llenar los tanques de gasolina, pero sobre todo mantener encendido el compresor que lleva aire por unas manguera a los mineros que se encuentra dentro de una especie de cuevas improvisadas que se extienden aproximadamente 70 metros verticalmente a quien llaman túnel principal y este a su vez tiene ramificaciones horizontales que pueden alcanzar los 100 metros de longitud.

      Eran como las 10 de la mañana y mi reloj biológico me indico que debía evacuar, así que informe al maquinista y este me dijo que agarrara 5 minutos, me dirigí a un monte cercano, desabroche mi pantalón y me dispuse a hacer urgentemente mis necesidades, ya en la faena, escuche en un arbusto tan cercano que podía tocarlo con la mano, un sonido alarmante que me dio mucho temor, allí estaba mi peor pesadilla, un rollo de culebra Cascabel, con la cabeza alzada, sacando su lengua y me miraba fijamente.

      La situación no era la más favorable: agachado, pantalones abajo, culebra mortal que estaba a menos de un metro de distancia y no podía espantarla por temor a que me mordiera y sin el tratamiento adecuado estaba muerto, tantas cosas me pasaron por mi mente, una de ella era ponerme en lugar de la serpiente, pero eso no me sirvió de nada ya que imaginaba que si alguien se agache y defeque sobre de mi seguro lo muerdo.

      En mi vida nunca rece tanto a Dios que me ayudara, la víbora se apiado de la penosa situación que me encontraba o sintió que no era una amenaza para ella, así que agachó la cabeza y se metió en un agujero cercano. Me puse los pantalones tan rápido como pude y Salí corriendo de ese sitio. Si falto algo que limpiar lo haría en otro sitio pero allí no me iba a quedar un segundo más.

      Ya en el campamento a la hora de la cena comente al grupo mi aterrador encuentro con la víbora, todos se rieron a carcajadas y el capataz me comentó, que se llamaba rosita y mientras no la molestara ella no mordería. Del trágico encuentro aprendí una lección: En ninguna circunstancia de la vida se puede quedar indefenso y siempre es necesario tener una vía de escape o algo en que apoyarse.

      Más tarde en la noche me acosté en mi hamaca, realmente estaba agotado y extrañando a mi familia.

@douglas1973

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